Pues precisamente hace poco leí un libro que trataba sobre este modelo de "nación política" en sentido universalista del que se supone que Francia a partir de la Revolución es precursora.
Yo no estoy de acuerdo con las premisas del mismo, pero en algunas cosas tiene razón. Paso a contar muy muy por encima lo que dice (y de lo que me acuerde):
Lo que viene a decir el libro es lo siguiente, las naciones que se pretenden como cívicas, que serían las occidentales, cuyo modelo es Francia, en contraposición a las orientales, cuyo modelo sería Alemania, no serían solo naciones políticas como pretenden, sino que también serían naciones culturales en tanto que la nación constituida como soberana al modelo francés, ha tenido a buscar lo homogeneidad no aceptando al resto, en tanto que como dice B. Anderson, estas naciones necesitan un espacion común cultural para que diferentes miembros de la misma que no se conocen, se identifiquen como miembros de un mismo colectivo.
El problema de fondo vendría a ser que entonces esta concepción universalista es un mito. Y bueno, explica como esto es sobre todo en la Tercera República donde se construye y cómo no acaba de cuajar. Con las desigualdes hacia los diferentes colectivos que a través de la práctica contestaria secular, van ganando los "derechos universales". También narra cómo se construye la noción de lo nacional bajo premisas culturalistas, excluyendo a las colonias francesas, teniendo en cuenta que incluso Argelia pasa a ser parte del territorio francés, llegando a dividirse en departamentos, pero estando igualmente excluidos.
Aquí, además,, y en esto ella no entra pero es evidente que está ahí, está implícito lo que #1 cita de la pléyade posmoderna relacionada con el giro lingüístico. Por un lado la concepción de Ricoeur, de que toda identidad es narrativa, constituyéndose dentro de un relato donde uno se pueda poner en contexto; pero también Derrida con el eje binario de opuestos y la concepción foucultiana de los anclajes de poder en estas relaciones de carácter binario. Por otro lado, también esa construcción del relato, bajo premisas de Bakhtin, supondrían que dicha identidad se construye a través de un diálogo, te determinan y tú te determinas, es una doble función fuera-dentro. Esto último también lo decía Gustavo Bueno curiosamente.
A su vez, lo que sí que explica es que el concepto de "identidad" a los grupos se aplica por primera vez en los años 60, a partir del psicoanálisis, hablando del desarraigo de identidad a partir de los procesos de modernización. Esto la sociología lo recoge, entienden que la identidad se crearía a través de las interacciones humanas, dotándolos a ciertas partes de un "estigma", cuyo valor ahora sería positivo e identificaría a un grupo singular dentro de la nación (negros, feministas, etc.). Esta concepción con la aparición de la "identidad nacional" en los años 80, sorprendentemente antes de esto no se hablaba en estos términos, transportan dicha concepción de estigma a la nación.
Según ella, esa creación del otro se retrotraería a 1789 con la desconfianza hacia el campesinado, mayoritario y refractario, pero que a través de la extensión de la propiedad hacia 1848 ya se ha aceptado, pasando ese miedo a la clase obrera, que ha hecho un éxodo a la ciudad y en las próximas décadas se hará internacionalista. A finales del XIX cuando campesinos y obreros se entienden bien integrados en la nación, gente como C. Maurras o Barres empiezan a idear otros tipos de nacionalismo que tienden a criminalizar al extranjero e incluso al no nacional en un sentido étnico o esencial, remitiendo esto al famoso afer Dreyfus. Y a todo esto habría que sumarle el hecho de que Francia siempre ha sido un país de fuerte recepción de inmigrantes, el más potente de Europa en este sentido. Evidentemente, todo esto a partir de la IIGM cae, pero sufre un reflujo con las primaveras coloniales en los 60, donde la identidad nacional singular se reivindica para lograr las independencias, lo cual tiene su eco en Europa, en lugares como Cataluña o la Bretaña francesa.
