María Ángeles tiene 87 años y está ingresada en un residencia tras sufrir un ictus. Esta Navidad no podrá regresar a su casa del barrio del Pilar junto a su hija, afectada de síndrome de Down y residente ahora en un centro especializado. Desde el viernes 15 de noviembre su domicilio está okupado por una mujer magrebí y su hija. No sólo le han robado su vivienda. También le han quitado las joyas, el dinero (unos 2.500 euros) y los múltiples recuerdos que tenía en la casa.
Sus hijos ahora luchan contra reloj para recuperar la vivienda, situada en el número 10 de la plaza de Padrón, en el distrito de Fuencarral y muy cerca del centro comercial La Vaguada. «Nuestra madre no sabe nada y nos han dicho que para su recuperación es bueno que vuelva a su piso», señaló su hijo Jesús. Pero conseguirlo será lento, no antes de siete meses, según su abogada, pese a que han acudido a la comisaría de Policía y a los juzgados para denunciar el caso en la vía penal y civil.
El caso de esta okupación es aún más insólito, puesto que la familia pudo acreditar que la okupa les había robado y que incluso fue detenida por la Policía. Pero fue puesta en libertad al justificar que tenía una hija que dependía de ella.
Aún más sorprendente es que la usurpadora lograse un contrato con una nueva compañía eléctrica para conservar la luz, tras anular el anterior los hijos de María Ángeles a los pocos días de la okupación.
Jesús, hijo de María Ángeles, aseguró que lleva tres semanas sin poder dormir. «Yo no entiendo un país donde te pueden robar tu piso y quitártelo todo y no pasa nada. Encima nos ha dicho la Policía que no podemos tocar la cerradura y que si lo hago me detienen a mí. ¿Dónde están los derechos de mi madre?», se pregunta con rabia.
El último día que María Ángeles fue a su casa fue el 10 de noviembre. «La fuimos a buscar a la residencia, la llevamos a votar y luego pasamos por casa para recoger cosas que necesitaba y dinero. El día 15, mi hermana fue a la casa a por otras pertenencias y no pudo abrir. Avisó al cerrajero del seguro y le dijo que le habían cambiado el bombín. Escucharon algo dentro y vieron que había gente», cuenta Jesús. Su hermana decidió llamar a la Policía. Los agentes, según cuentan los implicados, les dijeron que no podían hacer nada. «Me quedé perplejo porque me dijeron que lo que tenía que hacer era negociar. Al día siguiente entramos a la casa acompañados por la Policía para recoger las pertenencias de mi madre y al entrar vimos que no estaban ni el dinero ni las joyas. Denunciamos el robo en comisaría y la Policía detuvo a la okupa, pero no sirvió de nada, ya que argumentaron que tenía una hija dependiente», relata Jesús.
Los familiares sospechan que okuparon la casa a instancias de un vecino del bloque, también magrebí, al ver que María Ángeles no volvía a casa.
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Lo de este pais es surrealista.