#47 Pues yo estoy contigo. Puede generarme malestar el imaginar que me hubiera pasado a mí, pero no puedo sentir lástima por alguien que no conozco. ¿Nos hace peores personas a vuestros ojos? Bueno... Nunca he sido un fanático de las valoraciones subjetivas que integran calificativos como bueno o malo, mejor o peor. Simplemente soy objetivo y consecuente. Puedo sentir lástima, o cualquier tipo de empatía, por aquellas personas con las que mantengo un lazo significativo, pero... ¿con desconocidos? Es del todo absurdo. Respeto a aquellos que creáis sentir dicha pena, pero me parece un sentimiento falseado, conductas sociales predefinidas asimiladas, o como lo queráis decir. Visto desde un punto de vista evolutivo, no tiene lógica ninguna. Es que, a parte, si tuviéramos que apenarnos por cada persona que muere cada día, ya sea por accidentes o asesinatos o suicidios o adicciones o indigencia o enfermedades variopintas... acabaríamos muriendo también de pura pena. Lo que es un sinsentido es que sintáis pena por los desconocidos que aparecen en la prensa o los telediarios y el resto os den igual. O todos o ninguno, digo yo. Serían dos vías coherentes. Yo escojo la segunda. Pero vosotros optáis por una tercera vía que carece de sensatez. Pero como ya digo, lo respeto. Esperando lo mismo por parte del resto, me despido.
PD: respecto a lo que comenta el compañero #122, por más que se nos pueda asegurar la fiabilidad y la eficiencia del funcionamiento de una atracción, no dejan de existir variables que hacen de ella un aparato peligroso. En cierto modo sí que estamos aceptando la posibilidad de que algo no salga bien y la cosa acabe mal. Otra cosa es que la sociedad en la que vivimos, diseñada para hacernos creer que ir por la calle es algo de lo más seguro, consiga que no seamos del todo conscientes de ello y de este modo no seamos tan precavidos como debiéramos. ¿Queréis que estas cosas no sucedan? No viváis tan confiados... ¿Es angustioso? Claro. ¿Es más seguro? También. No se puede tener todo... Hay que marcarse unos límites y aceptar las posibles consecuencias de todo cuanto dejemos dentro de los mismos.