Piden que sean vetados en la facultad de Estudios Orientales y Africanos salvo que se les estudie en tono desaprobatorio.
El fenómeno de la corrección política en las universidades anglosajonas preocupa desde hace tiempo, hasta el punto de que un estudio sufragado por una asociación liberal reveló que la libertad de expresión se ha visto recortada en el 90% de las facultades británicas.
Pero en los últimos días se han marcado dos nuevos hitos en una carrera censora que muchos académicos tachan de «pura ridiculez». El sindicato de estudiantes de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de la prestigiosa Universidad de Londres exige que se retire del currículo a los filósofos blancos -eminencias que han sido puntales de la civilización occidental, como Platón, Kant o Descartes-, y que se enseñe en su lugar a pensadores de África y Asia. Por su parte, la Universidad de Glasgow ha instaurado avisos para prevenir a los estudiantes de primero de Teología de que las imágenes de la crucifixión pueden resultarles «incómodas o preocupantes».
El SOAS es tal vez la facultad europea más reputada en estudios sobre Asia, África y Oriente Medio. Su sindicato de estudiantes demanda que si resulta imprescindible estudiar a algunos filósofos blancos, que de Sócrates a Hegel son la inmensa mayoría de los que han descollado, se haga siempre desde un punto de vista crítico. Si toca abordar a pensadores de la Ilustración, habrá de hacerse en el contexto de la situación colonialista de la que según los alumnos se beneficiaban.
Objetivo principal
El líder estudiantil que ha presentado la reclamación se llama Ali Habid, es de origen arábigo y forma parte del patronazgo de la facultad. El sindicato de estudiantes anuncia que su principal objetivo para el curso 2017 es «descolonizar el SOAS» y abordar «el legado cultural y epistemológico del colonialismo dentro de nuestra universidad».
En el centro hay división de opiniones. Erica Hunter, jefa del departamento de Religión y Filosofía del SOAS, cree que el punto de vista de los alumnos es «bastante ridículo» y anuncia que se resistirá de plano «a rechazar a algunos filósofos e historiadores por el hecho de que no estén de moda». Su posicionamiento coincide con el de uno de los grandes filósofos ingleses actuales, Roger Scruton, que se ha despachado en el «Daily Mail», periódico que da la noticia con un ocurrente juego de palabras: «They Kant be serious!», donde cambian can’t («no puede» en inglés) por el nombre del filósofo alemán, uno de los censurados. «No puedes rechazar toda un área de la carrera intelectual sin investigarla y claramente ellos no la han investigado lo que llaman ‘filosofía blanca’ –les reprocha Scruton-. Me gustaría que explicasen cuál es el concepto colonial de la ‘Crítica de la razón pura’ de Kant».
Voces comprensivas
Pero también hay voces comprensivas entre el profesorado del SOAS, como Deborah Gabriel, fundadora de Black British Academics, una asociación de profesores de color. Rechaza el veto a los filósofos blancos, «porque algunos fueron anti-racistas», pero añade que «la enseñanza con frecuencia se basa en criterios muy estrechos y tiende a ser eurocéntrica, por lo que los estudiantes están pidiendo que se enseñe desde diferentes contextos culturales, algo que todos deberíamos hacer».
La corrección política también ronda a los estudiantes de Teología de la Universidad de Glasgow, del respetado Rusell Group. Los alumnos del curso «De la creación al Apocalipsis. Introducción a la Biblia. Nivel 1» deberán ser advertidos de antemano de que las imágenes de la crucifixión, sean de cuadros históricos o de películas religiosas, pueden resultarles molestas. En ese caso, tendrán permiso para abandonar el aula. «Los alumnos, por supuesto, podéis dejar la clase en cualquier momento en que lo necesitéis, pero por favor, informarnos más tarde a lo largo de ese día sobre cómo estáis», les pide la universidad, no vaya a ser que alguno acabe en el hospital por ver una crucifixión de Velázquez o Matthias Grünewald.
Los detractores de esta ola de corrección política apodan a los estudiantes de piel de melocotón como «copitos de nieve» y recuerdan que una educación completa obliga a abordar y estudiar también las realidades duras del mundo y de la vida.
Los llamados «avisos de disparo», nombre que reciben las advertencias previas de que existe un riesgo de perturbación, han llegado también a las pruebas de laboratorio con animales de la Universidad de Glasgow.
«Se quiere convertir todo en un test de lo políticamente y algunos ejemplos son patentemente ridículos», se lamenta Liz Smith, portavoz de educación del Partido Conservador en Escocia. El gran historiador inglés Niall Ferguson ha tachado a los apóstoles de la corrección de «pequeños Robespieres».