que les beneficia más a ellos (que es que no me cabía en el título)
Bruselas y Londres sellan, a pocos días de la fecha límite, el pacto que regirá sus relaciones a partir del 1 de enero
A siete días de que finalizara el periodo de transición acordado a principios de año, y de que el Brexit pasara de ser una decisión política a una realidad jurídica con todas sus consecuencias, los equipos negociadores liderados por Michel Barnier (UE) y David Frost (Reino Unido) han logrado cerrar este jueves el acuerdo comercial que regulará en los próximos años las relaciones entre la isla y el continente
En Londres, el primer ministro Boris Johnson tampoco ha disimulado su satisfacción. “El acuerdo consigue algo que la gente de este país sabía que se podía hacer, pero les dijeron que era imposible: hemos recuperado el control de nuestras leyes y de nuestro destino, de un modo completo y sin restricciones”
El acuerdo permitirá a partir del 1 de enero mantener en gran parte la relación comercial entre las dos orillas del canal de la Mancha, un enorme flujo que mueve mercancías por valor de más de 500.000 millones de euros al año. Tras la salida del club el pasado 31 de enero, el antiguo socio abandona el 31 de diciembre definitivamente el mercado interior y la unión aduanera. Pero gracias al nuevo acuerdo se mantendrá una apertura total y recíproca de los mercados. No habrá aranceles a cambio de ciertas garantías.
Las empresas británicas tendrán acceso ilimitado a un mercado de 450 millones de personas. Y las empresas europeas podrán seguir comerciando con el Reino Unido en las mismas condiciones que en la actualidad, lo que mantiene abierto un mercado al que destinan el 18% de sus exportaciones extracomunitarias. Si el texto es aceptado por los 27 Gobiernos de la UE, como parece muy probable, el tratado marcará el inicio de una nueva era en las relaciones del continente con el Reino Unido después de 47 años de difícil convivencia en el seno de la Unión.
El final de la transición, este 31 de diciembre, complicará los contactos comerciales, al introducirse obligaciones aduaneras y fiscales. Pero el acuerdo alcanzado este jueves evita la aplicación de aranceles y cuotas de importación, lo que facilitará los intercambios comerciales y, sobre todo, permitirá mantener la integración de las cadenas de producción que en sectores como el automovilístico o el aeronáutico cruzan de un lado a otro del canal de la Mancha. “El Reino Unido ha decidido renunciar a los derechos y ventajas que da pertenecer a la Unión. Nuestro acuerdo no ofrece esos derechos y ventajas pero permite establecer un nueva relación que deseamos sea justa”, ha señalado el negociador jefe europeo, Michel Barnier.
Ambas partes esperan turbulencias en los meses venideros, y por eso han negociado mecanismos de vigilancia mutua y de posibles represalias si se incumple el acuerdo. La posible competencia desleal del Reino Unido preocupaba a la UE. Johnson ganó las elecciones con la promesa de inundar de infraestructuras e inversiones tecnológicas el empobrecido norte de Inglaterra. Bruselas temía que Londres se lanzara a subsidiar públicamente empresas nacionales, rebajara impuestos o rebajara su normativa laboral, medioambiental o en materia de derechos de los consumidores para dar ventaja competitiva a sus propias empresas.
El último escollo de la negociación, sin embargo, ha girado en torno a un sector tan tradicional como la pesca. Tras el Brexit, Londres pretendía impedir la entrada de la flota pesquera continental en las aguas de influencia británica (hasta 200 millas), unos caladeros donde los pescadores europeos han faenado desde hace cientos de años. Ha sido un regateo de cifras, porcentajes y especies. Y de años de transición suficientes para que la industria pesquera europea pueda adaptarse a los futuros recortes.
El acuerdo final prevé una cesión del 25% del valor de las capturas europeas para las empresas británicas del sector. Y un período de transición de cinco años y medio al final del cual se deberán negociar las cuotas con Londres. Barnier ha reconocido que el recorte obligará a “hacer un esfuerzo, pero la UE acompañará a los pescadores europeos”, en alusión a las probables ayudas. La UE ya prepara un fondo de 5.000 millones de euros para compensar a las regiones más afectadas por el Brexit, entre las que figurarán las zonas pesqueras.