Gallina que come huevos...
Marita, que hasta hace poco había sido una escuálida polluela, se convirtió de un día para otro en una voluptuosa gallinita doble pechuga. Muy coqueta, aceptaba los galanteos de cuanto gallo le gustara, después de todo era tiernita y tenía derecho a divertirse, ya tendría tiempo para la seriedad cuando fuera vieja y se le endureciera el pellejo. Sintiéndose libre, Marita se burlaba de las gallinas cluecas que tenían que estar sentadas calentando sus huevos horas de horas, levantándose apenas para alimentarse y desentumecerse ¡qué aburrido e incomodo les decía! Y la cosa empeoraba cuando eclosionaba la nidada, ya que las flamantes madres debían desvivirse cuidando de una docena de traviesos pollitos. No pues, eso no era para ella. Sin embargo, no paso mucho tiempo para que la naturaleza hiciera lo suyo y, horrorizada, la inmadura gallinita amaneciera con la novedad de haber puesto su primer huevo entre sueños; de plano Marita se negó a dejar de flirtear para hacer lo que las demás aves del corral. Por ende sin pensarlo dos veces, la desnaturalizada aprovechó que sus compañeras no se habían dado cuenta del hecho y picoteó con saña ese inoportuno huevo hasta derramar su interior, el cual sorbió del suelo sin dilación para luego, a fin de no dejar rastro, comerse el cascarón hecho trizas, acto seguido se acicaló las blancas plumas y, sin culpa, continuo con sus devaneos, como si no hubiese ocurrido nada. Huelga decir que repitió la misma abominación las siguientes puestas.
Pero como el señor granjero no tenía ni un pelo de tonto, pronto comenzó a sospechar de la maldad de Marita, conque, tras tenerla en la mira una semana, madrugó al gallinero y por fin pudo sorprenderla infraganti matando lo que hubiera sido otro de sus pollitos. Muy enfadado, la cogió del pescuezo presto a darle un castigo ejemplar. Así pues, poseído por esta determinación, tomó el filoso cuchillo con el que mataba a los animales de la granja y, sin ascos, le cortó la punta del pico; pico que envileció al asesinar a su prole. Aquel acto de salvajismo tenía la finalidad de impedirle comer huevo alguno. Ahora deforme por la mutilación, ningún galán volvió a pretender a la otrora hermosa gallina, que, al no poner más huevos, fue a parar a la olla.
¿Sabías que...?
Muchas jóvenes irresponsables de su sexualidad, al quedar embarazadas sin desearlo, recurren al ABORTO INDUCIDO, y en no pocos casos quedan imposibilitadas de concebir o incluso mueren, eso sin contar que este execrable acto también trae severas consecuencias psicológicas en la truncada madre.