El 13 de septiembre de 2022, Masha Amini fue brutalmente apalizada por la llamada policía de la moral. Llevaba puesto el velo, obligatorio en Irán, pero no le cubría "correctamente" la cabeza. Eso fue suficiente para que los agentes la arrastrasen hasta subirla al furgón, pero la golpearon con tanta violencia que la dejaron en coma cerebral. Tres días después, esta joven iraní de origen kurdo y de tan solo 22 años moría en el hospital.
Su asesinato despertó el malestar de parte de la sociedad y desencadenó una ola de protestas en las que se denunciaron unas estrictas leyes de vestimenta que desde el año 1979 imponen el uso del hiyab. No hacerlo comporta penas de cárcel de hasta dos meses, pero el castigo por participar en manifestaciones es mucho mayor. Además, la policía responde a la mínima disidencia "sometiendo de forma rutinaria a mujeres y niñas a detención arbitraria, tortura y otros malos tratos", según denunció Amnistía Internacional. Muchas incluso desafiaron al régimen teocrático de los ayatolás cortándose el pelo y quemando sus pañuelos en público.
Casi un año después, y a pesar de la dura represión, el movimiento de protesta sigue activo. Es por eso que Teherán está acudiendo a la inteligencia artificial (IA) para endurecer su control sobre la ciudadanía. Según denuncia la oenegé Article 19, las autoridades están utilizando cámaras de vigilancia con sistemas de reconocimiento facial que les permiten identificar a las mujeres que no lleven puesto el velo. Así, las policía puede sancionarlas sin necesidad de intervenir directamente.
Las protestas contra la ley del velo han sido las más graves que ha vivido el país desde 2019, cuando el alza en el precio de la gasolina incendio las calles. Más de 500 personas habrían muerto por los excesos policiales y otras han sido condenadas a muerte. Además, su claro carácter feminista hizo que las manifestaciones diesen la vuelta al mundo, acentuando la presión sobre el régimen islámico. Aunque en marzo se concedió el perdón a unos 80.000 presos, entre ellos quienes salieron a denunciar el asesinato de Amini, diversos opositores señalaron que la amnistía busca aplacar los ánimos de los manifestantes.
En 2015, Teherán creó una base de datos nacional donde almacena datos biométricos de la ciudadanía como pueden ser su imprenta dactilar o su iris. Esa información es especialmente sensible, pues esas características físicas son únicas y permiten identificar a los individuos. Según Amnistía Internacional, son cada vez más las mujeres en Irán que reciben denuncias en casa por no haberse puesto el hiyab mientras conducían, con foto incluida. Desde el 15 de abril se habrían mandado ya más de un millón de notificaciones.
Teherán sigue engrasando su maquinaria de represión para tratar de amedrentar a los críticos. Es por eso que prepara la aprobación de la Ley de Apoyo a la Cultura de la Castidad y el Hiyab, un nuevo reglamento aún más draconiano que equipara el no llevar velo con la desnudez y que lo sanciona con penas de cárcel de hasta cinco años, además de otras penalizaciones como la confiscación del automóvil, deducciones de salario o la imposibilidad de acceder a servicios bancarios. El pasado 13 de agosto el parlamento iraní aprobó que sea una comisión a puerta cerrada la que se encargue de llevarla adelante, evitando así el debate público. La ley también perseguirá a quienes aboguen desde las redes socales por no llevar el pañuelo.
"El proyecto de ley podría describirse como una forma de apartheid de género, ya que las autoridades parecen gobernar mediante una discriminación sistémica con la intención de reprimir a las mujeres y las niñas hasta la sumisión total", han denunciado expertos de la ONU.
El régimen habría comprado esas cámaras de vigilancia a la empresa china Tiandy y se sospecha que el gigante chino Huawei también habría hecho negocio vendido los sistemas de reconocimiento facial utilizados para perseguir a las mujeres del país. Teherán también usaría cámaras de seguridad de Bosch fabricadas en Suecia y Países Bajos que se habrían modificado para adaptarlas a sus fines represivos, según el grupo de hackers Ghiyam Ta Sarnegouni.
Aunque se desconoce la capacidad real de esta tecnología, los medios afines al Estado como la agencia de noticias Fars han mostrado en televisión cómo funciona su nuevo sistema, que aparentemente es capaz de detectar los incumplimientos de la ley. Sea de día o de noche, todo rostro sin velo será identificado, vienen a decir.
Las autoridades llevan tiempo adoptando este método de intimidación. "Tras una advertencia inicial por mensaje de texto, se denegará el acceso a los servicios a las personas que persistan en hacer caso omiso del requisito del hiyab en los lugares de servicio público", explicó recientemente el Presidente del Comité de Consejos del Consejo Islámico. "Si dichas personas siguen resistiéndose a cumplir la norma, el asunto se remitirá a las autoridades judiciales para que prosiga la investigación".
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Es acojonante cómo estamos creando herramientas de represión cada vez más sofisticadas...