Día 7
Al despertarme siento un profundo dolor en la espalda, eso me pasa por dormir sin colchón, me estoy destemplado al dormir a estas temperaturas.
Salgo del camión de patatas y oteo a mí alrededor en busca de alguno de los infectados, pero no hay nadie “vivo” a la vista. Hoy seguramente conseguiré llegar a la cuidad de Huesca, ayer caminando por la autovía encontré numerosos coches que funcionaban y que podía arrancar, pero no podía sacarlos del inmenso atasco, las motos que había encontrado por el camino estaban todas estropeadas ya que al huir muchos de los motoristas habían acabado estrellándose contra arcen o habían acabado decapitados por culpa del quitamiedos.
Al final la suerte me sonrie, me encontré una pequeña moto de cross, era de ciudad pero alguien desesperado la había empleado para huir, se le había gastado la gasolina y había decidido proseguir a pie. De todas formas una moto sin gasolina tampoco me iba a servir de mucho, pero me vino a la mente el típico truco yanki y con un tubo que encontré tirado por medio de la carretera, conseguí sacar algo de gasolina de un coche y meterla en una botella de agua vacía que me había encontrado, una vez rellene el deposito y la botella, la metí junto al tubo en la mochila.
Cogí la moto y proseguí mi camino esquivando los coches con mi nuevo vehículo.
Tras un rato de viaje decidí hacer un alto y parar para buscar algo de comer entre los coches, alguien en toda esta puta carretera tiene que haber dejado algo de comer antes de morirse. Empecé a buscar entre los maleteros y en el equipaje de la gente conseguí encontrar un abrigo que me serviría para no pasar tanto frío, conseguí también una botella de litro y medio de agua y medio bocadillo de bacon con queso. En uno de esos coches encontré un hacha en el maletero, decidí cogerla para procurarme un arma para cuando se me gastasen las balas o para forzar puertas. El bocadillo solo hizo que abrirme el apetito así que ahora tenía aun más hambre. Me colgué el hacha de un lateral de la mochila para tenerla a mano y me metí la pistola, que había cogido de uno de los polis de la prisión, en el bolsillo, y monte en la moto para realizar los últimos kilómetros que me separaban de mi ciudad.
El sol estaba escondido entre las nubes y el frío era glacial, en este momento, justo antes de entrar a Huesca, estaba atravesando una zona de niebla, y se me formaba escarcha en el pelo y en la pestañas, tenia la moquilla congelada, cualquiera que me viera en estos momento debía de pensar que era un infectado, pues mi aspecto era muy similar al suyo, llevaba una semana desde que no me duchaba ya casi un mes sin afeitarme, y aunque todavía no tenia mucha barba, la que tenia estaba muy crecida. Las ojeras provocadas por mi insomnio me hacían parecer mas muerto que vivo, junto con la palidez propia de mi piel y aumentada debido al frió y a la inanición.
Conforme me acercaba a la ciudad comencé a ver las luces de un furgón policial, pocos metros mas adelante había un control por cerca de la salida del Eroski, uno de los policías me indico que parase, obedecí sin dudarlo y me detuve en el arcen.
-¿Que es lo que ha pasado carretera Zaragoza?
-No ha sobrevivido nadie, todos que se han quedado entre Zuera y Huesca están muertos y mas allá no se nada de lo que a ocurrido. ¿Qué es lo que ha ocurrido aquí?
-Ha habido un numero muy alto de bajas civiles, y los pocos que quedamos de la CACI nos hemos tenido que refugiar en este centro comercial hasta que ha pasado la horda, y ahora estamos acabando con los infectados que se han quedado atrás, ¿si quieres echarnos una mano?, andamos escasos de efectivos.
-Lo siento pero sigo mi propio camino.
-Esta bien pero ten cuidado, mucho de los infectados que han quedado atrás todavía andan por las calles, y las bandas se sitúan en la zona del barrio, al otro lado del río, no te aconsejo que vallas por allí, aunque han sido muy diezmadas a causa de la horda. Ah! y por cierto, si te interesa un grupo de supervivientes están llevando a cabo un programa de radio en el que dan información acerca de puntos de evacuación, y uno de ellos se sitúa en la ciudadela de Jaca.
-Gracias por la información. Adiós.
-Que te valla bien.
