Yo creo que decir "a viciar" está bien dicho si no especificas a qué vas a viciar. Simplemente vas a viciar a lo que sea.
En cambio si dices "a viciarme" requieres del complemento directo para especificar a qué....
Es como decir "me voy a casa a comer" o decir "me voy a casa a comerme un bocadillo". Lo segundo necesita del complemento o suena de culo.
De hecho, creo que si dices "me voy a casa a comerme" ese último "me" toma la funcion del complemento directo, ergo estás diciendo que te vas a comer a ti mismo.
De igual modo, y teniendo en cuenta que viciar tiene bastantes significados, "me voy a casa a viciarme" indica que te vas a viciar a ti mismo, con cualquiera de sus significados.
En un análisis rápido observamos que ...
En la frase: "Me voy a casa a viciar", yo es el sujeto omitido haciendo que el resto de la frase sea un predicado verbal.
"Me voy "es el núcleo del predicado objeto directo, dejando "a casa" como complemento circunstancial de lugar y "a viciar" complemento indirecto de acción.
Si analizamos "a casa" tenemos que "a" es una preposición y "casa" nombre
Por otra parte nos queda "a" preposición otra vez y "viciar" objeto indirecto del echo ir a "a casa"
Por consiguiente vemos que es una Oración Compuesta, predicativa, indirecta, enunciativa afirmativa
pd.: Ahora vas y lo cascas
#22 viciar Conjugar el verbo viciar
Del lat. vitiāre.
Conjug. c. anunciar.
- prnl. Dicho de una persona: Entregarse a los vicios, dejando la buena conducta que antes tenía.
Viciar es correcto.
#19 basicamente estoy de acuerdo, pero PODRÍAMOS AFIRMAR QUE LOS últimos cinco siglos han sido testigos de los fundamentos básicos de toda la ciencia moderna, mientras que el último siglo en particular, ha traído consigo una fecunda cosecha de descubrimiento e innovación. A pesar de ello, los siglos venideros serán incluso más extraordinarios por la riqueza y diversidad de los avances de los que vendrán acompañados. La ciencia se encuentra más en su principio que en su final. >
¿Cómo es posible realizar semejante afirmación? Por una parte, existen muchas lagunas evidentes en nuestro conocimiento actual del mundo. Resulta razonable pensar que cada una de estas incógnitas quedará resuelta gracias a nuestro continuado esfuerzo por comprender el mundo. Lo que sigue a continuación es, al menos en parte, un catálogo de nuestra presente ignorancia. Cada componente de este catálogo conducirá a una nueva ciencia, que a su vez planteará nuevos interrogantes a los que se exigirá respuesta.
Sin embargo, tal como ha ocurrido siempre en el pasado, también habrá sorpresas que no se podían anticipar de antemano. A finales del siglo XIX, ¿quién se hubiera podido imaginar que al poco tiempo, Einstein demostraría que nada puede viajar a una velocidad mayor que la luz?, ¿o que pronto se descubriría que el Universo se encuentra en expansión?, ¿o que la explicación de la vida proporcionada por la estructura del ADN se convertiría en el estímulo que nos llevaría a comprender los detalles más finos del proceso de la vida, tal como se ha demostrado? En los siglos venideros, existirán numerosas sorpresas de este tipo. Ninguno de nosotros puede adivinar a dónde nos conducirán.
¿Hasta qué punto alcanza nuestra actual ignorancia? En las ciencias fundamentales existen muchas preguntas que aguardan una respuesta, y la más acuciante de todas, nos lleva directamente a nuestro actual conocimiento del tejido del espacio y del tiempo.
Entre los logros del siglo XX, la teoría gravitacional de Einstein y el conjunto de teorías conocido por el nombre de mecánica cuántica destacan por su valentía intelectual y por su éxito. La teoría de Einstein es en realidad un marco para comprender el Universo y poder predecir su evolución. La mecánica cuántica es el lenguaje necesario para describir el movimiento de objetos muy pequeños, como es el caso del electrón, la unidad elemental de la electricidad. Esto también ha supuesto un enorme éxito. Sin embargo, por el momento, todo intento de armonizar ambas teorías solo ha obtenido el fracaso.
