No se habla de política porque sencillamente no interesa. El estímulo político hacia los ciudadanos se basa en una propaganda preelectoral regida por un sistema bipartidista en el que el hecho de que se elija un partido u otro carece de importancia, las cosas siempre van a ir como quieran los de arriba.
Tener unas nociones BÁSICAS de política supondría indagar en la historia de nuestro país, pero desde un punto de vista crítico: conociendo no sólo los hechos sino los factores que los motivaron y analizar todo este conjunto desde nuestro actual sentido ético; convendría empaparse de las grandes ideas filosóficas que han trazado el devenir de pueblos europeos así como de su pensamiento, de cuestiones sociológicas, antropológicas, económicas, geográficas y, en definitiva, un largo etcétera que en un país de analfabetos supone un conocimiento tan utópico como peligroso.
A una humilde servidora se le revuelven las tripas cuando criterios sin sentido engendrados por auténticos paletos en torno a cuestiones de política rayan sus oídos, a la par que respira con nostalgia aquel mayo del 68 en el que sin necesidad de redes sociales y demás niño muerto a alguien le dio por hacer algo.