Prosigo con mi camino, pese a lo que dijo este hombre me dirigí hacia el barrio, quiero encontrar mi casa y buscar algo que me pueda ser de ayuda. Allí tenia un equipo completo de escalada y alguna que otra provisión escondida en un armario secreto de mi cama, además necesitaba unas buenas botas que me sirvieran para andar por la montaña, una brújula y pilas para poder usar la linterna durante bastante tiempo, no tenia intención de quedarme en la ciudad. Una vez me hubiese repuesto me iría dirección Jaca. No, no tengo intención alguna de ir al punto de evacuación, sino de dirigirme hacia mi pueblo, Castiello de Jaca. Allí estaría seguro durante una buena temporada, pese a que estaba cerca de los pirineos, por esas montañas era yo el que mas sabía.
Esperaba que al llegar a mi casa esta no hubiese sido saqueada, aunque no lo creo, el portal es bastante difícil de transpasar y las puertas son bastantes recias.
Una vez cerca del puente que separa la ciudad del barrio decido bajarme de la moto y proseguir a pie, para no hacer tanto ruido y no llamar la atención de las bandas ni de los infectados, el día me ayudara a pasar desapercibido ya que la niebla ahora me ayuda a infiltrarme en esta ciudad fantasma. Paso de calle en calle de portal en portal, procurando no ponerme al descubierto, cojo el camino que pasa por el pequeño parque botánico. Cientos de veces he pasado por este parque al volver a casa de la academia de ingles, o de quedar con los amigos, pero ahora a adquirido un aura fantasmal. Sinceramente me acojonó un poco (por no decir que un huevo) pasar por allí, en medio de un de los areneros había un perro, era marrón, no podría decir su raza, ya que debía ser un cruce de muchas, estaba comiendo una pájaro muerto en el suelo. No tenia ni idea acerca de si el virus afectaba a los perros u otros animales pero supongo que de haber sido así yo habría tenido que salir corriendo hace rato.
El perro pareció reparar en mi presencia, se acerco lentamente y se paro ante mí ladrando lastimosamente, no tenia comida ni para mi mismo, pero tampoco podía dejar que alguien matase a este pobre animal (además en caso de escasez podía comérmelo también). De todas maneras, no me dejo opción cuando seguí andando me siguió.
Bueno así por lo menos no iría solo, ahora tenia alguna compañía.
Poco después, cerca de la salida del pequeño parque botánico, en la pequeña placeta de “la rosa de los vientos”, encuentro una persona arrollidada junto a un cadáver, supongo que es un infectado. Ya es demasiado tarde para huir sin que se percate de mi presencia, el andrajoso individuo debe de pesar unos 150 Kg. de peso y lleva un frondoso bigote manchado de sangre. El zombi empieza a correr hacia mi gritando como un poseído, desenfundo la pistola, no había disparado nunca una de estas, y esta no iba a ser la primera vez, ya que tenia el seguro puesto y no tenia tiempo de averiguar como demonios se quitaba. De modo que desenfunde el hacha y me dispuse a golpearle en la cabeza. Cuando se acerco lo suficiente me aparte y le golpee en la boca, tumbándolo en el suelo y abriéndole una gigantesca brecha, aun se movía, y había visto muchas películas de zombis como para dejarlo así, de modo que me dispuse a cortarle la cabeza. El hacha estaba tan poco afilada que parecía que estuviese usando un martillo, la sangre lo salpicaba todo, los árboles la hierva, mi ropa. De mis ojos comenzaron a salir lágrimas, esta era una violencia a la que no estaba acostumbrada, y a la que no me acostumbraría nunca. Finalmente la cabeza se desprendió de los hombros, me desplome en el suelo, estaba en estado de shock, no me podía quedar allí mucho tiempo, ya que podían aparecer mas. Me quite la camiseta llena de sangre, y me dispuse a llegar de una vez por todas a mi casa.
Apenas quedaba una calle por cruzar, pero me encontré con un problema mas, uno de tantos a los que me enfrentaba a menudo. Otros cinco infectados atacaban a dos de los miembros supervivientes de las bandas de la ciudad, podría haber intervenido, podría haberles salvado la vida poniendo la mía en peligro, pero no lo hice, y no me arrepiento.
