Antes de nada, aclarar que no pretendo tomar esta version automaticamente como valida, de hecho reconozco mi ignorancia en este tema, la vaga vision que yo tenia sobre el personaje en cuestion es la que tiene la amplia mayoria de la gente, y como intento hacer en estos casos, no me creo una version mas que otra, simplemente las tengo en cuenta ambas, pues yo no estuve alli.
Asi pues reproduzco el texto publicado ayer lunes en la seccion "tribuna libre" (en la que se pueden encontrar opiniones de todos los colores) de el diario El Mundo; la escritora cubana Zoe Valdes expone una atrevida opinion sobre Batista, el para muchos sanguinario dictador cubano que hoy justifica la existencia de una dictadura comunista en Cuba.
La verdad sobre Batista
ZOE VALDES
Cuando entre los años 1940 y 1943 Europa ardía bajo el yugo nazi, Cuba era un modelo de democracia y desarrollo para muchos países. La figura protagónica de este triunfo del escenario cubano, con amplia presencia en el exterior, lo fue sin duda alguna, el presidente Fulgencio Batista, admirado por personalidades del mundo entero, entre ellas el presidente Franklin D. Roosevelt. Sin embargo, el eslabón silenciado de la cadena de sucesos espantosos en los que ha ido cayendo la isla a lo largo de estos 46 años bajo la dictadura de Castro es esa etapa de Batista. Porque el tejido de mentiras que el hijo del gallego de Birán urdió alrededor del general ha crecido hasta confeccionar un velo que guarda celosamente la realidad de nuestra historia desde hace años: la de reconocer a la figura de Fulgencio Batista en su auténtica dimensión. En esta tragedia han participado todos, pero principalmente una cierta burguesía cubana, hipocritona, racista, narcisista, y lo peor, ignorante. Una burguesía rapiñera que jamás toleró que un humilde campesino mestizo haya llegado a donde llegó, gracias a una formación autodidacta, gracias a la lectura, a su inmenso deseo de sabiduría y a su amor por Cuba. Esta sencillez molestó profundamente a quienes fabricaban bibliotecas con lomos de libros, vacíos de contenido, sólo para adornar un espacio en la casa. Para nadie es un secreto que la burguesía cubana le dio al presidente lo que en Cuba se llamó, en el argot racista, Bola negra. Aun siendo presidente, Batista no podía entrar, por ejemplo, en el Country Club para entregar los premios deportivos de las regatas.
Hace algunos años empecé a interesarme por Batista. Primero, intenté buscar libros que hablaran de él y la tarea no fue nada fácil. Siempre que ponía Fulgencio Batista en el buscador de Google aparecían las tonterías de siempre: «dictador que dio un golpe de Estado»... ignorando que Batista hizo una revolución, la revolución de los sargentos en el 34, y que fue elegido posteriormente democráticamente. Golpe de Estado o cambio antidemocrático, en cualquier caso bienvenido por el pueblo, que lo llamó desde entonces «pájaro lindo de la madrugá», porque había sido de madrugada, y por la canción popular, pero sobre esto hay mucha tela que cortar.
De Batista se ha dicho de todo, y la gente lo ha creído, incluido lo de aquellos que fueron testigos de la época y protagonistas de las mentiras infundadas. Sus razones tendrán, aunque no sean las mejores. Las mías son sencillamente aclararme esa zona tan extrañamente oscura a la luz de la honradez, de la justicia.He leído la gran mayoría de los libros de y sobre Batista, he conseguido entrevistarme con personas de su entorno. Y llego siempre a la conclusión siguiente. Quizás el error de Batista fue liberar a Fidel Castro de la manera que lo hizo, después de haberlo mantenido arrestado en condiciones principescas, por su gamberrada del Moncada y las vidas que costó, y luego darle la palabra. Desde entonces, el monstruo no ha parado de hablar cáscaras.
Para colmo el malo de la película indudablemente siempre es Fulgencio Batista. Hace algunos años en La Habana, una de esas manos valientes y anónimas, hizo un dibujo gigante en una pared urbana, donde representó a Castro con Batista en brazos, cual recién nacido inocente, sin un adjetivo calificativo. La lectura inmediata fue: Batista es un niño de teta al lado de éste. Así descifraron el dibujo los pocos habaneros que pudieron verlo, ya que enseguida fue borrado por la policía castrista.
En el misterio Batista entraré con más tiempo, pero quiero detenerme en una de esas mentiras que ha comenzado de nuevo a recorrer ciertas publicaciones del exilio. La del antisemitismo batistiano.Los que acusan a Batista de antisemitismo son más que ignorantes, son los escribanos repartidos por el mundo bajo las órdenes castristas y dependientes de las mercedes que les otorga como propinas la dictadura. También les dará alguna que otra medalla de hojalata, y el viajecito veraniego en un corral convertido en centro turístico.
Fulgencio Batista fue de los primeros en ponerse del lado de los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Y ante el conflicto mantuvo una posición muy firme. Cinco días antes de que ocurriera el ataque a Pearl Harbor, el 2 de diciembre del 1941, convenció al Congreso cubano para que declarara un estado de emergencia nacional. «Cuba -dijo Batista a su pueblo- será copartícipe real; verdadero jugador en el equipo de los Aliados, cumpliendo cualquier tarea que se le encomendare como contribución a la victoria democrática».
Cerca de 500 buques de los Aliados fueron hundidos en las costas cubanas. Más habrían sido si Batista no hubiese organizado un eficaz sistema de contraespionaje en cooperación con el FBI.No sólo eso, el 1 de septiembre de 1942 fue arrestado en Cuba el espía fascista August Lunning. Fue ejecutado el 10 de noviembre de 1942, siendo el único espía nazi que sufrió este castigo en América Latina. Esto le valió no pocas críticas a Batista.
Por otro lado, Batista no se aprovechó de la guerra para subir el precio del azúcar. Bien pudo haber sacado tajadas de esto, pero no lo hizo. Desde Radio Berlín, llovieron amenazas de bombardeos a las costas cubanas. Uno de los locutores se atrevió a alardear: «Amigo Batista, recuerde que usted vive a pocos metros de la orilla». Batista recibió este mensaje contra su vida como un alto reconocimiento a su posición antifascista.
En lo que a mí corresponde, seguiré desentrañando la verdad de Batista. Sólo con leer y contrarrestar información se van iluminando las zonas sombrías. De este modo, me he enterado de que es mentira que los más grandes hospitales cubanos los creó Castro. Todos fueron construidos por Fulgencio Batista, igual que las escuelas, los centros educacionales y sanitarios, que eran inmejorables. Topes de Collantes, un envidiable sanatorio contra la tuberculosis, fue construido e inaugurado por el presidente Batista. Había visto morir a uno de sus hermanos a causa de esta enfermedad y siempre fue muy sensible a las personas que la padecían. Fue Batista quien quiso cambiar las cañerías gastadas, desde los tiempos del viejo acueducto Albear, y modernizar las tuberías, para que La Habana pudiera abastecerse de agua normalmente. Fue, por supuesto, la burguesía cubana quien protestó, y levantaron campañas, argumentando que Batista quería destruir la ciudad. Los mismos burgueses izquierdistas que vemos hoy por doquier, no han cambiado mucho, aquellos que voceaban, en privado, escondidos dentro de sus mansiones: «¡Fidel, Fidel, acaba de sacar al negro del poder!» Con lo del negro se referían a Batista. Siempre he pensado que Fidel Castro los despreció, y les convirtió las mansiones en letrinas, y les colocó un hisopo en las manos para que destupieran escusados, porque nunca ha podido soportar deberle el poder a semejante recua de envilecidos.