Esto no se remite a una mera cuestión académica. Hasta que ambas teorías no puedan ser unificadas no será posible proporcionar una descripción coherente de cómo se formó todo el universo, supuestamente por la súbita aparición de una minúscula burbuja de espacio a una temperatura lo suficientemente elevada como para generar, a medida que la burbuja se fue expandiendo, toda la masa de todas las estrellas en todas las galaxias y la energía para mantener el universo en expansión. Nadie sabe cómo se resolverá en un futuro semejante obstáculo. Mi sospecha personal es que, con independencia de la solución que se alcance, tendrá el efecto de cambiar, de manera radical, nuestra concepción del espacio al de una especie de fluido continuo. De la misma manera que en 1900 la mecánica cuántica introdujo el principio de que toda energía se transfiere de un objeto a otro en cantidades finitas, o en cantidades denominadas quanta que no son infinitamente pequeñas. Por tanto, la solución del presente dilema implicará el concepto de una cantidad, es decir una quanta finita de espacio. Aunque nadie sabe a ciencia cierta cómo ello quedará resuelto. Mientras tanto, y en mi opinión, la teoría de que el Universo comenzó con un Big Bang (la aparición de una pequeña burbuja de espacio incandescente) solo debería ser considerada como algo provisional.
A nadie le debería sorprender si dentro de un siglo, los científicos continúan intentando descubrir la auténtica naturaleza del espacio. Desde la época de Isaac Newton, allá por el siglo XVII, esta cuestión ha provocado con frecuencia un acalorado y controvertido debate. Por tanto, no nos debe avergonzar el hecho de que aún nos eluda su respuesta.
Afortunadamente, existen indicios en la actualidad de que algún día será posible conocer las características del ancestro común de todos los seres vivos, mediante el análisis genético de los seres actuales. Esto requerirá décadas de paciente trabajo, pero en ese momento será posible proporcionar una teoría convincente sobre la composición química de los primeros organismos que se replicaron y trasladar estas conjeturas al laboratorio. En algún momento de este nuevo siglo, existe la gran probabilidad de que algún laboratorio haga una réplica in vitro del primer organismo vivo. Esto será de gran importancia, no sólo para demostrar que la vida sí comenzó sobre la superficie de la Tierra, sino que nos guiará en la búsqueda de vida en otros lugares de la galaxia.
De esta misma manera, el análisis genético del ser humano nos conducirá a la identificación del ancestro común del hombre y de los chimpancés (nuestros parientes más próximos pertenecientes a los grandes simios) y además nos proporcionará un detallado historial genético de los últimos 4,5 millones de años de la raza humana. Existen dos importantes efemérides en la evolución diferenciada de la raza humana: la capacidad de erguirse (que apareció hace 2,1 millones de años y el desarrollo de la capacidad del lenguaje (que puede haber sido algo tan reciente como hace tan solo 150.000 años). Alcanzaremos una mejor comprensión de nosotros mismos cuando conozcamos el cómo y el cuándo obtuvimos estos atributos. De forma simultánea, se irá desarrollando una mayor comprensión de cómo la superficie de la Tierra fue poblada por diversos grupos de seres humanos, aparentemente provenientes todos de África. En ese momento, tendremos una visión mucho más detallada de nuestra humanidad común.
La laguna más conspicua de todo nuestro actual conocimiento reside en que todavía desconocemos cómo el cerebro humano desarrolla las funciones de las que el ser humano se siente más orgulloso, la capacidad de pensar, incluso sobre circunstancias que sólo puede imaginar, y el proceso consciente de nuestras decisiones. A principios de la década de 1880, se inició el estudio sistemático del cerebro humano con el trabajo de Ramón y Cajal en Santander y Madrid.
Desde entonces, un reducido ejército de personas con talento han refinado sin cesar la descripción y conocimiento de las células nerviosas (las neuronas), que durante las fases iniciales del desarrollo de un animal se ensamblan entre sí para formar un cerebro. Sin embargo, nadie es todavía capaz de explicar el comportamiento de la célula nerviosa durante el proceso que requiere el tomar una decisión. Mientras esto continúe sin respuesta, no podremos afirmar que entendemos el funcionamiento del cerebro. Tampoco nos hallaremos en condiciones para explicar lo que sucede cuando el cerebro funciona incorrectamente, en el caso de enfermedades psiquiátricas graves como es la esquizofrenia.
Unida a nuestra falta de conocimiento del proceso cognoscitivo cerebral, se halla nuestra ignorancia sobre cómo influye sobre nosotros la interacción de los genes y del medio ambiente en el desarrollo de la personalidad humana. Durante las últimas décadas, el avance cada vez más acelerado de nuestro conocimiento del funcionamiento de los genes humanos en ocasiones ha podido dar la impresión de que cada característica de un ser humano queda determinada por los genes. Sin embargo, no es así.