Mi pequeño perro me seguía en completo silencio, algo que yo agradecía, llegamos a mi casa sin mayores problemas, el edificio no parecía haber sido saqueado y la puerta estaba intacta, por desgracia no tenía las llaves. Con el hacha rompí la cerradura y entré, hice lo mismo con la puerta de la casa. Una vez dentro los recuerdo de una vida mejor asaltaron mi mente, allí estaba mi ordenador, mi televisión, mi sofá… En mi cuarto encontré mis libros de estudio, eché de menos aquella temporada en la que mi mayor preocupación eran los estudios. Me metí en la despensa y comencé a sacar cosas, buscando mi material de escalada, estaba al final del todo. Cogí una cuerda de escalada de unos treinta metros, mi arnés, varios de los distintos sistemas de seguridad que usaba para escalar con mi padre. En mi cuarto me cambie completamente de ropa y prepare una mochila con más, por si acaso. En la habitación de mi padre encontré el machete que le habían regalado a mi padre hace tiempo, era un machete militar, de las fuerzas especiales, supongo que me serviría de algo. Una vez preparado todo y ver que tenia comida para una semana, apretándome el cinturón me dispuse a dormir. Estaba de nuevo en mi cama, parecía que había pasado una eternidad desde que había dormido allí por última vez.
Pase unos días allí encerrado, el tener que dar de comer al perro hizo que la comida durase menos de lo esperado, pero al menos impidió que me volviese loco. Acabe cogiéndole cariño, algo que sabia que era un error en el mundo en que nos había tocado vivir.
Esta mañana decidí al fin ponerme en marcha quedaba comida para unos dos días, seria suficiente para llegar hasta Castiello de Jaca. Con sumo cuidado tratamos de bajar hasta el garaje sin hacer ruido, para no ponernos al descubierto nos metimos por la sala de calderas. En el momento en el que pisé ese oscuro pasillo supe que había sido una mala idea, pero decidí seguir adelante. La linterna alumbraba esa oscura instancia en cada esquina esperaba encontrarme con la muerte de frente. La caldera hacia un ruido infernal pese a que debía de llevar apagada más de dos semanas. El ruido provenía de su interior, me acerque a la superficie de la inmensa maquina y apoye la oreja en su superficie, y me sobresalte cuando algo golpeo justo donde yo me había apoyado. Mire a trabes de la verja que tenía y vi surcar la sombra de lo que seguro era una persona, o un infectado. Mire en su interior sin asomarme demasiado, y un liquido espeso que supuse seria sangre con resto de otro tipo de fluidos, que estuvo a punto de darme en la cara. En el interior de la caldera había un zombi, algún vecino lo debía de haber encerrado allí sin poder matarlo, o alguien podría haberse encerrado allí voluntariamente para no poner en peligro a los demás, una vez sabido en lo que iba a convertirse.
Abandone esa macabra escena en un momento. Una vez en el garaje busque mi coche, antes de salir cogí las llaves que se había dejado mi madre. Allí estaba, en la misma plaza de siempre, me sentí agradecido de que se hubiesen marchado en el convoy militar, dejándome las llaves y el coche intacto donde siempre. Tarde un rato en arrancarlo, y un rato más en cogerle el truquillo, todavía no me había sacado el carné, y hacia mucho tiempo que no conducía. Una vez fuera del garaje me dispuse a continuar mi camino, pero al parecer el ruido, había atraído extraños invitados, unos cinco infectados se arremolinaban entorno a la salida del garaje. Sin dudarlo les pase por encima con el coche. Lo que si me sorprendió fue oír el ruido de una uzi disparando contra mi, el cristal de la parte de atrás se rompió, y numerosas balas agujerearon la carrocería, pero escape sin mayores daños.
Conduje lentamente durante horas en los túneles depuse de Arguís me encontré con una gigantesca carnicería, habían cientos de cadáveres tirados en el suelo, y otros muchos que se lanzaron contra mi coche en cuanto entre en la oscuridad. Escape por los pelos y gracias a que había aprendido a quitar el seguro a mi arma, lo que me permitió deshacerme de dos infectados que se colaron por la parte de atrás de mi coche.
Aparte de estos incidentes llegue sin más dilación a Sabiñanigo donde me acabo de meter a pasar la noche en pequeño piso de las afueras, esta zona esta completamente arrasada, no e visto ni un alma por las calles, y espero que siga siendo así. Al fin después de mucho pensar he decidido llamar a mi pequeño cachorro, que acabe descubriendo que era hembra, Esperanza.