El lenguaje es y representa la cultura viva de un pueblo, su historia, su legado, su propia existencia. En el caso del catalán evidencia las particularidades de una nación como la catalana, la cual por desgracia, carece de Estado propio, y se ve obligada a mantenerse por la fuerza dentro del yugo español.
A esto, señores, se le llama primordialismo. Este señor, que es un reaccionario, entiende la nación como ente orgánico, vivo, que se perpetua desde la noche de los tiempos y a través de los siglos de manera unívoca, relegando a todo lo que no entre dentro de esta "cultura viva" a lo no catalán.
Es muy fácil trazar un hilo desde Fichte, pasando por Bismarck y acabando en Hitler, para entender este posicionamiento.
Mucho cuidadín con esta gente.
PD: El noruego, al que tanto apela, es una lengua creada artificialmente a principios del siglo XX, es decir, es una lengua más plástica incluso que el euskera, que adolece de la misma enfermedad, y más pérfida en la administración que el catalán, que pese a ser una lengua existente -eso sí, no sistematizada-, estaba en claro retroceso hasta la llegada del romanticismo.
Veamos que dice el historiador marxista Hobsbawm, que es un especialista en el tema:
Tampoco el catalanismo como movimiento (conservador) cultural y lingüístico se remonta más allá del decenio de 1850 y la fiesta de los Jocs Floráis (análogos a los Eisteddfodau galeses) no se resucitó antes de 1859. La lengua misma no se estandarizó eficazmente hasta el siglo XX y el regionalismo catalán no se interesó por la cuestión lingüística hasta mediados del decenio de 1880 o más tarde.[190], Se ha sugerido que el desarrollo del nacionalismo vasco llevaba unos treinta años de retraso respecto del movimiento catalán, aunque el desplazamiento ideológico del autonomismo vasco de la defensa o la restauración de antiguos fueros feudales a un argumento lingüístico-racial fue repentino: en 1894, menos de veinte años después del fin de la segunda guerra carlista, Sabino Arana fundó su Partido Nacionalista Vasco (PNV), inventando de paso el nombre vasco del país («Euskadi»), que hasta aquel momento no existía.