Me he cruzado con esta entrevista y me llama la atención varias cosas, pero especialmente esta:
«Claro que se nos exige más que a los hombres. Físicamente, la mujer no tiene la corpulencia ni la misma resistencia. Las pruebas físicas deberían adecuarse no para que se exija menos sino para que se nos exija exactamente lo mismo pero en proporcionalidad al cuerpo de una mujer. La Policía Nacional tiene que darle un giro»,
Y no puedo evitar preguntarme… acaso los criminales organizados, terroristas, locos, psicopatas… todos ellos adecúan su físico al nivel de una mujer? Meten cuotas de mujeres en sus grupos criminales?
Igual me estoy haciendo mayor, pero (y no solo) para los grupos de elite, preferiría que entraran los mejores, sin cuotas, ni polladas, ni correcciones políticas, los mejores.
Aquí la entrevista completa
«
Si pusiera mi currículo y una foto con la cara cortada te aseguro al 100 % que estaría en el GEO, al menos en el curso». Ha pasado por el Ejército, tiene cursos de paracaidismo y buceo, es cinturón negro en defensa personal, ha realizado adiestramiento armamentístico, es atleta de alto rendimiento y compite a nivel internacional, pero María José (nombre simulado para preservar su identidad real) no ha logrado cumplir su gran sueño profesional: ingresar en el Grupo Especial de Operaciones (GEO), la unidad de élite de la Policía Nacional.
Esta agente es una de las escasas mujeres que se ha presentado varias veces para lograr una de las plazas que da acceso a realizar el exigente curso de especialización –leit motiv de la serie documental estrenada por Amazon Prime el pasado 15 de octubre- para poder enrolarse en el GEO. Conseguirlo no es tarea fácil: en la última convocatoria presentaron la solicitud 300 policías, superaron las pruebas un centenar y sólo 12 lograron calarse la boina granate, distintiva de esta unidad creada a finales de la década de los 70 e inspirada en el grupo antiterrorista alemán GSG-9.
María José llegó a superar las de aptitud física -la primera criba- pero no la consideraron apta en la prueba de conocimientos, lo que le apeaba de la carrera para conseguir un billete que le permitiera realizar el curso de siete meses y medio que retrata de forma minuciosa la docuserie televisiva tras 180 jornadas de grabación. Salvo tácticas avanzadas, preservadas para no comprometer su eficacia en el futuro, las cámaras han captado el día a día de los duros entrenamientos a los que se enfrentan los aspirantes que sueñan con vestir el uniforme de esta unidad.
El GEO y el GOES -Grupo Operativo Especial de Seguridad, dependiente técnicamente del primero- siguen marcando el techo de cristal a nivel operativo para las mujeres en el Cuerpo Nacional. La presencia de féminas en la plantilla no sólo ha crecido cuantitativamente en los últimos años hasta superar hoy las 10.000, sino también su nivel de responsabilidad en la institución: una comisaria principal, Pilar Allué, llegó a ser la número tres del Cuerpo en su calidad de subdirectora general de Recursos Humanos y Formación. En la actualidad, el personal femenino tiene presencia en casi todas las escalas y especialidades menos en las citadas unidades de élite, encargadas de llevar a cabo misiones especialmente críticas. La última, ayudar a la evacuación de los españoles y colaboradores afganos en Kabul (Afganistán) tras la conquista de la capital por los talibanes.
«Me sorprende muchísimo que a estas alturas no haya todavía una sola mujer en el GEO. Que sí formen parte del SWAT en EEUU [desde 2015], que haya en otros países avanzados y ¿en España no? Esto tiene que cambiar algún día. ¿Cuándo? Es una lucha constante, pero alguna será la primera y abrirá el camino», señala a este diario María José, que accede a contar su experiencia a El Independiente bajo condición de anonimato.
Paso por el Ejército
Ella descubrió que quería ser GEO en 2006. Enrolada entonces en el Ejército, coincidió con un grupo de boinas rojas en la Academia del Ejército del Aire en San Javier (Murcia) haciendo el curso de paracaidismo. «Fue verlos y me gustó la forma de trabajar que tenían, cómo hacían las cosas, que iban en equipo… Me llamó la atención y me informé acerca de quiénes eran y qué hacían. A partir de ahí tomé la decisión de estudiar para entrar en la Policía y luego intentar pertenecer a este grupo «, recuerda María José.
Hace más de una década que aprobó las oposiciones para ingresar en el Cuerpo Nacional. El primer objetivo lo logró, pero no el segundo. Se ha presentado en varias ocasiones -tanto para el GEO como para el GOES- pero no ha conseguido llegar a la meta. «Por mi preparación, mi condición física, mi currículum, mi palmarés… ¿Qué no puedo hacer yo que hagan ellos? ¿Por qué no puedo hacer ese tipo de trabajo?», se pregunta tras recordar su experiencia en materia de instrucción durante su paso por el Ejército y su acreditada capacidad física.
