Si tomamos la historia de la humanidad como una entidad única que va mutando en el transcurso del tiempo, a través de cómo las distintas dialécticas se enfrentan, concilian y/o reducen entre sí, podemos afirmar que si en algún momento de nuestra existencia como especie, llegamos a un punto de reconciliación total, donde la ideología de todos los seres humanos se diferencie sólo en matices de nula importancia. Esto, supuestamente, conllevaría al "fin de la historia", un concepto hegeliano que me ha arrojado algunas cuestiones que quisiera compartir con vosotros.
El raciocinio nos lleva a intentar mejorar nuestras condiciones de vida. Nos intenta hacer más libres, con menos ataduras en el mundo físico, y a su vez trata de mejorar nuestro contrato social de forma que no existan fuerzas opresoras que nos coarten. Creo que en este punto estamos todos de acuerdo, ¿no? Pues el avance de la historia ha ido siempre en dirección a hacernos más libres (aunque este avance sea más lento de lo que muchos querríamos).
Esto me lleva a pensar en cómo Sartre identificó la libertad como algo que se puede tornar problemático en nuestras cabezas. Es algo cuya idea abstracta parece emanar del mismísimo concepto del bien, independientemente de cuál sea este para cada uno. Quizá sólo esa frase de "tu libertad acaba donde comienza la mía" podría suponer un límite lógico para semejante idea. Pero de la idea en su puro contexto platoniano a la realidad hay un trecho: cuando somos realmente libres, enloquecemos ante la dificultad de decisión ante muchas situaciones. Nos aterra, y más todavía si no somos ignorantes y pensamos en qué factores juegan sus cartas a la hora de tomar la decisión final. Terminamos hasta cuestionándonos si era decisión es realmente nuestra, por si fuera poco. Avanzar hacia un sistema más libre puede parecer nuestra voluntad política última, pero a la vez podría conducirnos a un punto en el que el raciocinio busque refugio en una actitud estoica ante el dolor existencial al que nos puede llevar la libertad.
El panteísmo ante el que muchos filósofos se han postrado al interpretar la historia y sus constantes guerras, luchas y consecuentes ríos de sangre, como "el camino que Dios nos ha brindado hacia la libertad", también puede hallar una justificación carente de la figura divina. La opresión de un colectivo se identifica a través del uso de la razón, y sólo ésta constituye un arma útil en la lucha contra dicha opresión, al ser nuestro marco de trabajo a la hora de proponer cambios legislativos y ejecutivos que puedan ponerle fin. La idea final es la misma: ser más libres.
Pero, ¿de verdad queremos ser totalmente libres? Imaginemos que Marx al final se sale con la suya, y conseguimos implementar un sistema marxista totalmente capaz e igualitario, donde el contrato social entre las diferentes personas se rige a un puñado de leyes naturales, o sistema ético, que facilite la supervivencia digna de todos los individuos. Digamos que Rousseau tenía razón (y no Hobbes), y se vuelve posible la creación de una sociedad de estas características. Es entonces, cuando me surgen estas preguntas:
- ¿Llegará ahí la historia a su fin, como diría Hegel? => ¿Se acabaría la diferencia entre diferentes dialécticas, y la humanidad abrazaría una razón única?
- ¿No creéis que el dolor existencialista estará al orden del día? Mucha gente a día de hoy, especialmente los que no necesitan de figuras divinas para vivir, tienen dificultades para hallar razones para vivir. Todos nos damos cuenta en algún momento de la vida del "absurdo" de la misma, como decía Albert Camus. Sin un idealismo presente por el que luchar, toda la vida se volverá "absurda" de por sí. ¿No podría esto causar un rollback en la entidad de la historia, ante la inminente locura que se despertaría en mucha gente?
- Kierkegaard diría que el raciocinio no es el camino para darle un sentido a la vida, sino que hace falta un sistema de creencias. En caso de que la utopía hegeliana se cumpla y "la historia se pare" (ante un evento como el que comentábamos antes, por ejemplo), y se sucedieran crisis existencialistas entre la población, ¿no surgirían nuevas (o viejas) creencias que, lejos de poner en duda, directamente negarían parte del razonamiento al que la humanidad ha llegado, frente a la vida? ¿No daría eso una vuelta atrás?
Con estas preguntas, me da la sensación de que el ser humano jamás llegará a ser libre del todo, si no encuentra una razón metafísica por la que de verdad vivir. Alguien como el übermensch de Nietzsche, capaz de asimilar la posibilidad de la intemporabilidad de la existencia, y que a su vez asimile su propia muerte (como diría Heidegger), quizá sería capaz de vencer a todos estos miedos existencialistas y comenzar una búsqueda de la felicidad basada en la razón y los placeres hedonistas (lo cual, paradójicamente, nos llevaría al ideal de felicidad de Platón y Sócrates), pero... ¿sería este tipo de gente el grueso de la población, o terminaría sucediendo dicha vuelta atrás en la historia, dudando en pos de las creencias y por culpa de los miedos más humanos concebibles, y haciéndonos menos libres?
¿Qué pensáis? ¿Podemos ser totalmente libres? A ver si algún filósofo de aquí arroja algo de luz sobre esta cuestión.