Durante más de un siglo de estudio de la personalidad humana por parte de psicólogos y psiquiatras, se ha demostrado la clara influencia de la educación durante nuestra infancia e incluso de las condiciones prenatales sobre el carácter de la personalidad. La cuestión del equilibrio entre la naturaleza y el estímulo ha sido ampliamente discutida. El conocimiento real del equilibrio entre estas dos influencias solo ocurrirá cuando las limitaciones de la genética hayan sido definidas mediante una investigación mas exhaustiva y cuando poseamos un mejor conocimiento de cómo funciona el cerebro. Entonces, en algún momento del siglo XXI, se procederá a la reconstrucción de la disciplina de la psicología en base a los nuevos conocimientos, tanto de la genética como del sistema nervioso humano. Por el momento, la máxima de que "somos el producto de nuestros genes" no merece ser tenida demasiado en serio, a pesar de lo importantes que puedan resultar estos genes.
Durante los próximos siglos, no cabe duda que todas estas áreas de actual desconocimiento se convertirán en una importante cuestión para la ciencia, pero no se trata de un listado exclusivo. Ampliaremos nuestro conocimiento del sistema solar e incluso sus orígenes, gracias a la continuada exploración mediante los satélites terrestres.
A lo largo de este siglo que hemos iniciado es posible que lleguemos a comprender lo que realmente ocurre en el centro de la Tierra, del cual sabemos que existe una esfera compuesta en su mayoría por hierro y rodeada por una región anular de hierro fundido, es aquí donde se genera el magnetismo terrestre, pero además posee una poderosa influencia sobre la deriva de las gigantescas masas continentales en la superficie del planeta, creando regiones donde son frecuentes los fenómenos volcánicos y los seísmos. Queda claro que resultará de gran importancia conocer más sobre el origen de estos fenómenos.
Lo que el futuro aguarda a la tecnología no es algo que pueda responderse con facilidad. Las cuestiones que centran la atención de la comunidad científica son aquellas que más excitan su curiosidad, pero las aplicaciones científicas que finalmente llegan al mercado dependen en gran medida de su coste y aceptación por parte del público. Conviene recordar que durante la década de los años 30, se afirmaba a menudo que el helicóptero se convertirían en una forma generalizada de transporte personal. Sin embargo, su coste de mantenimiento resulta demasiado elevado y el riesgo de accidente excesivo como para que se haya popularizado su uso.
Sin embargo, algunas cosas sí son predecibles. La tendencia, mantenida a lo largo de los últimos 20 años, por la que los ordenadores sobre nuestro escritorio van cada vez a una mayor velocidad, esto continuará por espacio de algunas décadas. Por ejemplo, parece ser que la técnica de utilizar silicio como materia prima en la fabricación de chips de ordenador llegará a incrementar 100 veces su velocidad actual. Más allá, aparece la perspectiva de que los ordenadores sean diseñados para aprovechar las paradójicas propiedades de la mecánica cuántica que hace posible que una partícula se encuentre en dos lugares distintos a la vez. Incluso existe la posibilidad de que se pueda emplear lo aprendido de las células del cerebro humano para crear componentes capaces de ensamblarse a sí mismos partiendo de elementos químicos básicos.
También nos veremos inundados con nuevas formas de generar energía mecánica o eléctrica, en parte debido a la actual preocupación de que el clima de la Tierra esté cambiando por la acumulación en la atmósfera terrestre de dióxido de carbono. Por ejemplo, es posible que el hidrógeno se convierta en el combustible preferido para los automóviles. Las denominadas celdas de energía, que aprovechan directamente una reacción química para generar energía, y que actualmente se emplean para el diseño de naves espaciales, probablemente se generalizarán, pero hasta qué punto continúa siendo una conjetura. Mi propia opinión es que para la efectiva desactivación del cambio climatológico se requerirá la construcción de centrales nucleares a una importante escala.
La tecnología que indudablemente influenciará los siglos venideros partirá de nuestra comprensión del papel de los genes en los organismos vivos, es decir, la biotecnología, nombre que recibe esta floreciente industria. Ya existen fármacos utilizados en los hospitales, fabricados mediante esta técnica que no se podrían haber creado de otra forma. Un ejemplo es la insulina humana empleada en el tratamiento de la diabetes. Hasta hace unos años, a las personas se les trataba con insulina obtenida del cerdo. Docenas de nuevos medicamentos, muchos de los cuales están diseñados para tratar enfermedades que antes carecían de tratamiento posible ya están siendo experimentados con vistas a su homologación definitiva.
