La izquierda española y su tendencia a abandonar el patriotismo y los símbolos de unión estatales es digna de estudio.
Las izquierdas del resto del mundo cierran filas en torno a la bandera nacional para aglutinar bajo ella una realidad nacional que se da por hecho que es plural y luchar por objetivos comunes; pero aquí suele gustar más fracturar a la población y enfrentarla, focalizando los discursos en enemigos imaginarios o como mínimo menores.
Nunca lo he entendido. Una izquierda real y 100% materialista, que apueste por nacionalizar los sectores clave que garantizan los derechos humanos (energéticas, para empezar) y que no tenga complejos al defender los intereses internos (control férreo de la inmigración) y externos (no plegarse antes las demandas europeas más de la cuenta) del país, arrasaría en unas elecciones a poco que lleven candidatos bien formados y preparados.
Pero bueno, supongo que es más divertido asegurarse un nicho de votantes (veganos, colectivo LGTBI, feministas radicales, progres varios) y ocupar un sillón por el que te pagan 7000€ mensuales que escuchar a los trabajadores.