LA TRAGEDIA DE ALFONSITO
En marzo de 1956 ocurrió un incidente que alteró de manera radical las relaciones de Don Juan Carlos con sus padres. Su hermano Alfonso, de 14 años, y él pasaban las vacaciones de Semana Santa en Estoril. Alfonsito estaba considerado como el preferido de la familia, divertido, inteligente y más simpático que su hermano mayor. Su pasión por el golf y la vela habían hecho que Don Juan se sintiera muy cercano a él.
El 29 de marzo, Jueves Santo, después de una misa vespertina en la iglesia de San Antonio de Estoril, la familia habría regresado a casa. A las ocho y media de la noche, el coche del médico de familia, el doctor Joaquín Abreu Loureiro, paró en seco a las puertas de Villa Giralda. Según parece, ambos muchachos habían estado en el cuarto de juegos, en el primer piso de la casa, entretenidos en tirar al blanco con un pequeño revólver, del calibre 22, mientras esperaban la hora de la cena. El comunicado oficial distribuido por la Embajada de España en Lisboa sobre la muerte de Alfonso decía: «Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos.El accidente se produjo a las 20.30, después de que el Infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la Santa Comunión». La decisión de silenciar los detalles fue adoptada personalmente por Franco.
Surgieron, sin embargo, inevitablemente, rumores de que la pistola estaba en manos de Don Juan Carlos en el momento en que se produjo el fatal disparo. Doña María de las Mercedes dio a entender tiempo después que Don Juan Carlos, jugando, había apuntado el arma hacia Alfonsito y, sin saber que la pistola estaba cargada, había accionado el gatillo. En parecidos términos, parece que el propio Don Juan Carlos confesó a un amigo portugués, Bernardo Arnoso, que él había apretado el gatillo sin saber que el arma estaba cargada, se disparó y la bala rebotó en una de las paredes y alcanzó a Alfonsito en toda la cara.
Don Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Don Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza.Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Don Juan le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado allí con un avión militar español en el que el Príncipe fue devuelto a Zaragoza. El incidente afectó sobremanera al Príncipe y acentuó su tendencia a la introspección. Más solo que nunca, se volvió taciturno y medía al máximo lo que decía y lo que hacía.
Para superar la tragedia de la muerte de Alfonsito, parece que Don Juan Carlos adoptó una especie de alegría forzada y, como correspondía a un joven de 19 años, pasaba todo el tiempo que sus estudios le permitían e compañía de chicas. Hubo muchas y él sentía una cierta disposición a pensar que se enamoraba de todas. La que parecía la candidata más probable a casarse con él era una amiga suya de la infancia, Maria Gabriella di Savoia, una vivaz y atractiva rubia, hija del exiliado Rey Umberto. Sin embargo, en diciembre de 1956, durante las vacaciones de Navidad en Estoril, conoció a la condesa Olghina Nicolis de Robilant, una aristócrata italiana de extraordinaria belleza, que había intervenido como actriz en algunas películas de escaso relieve.Mantuvieron unas relaciones amorosas esporádicas que duraron hasta 1960. Ella le encontraba apasionado e impulsivo.
El enlace de #22 y #27...
PD: Ophidian: no es retrasado ¬¬