La biotecnologÍa también da muestras de un futuro halagüeño en cuanto al diseño de nuevas variedades e incluso especies de plantas. Ya se da el caso de que en los EEUU, el 75% de todos los cultivos de soja se compone de plantas que han sido genéticamente modificadas mediante la introducción de genes de proteína suplementarios para incrementar su valor nutricional. Existen planes para el desarrollo de plantas de cultivo que incluyan genes responsables de la fabricación de insecticidas que eliminarán plagas que de otra forma las dañarían. Existen otras plantas a las que se les piensa hacer resistentes a determinados tipos de herbicida, para que se puedan rociar completamente los campos de cultivo con la certeza de que las plantas cultivadas no se verán afectadas. Para más adelante cabe la esperanza de poder desarrollar plantas capaces de crecer incluso en regiones áridas o terrenos de elevada salinidad. En los siglos venideros, y probablemente a gran velocidad, el desarrollo de estos proyectos transformará la faz de la industria agrícola mundial.
La tecnología genética ya se emplea para evitar nacimientos con minusvalías genéticas. La posibilidad de predecir si un feto sufre el riesgo de desarrollar alguna de las cien enfermedades congénitas graves que podemos identificar en este momento, y en el caso de que la prognosis resulte desalentadora, se podrá ofrecer a la madre, si así lo desea, la interrupción de su embarazo. El empleo de esta técnica resulta controvertida; por ejemplo, son muchas las personas opuestas al aborto. Sin embargo, esta práctica de diagnosis prenatal continuará avanzando inexorablemente, a medida que se vaya diseminando cada vez más esta información.
Tanto en la agricultura como en la reproducción humana, los métodos biotecnológicos también han suscitado la polémica. Aquellos que protestan por el uso de la diagnosis prenatal para evitar minusvalías de orden genético lo hacen por una cuestión moral. La objeción a los cultivos modificados genéticamente se basa en el temor de que los alimentos obtenidos de ellas puedan dañar el medio ambiente, o incluso eliminar insectos de gran valor.
Una de las pocas certezas que rodea a la tecnología del futuro es que se intensificarán las divergencias éticas. Los gobiernos deben prepararse para asumir una carga cada vez mayor a la hora de diseñar una legislación que proteja a sus electores de todo peligro o para preservar los buenos hábitos y costumbres de su bien establecida sociedad.
Sin embargo, ¿acaso no resultaría más sencillo deshacerse de todas estas novedosas técnicas así como la consiguiente necesidad de legislación? Ésta es una queja muy extendida, y sin embargo es errónea. Por una parte, la promesa de la biotecnología (y de muchas otras tecnologías que nos aguardan en un futuro) es su capacidad de aportar una sustancial contribución para algunos de los problemas más acuciantes de este planeta, en particular, en lo que concierne al abismo entre los países ricos y pobres. Descartar esta posibilidad, incluso por un breve periodo de tiempo, reduciría nuestra posibilidad de hacer de este nuevo milenio una era mejor.
Es importante el hecho de que la raza humana haya descartado el proceso darwiniano de selección natural, el orden natural por el cual las especies se armonizan con su entorno mediante la mejora de la capacidad de supervivencia de las nuevas generaciones, mejor adaptados para el entorno que ocupan.
Remontándonos al menos a la aparición de las primeras comunidades agrícolas en Oriente Medio hace unos 10.000 años, el Homo sapiens se ha refugiado de los elementos y ha visto aumentar la capacidad de supervivencia de su especie. La tecnología que ha venido más tarde ha reforzado, en gran medida, la inmunidad de las personas hacia las fuerzas que afectan a las restantes especies, y que en ocasiones provoca su extinción. Vivimos en un mundo artificial, en parte, debido a nuestro propio designio. El reto del futuro consiste en gestionar nuestra tecnología de forma que ello nos permita mantener nuestros valores liberales de como debería ser la vida en realidad.
#30 El orden de los factores no altera el producto, pero si el "como". Como y donde se haga. Es lo mismo, que si sacas mierda pon papel al principio, y después limpiate el culo.
Os digo una cosa, ir a misa. Y encontrais respuestas para encajar vuestros. Mmm ¿¡¡cuanto desorden bipolar!!?
Tengo que dejarme de comerme la cabeza y ser desinteresado.
#45 Si dice viciar es vicio, no hobby. La connotación va en el vocabulario que él mismo ha usado.
Deja de multipostear.