Hace mucho, mucho tiempo, fueron alumbrados tres hermanos al mundo. El primero nació bajo el signo de la adoración al padre de la creación, su nombre era Reli. El segundo nació bajo el signo del progreso para la humanidad, su nombre era Cien. El tercero vio la luz finalmente bajo el signo del amor y la sabiduría, y su nombre fue Filo.
Aun habiendo nacido bajo estos preceptos hermosos y gratificantes nunca llegaron a entenderse. Es más, en muchos casos llegaron a enfrentarse en guerra abierta sin un ganador claro. Reli decía: Yo nací bajo el signo del padre y creador de todas las cosas y veo por medio de la fe, por lo tanto yo poseo la razón. A lo que Cien replicaba: Yo nací bajo el signo de esa razón a la que aludes, puedo demostrar y demostraré que yo tengo el testimonio real. Mientras tanto Filo contemplaba a sus hermanos sumido en sus pensamientos: La meditación y la contemplación ahí esta el entendimiento, la coordinación es fundamental. Y eso es discernimiento.
Tras largas deliberaciones decidieron consultar a un gran sabio del que habían oído hablar. El gran maestro vivía en lo alto de un monte, el monte Verus. Ningún hombre estuvo antes allí, la tarea era colosal y los hermanos lo sabían.
Los tres hermanos miraban a lo alto, el monte parecía inalcanzable, gigante y hermoso. Reli entonces tomó las riendas: adelante hermanos nuestra fe nos hará el ascenso sencillo y gratificante. A lo que Filo respondió: Quizá yo no poseo esa fe hermano, quizá yo poseo la idea de un hombre libre trabajando duro ante las dificultades y en equipo, yo coordinaré la marcha, ataos estas cuerdas y seguid mis instrucciones, todo irá bien. Finalmente Cien extrajo de su bolsa tres pares de botas: Mirar he diseñado este calzado para cada uno de nosotros, así la nieve o el polvo no harán que resbalemos y caigamos al abismo, ademas he calculado el índice de probabilidad de que suframos un accidente y es mínimo. Los tres se miraron y vistieron los escarpines de buen grado. Son cómodas dijo Reli, Buena idea dijo Filo.
El ascenso era difícil. La nieve cubría casi la totalidad del monte y Reli tiraba del grupo como si la fatiga no hiciera mella en él. Mientras Cien Y Filo, agotados, agradecían el empujón enérgico de su hermano que se alimentaba de esa fe que ellos no conocían.
Las jornadas pasaron y finalmente los tres hermanos pisaron la cima. Solo el viento gélido y grandes nubes de tormenta les saludaron, una gran cueva se abría en el último risco que les quedaba por conquistar. Filo tomó la iniciativa: Cien revisa la caverna necesitamos saber si es segura. Reli tu prepararás lo necesario para pasar la noche, y yo iré a por leña, necesitamos encender un fuego.
Al calor de la lumbre los hermanos descansaron y compartieron sus experiencias. Reli decía: Que hubiéramos hecho si Cien no hubiera tejido estas magníficas botas, sus pinchos nos han agarrado al hielo y a la tierra. Filo ha coordinado la marcha, ha tenido una gran idea al unirnos por medio de una cuerda, la seguridad es muy importante, gracias hermanos.
El turno pasó a Cien: Tu muestra de fe me convence Reli has tirado de un grupo agotado y casi vencido, convirtiéndonos en uno. Filo, has hecho que nuestros esfuerzos sean fructíferos uniéndolos en una dirección, gracias hermanos.
Finalmente Filo meditó por unos segundos: Que puedo decir que no haya sido dicho ya, solo que me siento más feliz de lo que me he sentido en toda mi vida, gracias hermanos.
Tras finalizar una cena frugal los hermanos descansaron. El sueño fue el mismo para todos ellos y era tan hermoso que decidieron no despertar jamás para que ese sueño iluminara al mundo.
Desde entonces cualquier hombre que quiera subir a la montaña de Verus sabe que ha de calzarse las botas de la razón, atarse la cuerda de la sabiduría y finalmente trabajar duro en la fe.
Verus: Verdad en latin