Es una de los cientos de islas situadas en la bahía Mahone, en las costas de Nueva Escocia. Desde hace más de dos siglos ha sido explorada, pues alberga una obra maestra de la ingeniería que guarda celosamente un misterio.
La historia comienza un día de verano de 1795. El joven Daniel McGinnins se tomó un descanso y remó hasta la deshabitada isla de Oak (isla del roble), donde dio un paseo. Cerca del extremo oriental vio un roble muy robusto con una rama cortada de la que pendía la polea de un viejo barco. Debajo había una depresión circular, como si la tierra hubiese sido removida. Daniel regresó, dio cuenta de su hallazgo a dos amigos y volvieron, esta vez armados con picos y palas, pensando que encontrarían un tesoro pirata.
Consiguieron alcanzar 6 metros de profundidad, pero tras encontrar en el camino dos plataformas de roble reconocieron que la tarea les superaba y desistieron, pero marcaron el lugar.
Nueva expedición
El rumor del pozo de la isla se extendió y un hombre de negocios, Simeon Lynds, organizó una expedición para continuar la excavación. Sus hombres descubrieron más plataformas de roble colocadas a intervalos de 3 metros, además de capas de carbón vegetal, masilla y fibra de coco. Extrajeron suficiente masilla para las ventanas de 20 casas.
Todo fue bien hasta que llegaron a los 30 metros, donde encontraron cofres de roble llenos de metal y una losa de piedra con extraños caracteres que no pudieron descifrar.
El suelo se humedecía progresivamente, y un poco más abajo empezaron a extraer un barril de agua por cada dos de tierra. Tantearon el fondo del pozo con una palanqueta larga y descubrieron que una superficie dura les impedía seguir profundizando. Al día siguiente descubrieron que el pozo estaba inundado. Trataron de achicar el agua con una bomba, pero ésta rebosaba continuamente y tuvieron que abandonar.
La sociedad Truro
En 1849 una nueva excavación se puso en marcha, con la ayuda de dos de los primeros descubridores que aún vivían, y se descubrió que el origen del agua era una playa artificial, encontrándose además un sistema de drenaje en dirección a los niveles inferiores del pozo. Construyeron un dique, que dejó al descubierto durante la marea baja otro más antiguo, pero la marea alta destruyó su labor y desistieron por falta de fondos.
En 1861, cuando se había construido un pozo paralelo conectado con el inundado, hubo un derrumbamiento que provocó una avalancha de barro y agua que ocultó una cámara del tesoro descubierta por el equipo Truro, ocultando aún más el contenido del pozo.
Desde entonces, una expedición tras otra ha intentado descubrir el misterio inútilmente. Actualmente, y tras un parón de 17 años, comenzará una nueva excavación.
La lástima es que se ha convertido en un negocio más, hasta el punto de que se celebra una especie de festival pirata al que, previo pago, podemos asistir. Este año la búsqueda del tesoro tendrá lugar del 20 al 22 de junio. Así que, si queréis explorar la isla como estos respetables señores de abajo, estáis a tiempo.
http://www.oakislandtreasure.co.uk/
Teorías
En 1916 la opinión popular atribuía el pozo y su tesoro al pirata y capitán Kidd. Por entonces estaba al frente de las excavaciones Frederick Leander Blair, de la Oak Island Treasure Company. Trabajó para resolver el misterio hasta su muerte en 1951 y, a 68 metros de profundidad, halló una caja que contenía un pergamino en el que figuraban las letras V I.
Los investigadores no creen que Kidd tuviera algo que ver porque los trabajos realizados son muy complejos, tienen poco que ver con la forma en que los piratas solían enterrar sus tesoros y el capitán tuvo en realidad poco éxito en su carrera. Fue indeciso en la mar y poco afortunado. A pesar de que intentó negociar con el gobierno británico tras ser condenado a muerte en 1701, es dudoso que tuviera algo de valor. Si perteneciera a un pirata, el candidato más fiable sería sir Francis Drake.
El mensaje codificado de la piedra que se encontró a 30 metros de profundidad dice: Cuarenta pies debajo están enterradas dos millones de libras. Sin embargo, la piedra original se perdió y se sospecha que la inscripción fue añadida después por alguien que intentaba reunir fondos.
Respecto al manuscrito con las letras V I, se ha especulado con que podría ser un fragmento de un manuscrito de sir Francis Bacon.
Pero la teoría más elaborada tiene que ver con los caballeros templarios. En 1307 Felipe el Hermoso intentó destruir la orden, por lo que un puñado de templarios escaparon y se pusieron bajo la protección de los Sinclair de Orkney. Los caballeros pudieron tener acceso a un antiguo tesoro escondido en el castillo de Rennes.
Seguramente se ha invertido más dinero en excavaciones, vigilancia y batallas legales (llegando a estar la isla en venta) a lo largo de tantos años, que el valor de lo que oculte el pozo, que además costó la vida a cuatro personas en 1965.
Os dejo con el interior y la entrada.