Nicotina, mdma, alcohol, etumina, cafeina, trabajo, diazepam, apuestas, videojuegos, comida a domicilio, discutir, robar, ansias de poder, avaricia, sabelotodismo, ordenadores, gula, pereza, anorexia, vigorexia. ¿A cuantas cosas podemos engancharnos?
Como bien reza la marca de tabaco de las películas de Kevin Smith (NAILS, o traducido clavos) son siempre diferentes tipos de clavos los que nos unen a una cadena de adicciones e incluso las combinamos. No existen drogas puente como tal, si existe un inicio en la cadena de todas ellas pero... ¿Donde está ese primer clavo de la cadena?
¿Recordáis vuestro primer momento de euforia? ¿Podríais decirme cuando perdisteis esa euforia? ¿Que os hizo dudar?
Realmente cuando te enamoras por primera vez ¿Pierdes? Quiero decir, cuando eres pequeño todo el mundo es una gran fantasía, la mera existencia es un grandioso misterio y un motivo para ser feliz, pero ahí hay felicidad, no euforia. La euforia llega en forma de unión, ya sea un amor infantil, el primer beso adolescente, el primer polvo a los 40, o la celebración de un gran éxito que te hace enamorarte de ti mismo.
No voy a entrar en una discusión de creencias metafísicas sobre el libre albedrío o el determinismo, pero seamos sinceros, lo único que sabemos hacer es rotar clavos, nadie está exento de una adicción. Nadie es tan puro ni tan saludable. Conozco gente que afirma, sabe y confirma que correr maratones es malo para la salud y se las prepara de vez en cuando.
Por eso vuelvo al punto anterior. El amor es ese primer clavo, y perderlo, o caer en desgracia lo que te hace perder el rumbo. Aquí siento envidia de los creyentes porque viven absortos bajo el infinito amor de Dios (Como Ayrton Senna, que en paz descanse).
Supongo que habrá negacionistas sobre que a ciertas edades el amor no existe. Que les folle un pez. ¿Vamos hacia una sociedad limpia y pura? No, porque si eliminamos el amor, seremos estériles e inhumanos.
¿Podemos aplicar una Ley Seca y ver como la gente se desquicia en sus momentos oscuros? En mi opinión no. Todos somos hijos de adictos, todos en algún momento sentimos amor y lo perdimos, el de otra persona o el de uno mismo, todos ansiamos el verde, todos ansiamos algo en la vida. Incluso alguna vez perdemos el amor propio y el reconocimiento.
Nos ponemos etiquetas y nos las ponen. El bullying es casi un proceso natural, pero está mejor contenido en la red que en el campo físico, hasta que desaparezca.
Hasta que desaparezcan fronteras y barreras ideológicas, hasta que nos demos cuenta de que somos humanos y la verdadera amenaza viene desde arriba, sin referirme a Dios en ningún momento.
Refiriendome a que somos hormigas en un planeta que viaja por el universo hacia un lugar aun por determinar. Desde Bill Gates, hasta el último mono.