A lo largo de este viaje que es la vida, el ser humano debe de tomar decisiones decisivias en el transcurro de ésta, y una de ellas es la de contraer matrimonio.
No, aún no me caso, y no sé porque empleo tal advervio ya que en el caso que encuentre el ¿Amor verdadero? No tendré que manifestarlo mediante una ceremonia obsoleta y superficial economicamente hablando.
El asunto es que el hermano de un no muy amigo mío va a contraer matrimonio con una bella dama del sur (Málaga), y éste va a determinar una pequeña cláusula en el documento legal, la separación de bienes, me voy a ahorrar la explicación de dicho documento, pues intuyo y espero que todo el mundo tenga unas nociones básicas de lo que es.
El dilema de todo esto es que el susodicho y futuro marido aún no le ha comunicado a su pareja los últimos adornos de la boda, por lo tanto desconocemos su opinión (de ella) sobre dicha condición en el contrato, ya que el agraciado ni siquiera lo dejó caer en una de sus tantas conversaciones pre-matrimoniales. Podríamos decretar que el jóven ha llegado a tal punto de indecisión que no sabe si continuar adelante con el proyecto de vida o no.
Todo esto me ha dado que pensar, y en un acto de empatía he intentado ponerme en el lugar del "afortunado", y la verdad es que he llegado a una conclusión bastante clara y concisa, tal vez hayan sido 3 segundos lo que me ha llevado a ello... o 4! No sé...
La pregunta es, que opinais sobre la separación de bienes? Pensais que en un acto de complicidad y unión como es el matrimonio hay que dejar llevarse por la estadística en cuanto a divorcios se refiere en este país y dejarlo todo "atado y bien atado" demostrando a la vez no una plena confianza en Himeneo? En mi opinión, clara y rotundamente sí.