Para tener opciones de llegar al curso de especialización hay que superar previamente diversas pruebas. La primera es la de la aptitud física, en la que el candidato ha de correr ocho kilómetros en no más de 38,01 minutos (la máxima puntuación se alcanza con 35 minutos o menos), nadar 50 metros en estilo libre por debajo de los 40 segundos, superar un circuito de velocidad-agilidad en un máximo de 11,2 segundos, saltar verticalmente al menos 53 centímetros y hacer como mínimo 12 dominadas (desde la posición de suspensión pura con las palmas al frente y total extensión de brazos y piernas se flexionan los brazos asomando la barbilla por encima de la barra, extendiendo luego totalmente los brazos).
Los agentes que no obtienen al menos tres puntos en cada una de las cinco pruebas quedan inmediatamente apeados, exigiéndose la misma marca para hombres y mujeres. Los funcionarios que son declarados aptos en las físicas han de enfrentarse a un examen de conocimientos tipo test con preguntas extraídas de un manual operativo previamente publicado en la web de la División de Formación y Perfeccionamiento.
El siguiente filtro es la prueba en la que se valora la personalidad del aspirante teniendo en cuenta las características del trabajo a desarrollar y se concluye con la entrevista personal, con la que se determina la idoneidad de los candidatos. Sólo los que superan estas cuatro pruebas pueden participar en el curso que, desarrollado en siete meses y medio, abre la puerta para ingresar en el Grupo Especial de Operaciones.
Dar «el 100%»
«Un hombre necesita para prepararse tres o seis meses, en caso de que no haga deporte. Yo me considero físicamente más preparada que quizá un hombre porque tengo que dar el 100 % y ellos, el 60 o 70 %. Es una pena que no se nos dé una oportunidad real y que tengamos que seguir demostrando que podemos desempeñar el mismo trabajo que cualquier otro compañero», lamenta esta funcionaria. Y añade: «Si yo hiciera el curso y viera que no valgo, seré la primera que diría con orgullo que lo he intentando pero que no ha podido ser».
Su condición física le ha permitido llegar a superar las exigentes pruebas físicas, pero no el test de conocimientos. María José reconoce que el temario «no es difícil» y desconoce qué nota obtuvo; sólo sabe que no la declararon apta, lo que le impidió seguir adelante. Después de haber pasado por el Ejército, ella también se ve con capacidad mental y de resistencia, otras de las cualidades que los mandos de los GEO buscan en el proceso de selección para contar con efectivos que aguanten situaciones especialmente comprometidas.
En su opinión, el hecho de que sea tan escaso el número de mujeres que se presenta en las convocatorias dificulta la presencia femenina en el GEO. «Si nos presentáramos 50, alguna entraría seguro. La pena es que ya muchas tiran la toalla antes de intentarlo. La Policía Nacional proyecta también imagen ante la sociedad y es importante que nosotros estemos ahí», destaca.
El SUP cree que las pruebas físicas deberían «adecuarse» para que se exija «exactamente» lo mismo a las mujeres que a los hombres
Marisa Estévez, secretaria general de Igualdad en el Sindicato Unificado de Policía (SUP), está convencida de que en un «futuro cercano» habrá alguna mujer integrada en el Grupo Especial de Operaciones. «Es una cuestión de tiempo», augura. Si ingresan en el Cuerpo mucho menos mujeres que hombres (75-25 % en la última promoción que juró el cargo), la proporción «es muy pequeña» en pruebas tan específicas como las que regulan el acceso a estas unidades especiales.
Estévez recuerda que se necesita una «dedicación total» -el curso de especialización dura siete meses y medio- y que es la mujer «la que sigue llevando casi todo el peso de la conciliación», factores que explicarían también la escasa presencia de compañeras policías que quieran acceder al GEO. Tampoco pasa por alto esta sindicalista la exigencia de las pruebas físicas, un muro insalvable para muchas al exigirse las mismas marcas que a los varones.
«Claro que se nos exige más que a los hombres. Físicamente, la mujer no tiene la corpulencia ni la misma resistencia. Las pruebas físicas deberían adecuarse no para que se exija menos sino para que se nos exija exactamente lo mismo pero en proporcionalidad al cuerpo de una mujer. La Policía Nacional tiene que darle un giro», defiende la representante del SUP, que no ve tampoco diferencia desde el punto de vista psicológico entre unas y otros: «Tenemos otro perfil, pero ambos son necesarios y en unidades de élite se complementan».
Siendo ya madre, María José ve cada vez más difícil conseguir el sueño que empezó a acariciar en Murcia hace 15 años, pero quizá vuelva a intentarlo nuevamente. «Sé que va a estar muy complicado y, aunque apruebe, al final me voy a quedar ahí», dice convencida la agente, en velada alusión al «criterio subjetivo» que prima en las entrevistas finales. «Cada vez que convocan las plazas se me activa el gusanillo y me digo: ¿Por qué no?», añade.