La regla de las "tres al año" es un construcción social ancestral que acompaña al hombre desde la época de los Mamuts cuando, al calor de la hoguera cavernaria, batallaban entre ellos por encontrar el número perfecto.
Las tres al año siempre han estado ahí, acechando desde las sombras. Sus tres orificios siempre nos observan creando un triángulo perfecto en cuyo interior nuestra hombría puede descansar tranquila.
Debido al clamor popular y al libertinaje que estaba poniendo en peligro la rectitud de los hombres sabios en su sendereo hacia el conocimiento, se acordó reforzar las tres al año concediendo la potestad de no computar la última noche de cada año, como pagano que expía sus pecados en el primer solsticio de cada verano.
En definitiva, y quizás con la excepción de Brad Pitt o Nicolas Cage, las tres al año deben de ser respetadas; quizás no por tí, sino por todos los que vienen detrás.