#2244 Si, es fácil:
Quedamos por la zona de Bilbao (Madrid) para tomar unos vinos, la chica me comentó que le iba más que la cerveza, así que por mi no había problema. Llegamos, nos vemos, no huimos el uno del otro, dos besos y nos vamos al local.
Nos pedimos un vino, jiji, jaja, muchas risas, conversación intrascendente sobre nuestras vidas, que quienes somos, que a que nos dedicamos, que nos gusta... la verdad es que habíamos hablado de todo esto por whatsapp pero bueno, otra vez y tal.
Aquí no pasa nada interesante, aparte de las típicas risas. Acabado el vino nos vamos a otro sitio a cenar, y ahí ya empezamos a hablar de otros temas: que si los viajes, que si por donde has estado... y ahí le hablé de que hice un viaje a Japón muy chulo. Entonces, intentando sacar el tema del sexo de forma disimulada, empecé a contarle que en Japón veían la sexualidad de otra forma, que las chicas se sentían muy atraidas por los occidentales, que los japoneses tienen filias muy raras con las menores... y ahí ya me empezó a mirar con cara rara. Me preguntó si había entrado alguna vez en algún sex shop, y yo, claro, le dije que si, en decenas, solo, con amigos, con pareja...
En ese momento me interrumpe la conversación y me empieza a decir que si la gente que vamos estamos enfermos, que si ella es ortodoxa y va a la iglesia siempre y que los únicos valores son los que enseña la misma, y ahí ya me doy cuenta de que esa veta no iba a vaciarse con mi pico. Le pregunto sobre sus valores religiosos, y me dice que ella busca casarse y tener hijos cuanto antes mejor, que lo que necesita en su vida es un hombre, literalmente, un poco más guapo que un mono, que sea un caballero y que comparta sus ideales.
Ahí pedí la cuenta, pagué, me acabé mi cerveza, ella su vino, dimos un paseo muy incómodo hasta el metro, nos dimos dos besos y si te he visto no me acuerdo.
En fin, estamos locos. Esto no lo salvaba ni Gero metiéndole la boca in extremis.