En el programa de Cuarto Milenio de esta noche, titulado “El Síndrome”, se ha mostrado un documental sobre la crisis del aceite de colza en 1981.
Yo, desconocedor de las intenciones de Iker, me estaba tragando el documental con mucho gusto por su muy buena factura técnica y por escuchar a entrevistados relevantes en aquella crisis, y casi me estaba pareciendo más de Informe Semanal que de Cuarto Milenio. Pero, ay, idiota de mí, que se va desvelando el truco cuando algunos entrevistados empiezan con la retranca y las dudas y resulta que al final lo que nos quería contar Iker es que esto no tuvo nada que ver con el aceite de colza, sino con motivos ocultos al público por los de siempre, por los de arriba.
Así pues, da igual que cuando se retirara el aceite en este país los casos desaparecieran por completo, y tampoco importa que tanto el CDC americano como la OMS confirmaran que efectivamente la causa estaba en el aceite.
Eso da igual, porque el retrasado este tiene que seguir generando atención y dinero sin respetar a la gente que murió por ese aceite, ni tampoco a los miles que hoy en día arrastran consecuencias gravísimas por la intoxicación. Lo importante es seguir inventando noticias para seguir en el candelero, mientras desinforma a la gente y fomenta una perenne paranoia entre la población.
Y así es como el nuevo profeta de muchos, que entre tantas epidemias vendidas alguna tenía que acertar por cojones, vuelve a demostrar la clase de persona de es.