La profecía es una lista cronológica de lemas, al modo oráculo, referida a los 112 Papas y antipapas que a partir del año 1143 se sucederían en el trono de San Pedro. Y, como escribía en ABC Ángel Izquierdo, a veces «muestran coincidencias históricas sorprendentes, otras se refieren al blasón familiar o al apellido del Pontífice». El recién retirado Benedicto XVI fue el 111, y su lema, la breve frase de la profecía, era «De Gloria Olivae» («de la Gloria del Olivo»). Teniendo en cuenta también que anunció su marcha el día 11, los amigos de las cábalas tienen material de sobra para empezar.
El próximo Papa que llegue será el 112, será Pedro el Romano, el último, en el que durante su reinado se destruirá la ciudad de las siete colinas tal como dice en este caso la profecía: «Durante la persecución final de la Santa Iglesia de Roma reinará Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones, tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el Juez Terrible juzgará al pueblo».
La lista de Malaquías, sobre la que la Iglesia no se ha pronunciado oficialmente, ha dado pie a numerosas especulaciones a lo largo del tiempo, a numerosas interpretaciones para cada uno de los lemas y su relación con cada Papa respectivo. Para ello, como se dice arriba, se tiene en cuenta el nombre, el apellido, el lugar de nacimiento, el escudo, el título, etc. Por ejemplo, la divisa correspondiente a Pio X es Ignis Ardens (Fuego Ardiente), bajo cuyo pontificado, en su último mes prácticamente, estalló la primera guerra mundial. O Pablo VI, cuyo lema era Flos Florum (Flor de flores) y cuyo escudo de armas eran tres flores de lys, como relataba Jean Charles de Fontbrune en su libro que estudiaba estas profecías.
Aunque Fontbrune también anunciaba que el próximo pontífice, finalmente Joseph Ratzinger, sería «judío, y Jerusalén, la capital del imperio de la cristiandad». Además de explicar que tanto San Malaquías como Nostradamus señalaban 2026 como la fecha de destrucción del Occidente Cristiano por parte de las «hordas orientales».
Y, por otro lado, están los reacios a creer estas profecías, que argumentan la «difícil» relación entre cada lema y pontífice, retorcido para encontrar el vínculo, o que esa tardanza de varios siglos en aparecer en el mundo bien podría tener una «intención de influir», como se lee en Der Spiegel, en la elección de futuros pontífices. Además, también se señala que desde que fueran escritas hasta que vieron la luz, las profecías se acercan mucho más casualmente al respectivo pontífice que las posteriores a su publicación.