Por si os sirve de algo, voy a contaros mi historia sobre pisos en alquiler y mascotas, concretamente perros. Con consejos y recomendaciones inclusive.
Hace un año, por motivos que no vienen a cuento, mi novia y yo nos mudamos a otra ciudad. Sabiendo que sólo íbamos a estar en dicha ciudad un par de años, nos dispusimos a buscar un piso de alquiler. No es necesario mencionar las complicaciones que van ligadas a buscar piso en una ciudad diferente (bastante lejos), pero sí puedo decir que me encontré precisamente lo mencionado: que no admitían animales en casi ningún piso. Nuestra mascota es una hembra de labrador retriever, unos 25kg. No es tan grande como el macho de la misma raza, pero es un perro de dimensiones considerables. Está perfectamente adiestrada, no ladra y no hace nada que no tenga permitido; pero eso es lo de menos, porque los dueños de los pisos lo desconocen.
Bien, no exagero cuando te digo que miramos unos sesenta pisos. De esos sesenta, en cincuenta y cinco no admitían animales bajo ninguna circunstancia. Y los cinco restantes estaban realmente lejos del centro de la ciudad. Pertenecían a la ciudad de milagro...
CONSEJO: Un par de amigos que habían pasado por la experiencia me recomendaron que metiese al perro sin decir nada, que nadie se daría cuenta (sabiendo cómo es mi perra). Al parecer, ellos lo hicieron y les fue bien. Aún viven en los pisos desde los que hablan con experiencia, así que no es cuestionable.
Pero a mí no me parecía lo adecuado, ya que me gusta hacer las cosas sin necesidad de ocultar nada, por delante, así que tuve que urdir otro plan.
RECOMENDACIÓN: Lo que yo hice, fue apelar al corazón de los dueños de los pisos. En contactos telefónicos previos (es difícil hacer todo en persona desde otra ciudad), la historia que contaba es que tenía una perra que había heredado de un familiar ciego cercano que se había muerto y que no tenía a nadie. Una perra perfectamente adiestrada, ya que guiaba a un ciego. Todo mentira, salvo que es una perra adiestrada.
De primeras, algunos se matenían pétreos, sin mostrar apego o pena, pero algunos accedían a escucharme. El siguiente paso era mostrar la perra a los dueños de los que mostraban posibilidad, para que viesen que estaba adiestrada y que no iba a suponer ningún problema.
En fin, resumiendo, al final conseguimos que un matrimonio mayor nos alquilase un piso en el centro, tras conocer en persona a la perra. Pero no te recomiendo seguir mis pasos si tu perro es "el demonio". XDD
Mi consejo es el que me dieron a mí: mete el perro sin decir nada.