El éxito y el problema del tio blanco es que trata de combatir política con pseudociencia o con cachos de ciencia que se ajustan a su discurso. Si las feministas pillan el micromachismo de las ideas de unos psicólogos lo hacen porque les parecen lógicas no tanto porque sean científicas, como posmodernas que son se la repampinfla la cosa de la ciencia y propagan sus ideas mayormente como dogmas políticos porque para ellas es una cuestión cultural, de educación (de costumbres), de moda, de etiqueta, porque también es cierto que los códigos, artefactos, adornos, parafernalia, etc que exigían las relaciones entre clases o sexos no han sido inmutables a lo largo de la historia, y han surgido con fundamentos igual de blanditos popularizados por los políticos famosetes, los estilistas, los gurús o los tronistas de su época. Por lo tanto estas modas se deberían discutir con otros dogmas políticos, con razones de orden práctico, con empirismo cotidiano o con simple sentido común, pero no con verdades científicas o religiosas.
Esas apelaciones a las verdades del magister o del profeta funcionan para el populacho ignorante, pero a los escépticos les suenan a "gato encerrado", llámese gato al argumentum ad verecundiam. Lo que hace el tio blanco con el feminismo es como combatir el liberalismo o el comunismo por medio de la frenología, el darwinismo social, la psicología evolutiva o el Corán. De ese modo al final uno acaba pensando que, para qué se han puesto a tocar nada estos modernos, si todo estaba bien como estaba, los sistemas jerárquicos piramidales de antaño, las teocracias que construían pirámides o los sistemas feudales que iban del plebeyo al conde o al rey, estaban de hecho más en consonancia con la naturaleza humana que nos descubre la "ciencia" (incluso la que nos descubre ciencia de verdad, porque al fin y al cabo la naturaleza es bastante fascista).
La modernidad con todas esas ideas de libertad, igualdad y derechos humanos y su control orwelliano sobre las mentes (hasta el punto de no dejarnos utilizar pelucas ni calzones ¡hasta el punto de cambiar nuestra forma de vestir!) no habría hecho más que estresar la comunicación entre las jerarquías y emponzoñar las saludables relaciones entre mujeres, hombres, esclavos, siervos, criados, señores y sacerdotes. Por eso este hombre suena bastante reaccionario y magufo (seguidor de Jordan Peterson+Gustav Jung+Jesucristo), probablemente sin serlo.