La intención de este post es que dependiendo de vuestras respuestas, el relato avance de un modo u otro. Es como una historia a petición del personaje de turno.
He colocado este hilo aquí y no en FEDA porque quiero que se tome en serio ( y de no hacerlo, aquí hay gente dispuesta a hacer justicia ). Vamos, que de no ser así, se puede proceder a pedir moderación tan frescamente. Yo voy a seguir con mi historia y el que haya intentado joder el hilo llorará junto al niño Jesus durante un tiempo largo.
Cuando acabéis de leerlo ( no voy a hacer los trozos largos porque conozco la idiosincrasia de este foro ) deberéis decir si preferís que el relato siga por un camino bueno o malo. El bueno hará que todo lo que le pase al protagonista sea bonito como un dia sin nubes. El malo, será muy divertido. Y si creéis que tenéis una idea increíble para seguirlo, sólo tenéis que decirlo y, si me agrada, la tomaré y seguiré por ahí.
Capítulo 1: El despertar
Después de la oscuridad todo es dolor. Después de la inconsciencia llega la realidad. Siento como mi cuerpo se retuerce mientras mis parpados se abren, pesados como piedras. Tengo la boca como la parte de una alfombra que se arrastra por el suelo; seca y llena de mierda. Trago saliva y un quejido se ahoga en la garganta. El ceño fruncido y los ojos entornados delatan mi malestar. Un largo suspiro.
Hincando los codos en el colchón, logro incorporarme lentamente. Parezco un puto abuelo de esos a los que no les queda más que la última meada. Mis sentidos se despiertan paulatinamente, y es entonces cuando me doy cuenta de que mis oídos han estado pitándome desde que mi olfato notó ese olor a amoníaco introduciéndose hasta el estómago. Carraspeo un par de veces y escupo al suelo un gargajo sanguinolento que se pega a la baldosa como un parásito abraza a su víctima. Imagínate una ‘solitaria’ agarrándose fuertemente a las paredes interiores de tu intestino delgado mientras con sus miles de dientecitos repugnantes devoran todo lo que debería llegarte a ti al organismo. Comes y comes pero no engordas. Ni engordas ni te nutres. Entonces te llevan al médico, te diagnostican lo que tanto temes y al cabo de dos semanas estas cagando durante dos o tres minutos ese gusano largo como un día sin agua en pleno desierto. Ese gusano que te desgarra el intestino grueso y el ano porque va soltando dentadas mientras el doctor tira de esa cosa hacia fuera. Como si quisiera recoger cuerda. Un doctor recoge una larga cuerda que te has tragado hace un tiempo y este es el resultado, así que vigila lo que comes.
Froto mis ojos con fuerza y me siento en la cama. Es una de esas camas azules, con una sábana azul y con su almohada del mismo color. Las patas de la cama, esos cilindros metálicos cromados, rematados por unos tacos de goma se tambalean cuando doy un pequeño salto para aterrizar torpemente sobre el suelo.
Sigo sin oír nada, y la puerta entreabierta me advierte que algo no funciona bien: hay una mujer vestida de blanco hospital tumbada boca abajo frente a esta habitación. Me acerco lentamente y la observo desde cerca. Tengo los ojos entrecerrados como si hiciera un Sol de la hostia. Tengo la boca abierta con los dientes apretados como si estuviera mirando directamente a una luz cegadora. La observo con esta cara porque mis ojos todavía no se han amoldado a la luz diurna y me escuecen.
Alargo mi mano para tomarle el pulso…
PD: Cuando haya escogido una de vuestras respuestas os lo haré saber para que no sigáis respondiendo. El caso es que tampoco quiero que sigáis respondiendo mientras yo escribo lo que me sale de las pelotas.