#2204 El artículo me produce sentimientos enfrentados. Me gusta, pero no.
Tiene cosas muy buenas, que me parecen totalmente correctas, pero lo tiene enfocado de una manera que considero totalmente negativa, intentando ser lo mas objetivo posible.
No puedes hablar de subjetividad de la forma de ver el mundo e intentar dar la solución a todos los problemas. No puedes criticar actitudes y respuestas ante la vida, y ser el primero en depender de ellas.
Pero en cambio, si, hay material muy aceptable. El amor, el amor es la clave para superar cualquier tipo de enfermedad que te lleva si o si a la depresión.
Pero perdonad que os decepcione, lo lamento mucho, el amor que te lleva a superarlo no es el amor de los demás, es el amor por uno mismo. Es así, simple, burdo e incluso algunos dirían que egoísta. Los demás no son mas que una ayuda, por triste que parezca.
Siempre lo explicaré con un ejemplo que extraje de mi experiencia. La gente enferma, porque padezca una depresión, o porque acaba llegando a ella, vivimos en un pozo. Un pozo negro, oscuro, opresivo, asfixiante y profundo, muy, muy profundo.
En este pozo, hay dos maneras de salir de el. Yo las vi las dos, con mucha claridad, y a la poca gente que lo he contado, la mayoría les asustó una de ellas. Os podéis imaginar cual es, ¿Verdad? Si, el suicidio. El suicidio es esa trampilla que hay al fondo del pozo, esa tablita de madera estrecha y fácil de abrir, pero que acongoja el pensar el sumergirnos en el abismo de la decadencia humana, que es la muerte. Pero ver esa segunda salida, no fue tan fácil.
En el pozo de cada persona, cambiará, pero en mi pozo, andaba, dormía, y comía dentro de el, todos los días. Al principio ignoré esa puerta, pero poco a poco empecé a notar el calor que emanaba, y llegué a pensar lo reconfortante que era.
Pero en ese momento, un un instinto animal apareció en mi. Porque no, no fue un fuego interior que ardía dentro de mi y me obligó a luchar por recuperarme. Al contrario, era algo pequeño, delicado, sencillo. Era una chispa. Como la chispa que produce el martillo de un herrero al golpear un trozo de metal al rojo. Es rápida, breve y fugaz. Pero la has visto, sabes que ha estado ahí, y debes agarrarte a ello.
Me agarré a esa chispa como el que se agarra a un clavo ardiendo, y miré hacia arriba. Miraba arriba del pozo con desesperación y asolado. Rabioso y furioso, porque nadie venía a ayudarme. Porque nadie era capaz de ayudarme. El amor incondicional y gratuito de mi familia y mis allegados se convertían en una falsa ilusión. Eran escaleras que no llegaban a ninguna parte.
Y lloré, lloré porque no había ninguna mano que me ayudase, porque la chispa que había visto, también se convertiría en un delirio que pasó por mi mente y que la única salida que tenía sería esa trampilla de madera cada vez mas llamativa que tenía bajo mis pies. Y entonces, cuando por primera vez de verdad pensé que eso podría ser una solución, lo vi.
No hay mas salvación para el pozo de la mente humana, que la que tu quieras darte a ti mismo. La mano por la que imploraba para que me ayudase a salir, no eran mas que las mías propias. Y entonces, mi pozo, de fría y lisa piedra negra, se transformó. Seguía siendo oscuro, seguía siendo opresivo, seguía siendo asfixiante, seguía siendo profundo... Pero escalable. Poco a poco, con paciencia y buena letra, empecé a hacerlo. Decidí, que mi destino solo dependería de mis decisiones dentro de mis circunstancias. ¿Y sabéis qué? Asumir que mi libertad era mi responsabilidad, fue ese último empujón que necesitaba para escalar hacia arriba.
Y oh amigos, no lo sabéis si no habéis pasado por ello, si no habéis salido del pozo. El amor incondicional de las personas, me dio de golpe en la cara. Ahí estaban, abrazándome fuera de mi pozo, reconfortándome y arropándome. Eran como esa ducha caliente que te tomas después de una lluvia de invierno. Como los calcetines que te pones para no notar el frío suelo de tu casa. Como el calor de una sopa que arde dentro de tu estómago y te templa. Como una manta suave y gruesa que calma tu cuerpo cuando estás febril...
Mi amor propio, mi propia decisión me había sacado del pozo, pero era el amor de mis seres queridos quienes me empujaban a seguir adelante. Porque la recuperación no es salir del pozo y ser libre. No, al salir del pozo te enfrentas a la realidad de que recuperarte es escalar esa montaña que ahora se planta ante ti. Claro, ya no estás deprimido, ya no eres frágil, pero si eres débil, y para fortalecerte y no caer de nuevo, tienes que subir cada día de tu vida, un poquito de la montaña.
Y espero, que el día menos pensado, ya no haya mas que subir y por fin descanse en la pradera de la cordura. Hoy por hoy, la montaña se ha convertido en una suave ladera, donde los míos me acompañan, pero soy consciente de que el día menos pensado me puedo quedar solo, y que dependerá de mí, mi libertad y mi responsabilidad, el no esconderme de nuevo en los pozos que me encuentre por el camino.
Ya había compartido mas trocitos de mi pensamiento, pero nunca nada tan profundo. Pero creo y tengo la esperanza de que esto pueda ayudar a alguien, pueda despertar esa chispita que necesitamos para seguir luchando. Esta es mi historia, ahora, en tus manos está el camino que escojas para la tuya.
Ama-gi.