Éstas son algunas de las revelaciones que el periodista italiano Gianluigi Nuzzi incluye en su nuevo libro, 'Via Crucis', que saldrá a la venta este jueves y que, como su título indica, puede convertirse en un auténtico calvario para la Santa Sede. El autor publicó en 2012 'Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI', en el que destapaba el denominado escándalo del Vatileaks que llevó a Joseph Ratzinger a renunciar a su pontificado.
En su nueva obra, el autor detalla algunos de los escándalos financieros que descubrió la denominada COSEA -por sus siglas en italiano-, es decir la comisión creada por el Papa Francisco en julio de de 2013 para conocer la situación económica del Vaticano tras constatar una realidad que clamaba al cielo: que existe una total "opacidad" y "descontrol" en las cuentas de la Santa Sede. El sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda, que la Gendarmería vaticana detuvo el pasado fin de semana por supuestamente filtrar documentos confidenciales, fue secretario de dicha comisión.
El libro de Nuzzi enumera tal cantidad de situaciones vergonzosas que pondría en entredicho la supuesta benevolencia y caridad de la Santa Sede. Y además aporta documentos del Vaticano para demostrar que lo que denuncia no es ninguna invención. Unas 35 páginas de las trescientas que tiene el libro están destinadas a reproducir esta documentación.
Beatificaciones y santificaciones, ¿milagro o dinero?
"Para abrir una causa de beatificación pueden ser necesarios unos cincuenta mil euros, a los que después hay que añadir al menos otros quince mil para los costes de la operación", afirma el periodista en 'Via Crucis'.
Según Nuzzi, las beatificaciones y santificaciones no se basan en los supuestos milagros que ha realizado el interesado, sino en el dinero que se paga a la Santa Sede. "El coste es de alrededor medio millón de euros de media", asegura. La "fábrica de los santos" es una auténtica máquina de hacer dinero, que llegó a su cénit durante el pontificado de Juan Pablo II, dice Nuzzi. Con Karol Wojitla, se realizaron 1.338 beatificaciones y 482 santificaciones. Sin embargo, denuncia el periodista, no hay ningún registro contable de los beneficios astronómicos que dichas celebraciones comportaron al Vaticano.
La caridad, un agujero negro
De la misma manera, la caridad vaticana es otro "agujero negro", según Nuzzi. La gestión del denominado Obolo de San Pedro -las limosnas de los fieles para obras de caridad- es un "misterio". Cada año se publica cuánto dinero obtiene la Santa Sede de esta manera, pero no cómo se gastan estos fondos, destaca el periodista italiano. En su libro, lo revela: de los 53,2 millones de euros obtenidos por el Obolo de San Pedro en 2012, 35,7 millones (un 67% del total) se destinaron a la curia romana, 6,3 millones (12,4%) se guardaron como fondos de reserva, y sólo unos 11 millones se destinaron de facto a obras de caridad.
El inmenso patrimonio inmobiliario
Nuzzi también dedica un capítulo de su libro a repasar el inmenso patrimonio inmobiliario de la Santa Sede en Roma, y a poner en evidencia el trato de favor que recibe la Iglesia, en muchas ocasiones exenta de pagar ni tan siquiera un euro de alquiler o impuestos. El autor afirma que la Santa Sede tiene cinco mil inmuebles en el centro de Roma o la Ciudad del Vaticano, según documentos de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa) a los que ha tenido acceso.
Por ejemplo, el periodista detalla que el Vaticano goza en la capital italiana de 115 inmuebles por los que paga alquileres tan "irrisorios" que van de los 1,72 a 100 euros mensuales. Asimismo, Nuzzi reproduce en 'Via Crucis' una tabla donde indica la superficie de los apartamentos donde viven los cardenales de una Iglesia que se proclama "de los pobres". La superficie de los apartamentos oscila entre los 781 y 172 metros cuadrados. Los cardenales son identificados con nombres y apellidos. Por ejemplo, el cardenal español Antonio Cañizares Llovera reside en un apartamento de 333 metros cuadrados en el centro histórico de Roma.
El Vaticano, un paraíso fiscal
Pero por si eso no fuera poco, el autor arremete contra los beneficios fiscales en la Ciudad del Vaticano, donde no se abona IVA y "nadie paga impuestos". Allí se llevan a cabo todo tipo de actividades comerciales: venta de gasolina, ropa, aparatos electrónicos, tabaco...
Nuzzi detalla que sólo las personas que viven dentro de los confines del Vaticano o sus empleados pueden disponer de una "tarjeta de adquisición" y disfrutar de los beneficios que supone comprar en territorio de la Santa Sede. En total, el Vaticano cuenta con unos seis mil habitantes y empleados. Sin embargo, existen más de cuarenta mil tarjetas de adquisición en circulación. Según Nuzzi, el Vaticano se ha convertido así en un paraíso para la obtención de productos a bajo precio y después revenderlos en otros países.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, no negó este miércoles ninguna de las informaciones recogidas en el libro de Nuzzi pero aclaró, a través de un comunicado: "A menudo, diferentes lecturas son posibles a partir de unos mismos datos".
Por ejemplo, sobre la cuestionable destinación de los fondos recogidos por la Iglesia para obras de caridad, Lombardi justifica este hecho de la siguiente manera: "Las obras de caridad del Papa hacia los pobres son una de las finalidades esenciales, pero los fieles no excluyen que el Papa puede evaluar él mismo situaciones de emergencia y responder de la manera que considere mejor para el bien de la Iglesia universal".
Gianluigi Nuzzi pone en evidencia a lo largo de toda su obra los esfuerzos de Jorge Mario Bergoglio para poner orden y control a las finanzas de la Santa Sede, y los obstáculos constantes que se está encontrando para ello dentro del propio Vaticano. El editor de 'Via Crucis', Lorenzo Fazio, aseguró en rueda de prensa que los documentos utilizados para la redacción del libro no han sido robados, sino que fueron cedidos voluntariamente al autor.
La seglar italiana Francesca Chaouqui -que también fue detenida por la Gendarmería vaticana el pasado fin de semana por supuestamente haber filtrado documentos confidenciales, y después fue puesta en libertad- acusó al prelado español Vallejo Balda de registrar ilegalmente y a escondidas las conversaciones privadas entre el Papa Francisco y sus asistentes.