Y aquí entraría en parte el tema de la fragmentación posmoderna, que estaría relacionada con la velocidad vital que permiten las nuevas tecnologías de la comunicación. Internet habría venido a posibilitar que se experimenten todas las formas de existencia social y de expresión del "yo". Esto habría hecho a su vez que hubiese un interés por parte de otro sector, de recuperar viejos determinismos que ponen suelo a todas estas deconstrucciones posmo de la identidad. La crisis del estadi-nación ante los poderes transnacionales como los económicos, también repercutirían en esta intensificación del retorno a una identidad cultura, puesto que solo el este tipo de estado garantizaría un marco de solidaridad. ¿Cuál sería el problema? Que la incertidumbre ante el futuro que a partir de 2008 se ha instalado en nuestras sociedades, provocan reflujos xenófobos a escala nacional.
He hiperresumido, eh. Es evidente que la autora parte desde coordenadas posmodernas para explicar el problema nacional en Francia.
¿Cuál es mi opinión sobre todo esto? Que ni tanto ni tan poco. Como dice @Angelius, el ideal de "república cívica" francesa frente al microrrelato posmoderno está en peligro, pese a que esta igualdad haya sido una quimera. Por otra parte, estas "construcciones" si bien lo son, no solo se asientan en construcciones.
Por un lado, tenemos la identidad nacional, que sí que estoy de acuerdo que es una creación al 100%, ¿pero no lo son también esas identidades que tanto gustan desde abajo? Y me refiero a los nacionalismos periféricos. Evidentemente, también lo son. Hoy en día la postura de Hobsbawm de que estos son pulsiones reaccionarias inculcadas desde arriba, se suele rechazar ante la postura de que la gente no son recipientes vacíos, pero bajo mi de punta de vista, esto se idealiza. La capacidad vehicular que tienen desde las instituciones políticas de la cuestión nacional, transgrede de sobra los mecanismos desde abajo, por eso cuando una "cultura política" cuya premisa nacional no es la misma que la del Estado, se hace con una parte del poder institucional, es capaz de expandir sus concepciones a través de estos resortes de poder.
Bajo mi punto de vista, aquí hay que ser ecléctico. Si bien estoy de acuerdo con la idea de comunidad imaginada que necesita una comunidad cultural donde sus miembros se reconozcan, siendo su máxima expresión el nacionalismo banal del que hablaba Billig, entiendo que esta no debe saturar el concepto de ciudadano si nos ceñimos a un régimen liberal. Los Estados deben ser capaces de fortalecer la noción de "ciudadanía", desculturalizando los símbolos, dejándoles solo su dimensión de representación política. España iba por un muy buen camino hasta la irrupción de los nacionalismos. Se había conseguido que la pulsión nacional fuese política, independientemente de la idiosincrasia de cada territorio (la cual, bajo mi punto de vista, es otro invento).
Es decir, se debe aceptar el ideal francés como único posible en una sociedad moderna, pese a que hasta ahora se ha hecho de manera regulera por la incapacidad de cohesionar de una manera que no sea culturalista. Se deben preservar símbolos que representen la capacidad política del territorio, una articulación interna del mercado y una lengua que sirva como herramienta, pero todo esto sin atentar contra el resto (España es un ejemplo de buena práxis, pese a lo que digan. Su problema ha sido ceder resortes administrativos que han permitido ir contra esto).
Por otro lado, cuestiones como la identidad de género, también vemos que no solo son una construcción, como ya se demostró en otro hilo creado por @Zerokkk. Tienen un pie en la biología, pero también otra parte es una construcción. Por lo tanto, la única manera de estructurar esto es bajo una concepción de la ciudadanía como vector nacional.
Por último, la cuestión de la inmigración. El rechazo al inmigrante no solo responde a la creación propia de la identidad nacional en un eje de binarios jerarquizada como decía Derrida, pero también. Si responde a esto en parte, no responde menos a la cuestión de los problemas que causa una inmigración ilegal, tanto de convivencia como de trabajo, así como el choque de valores propio entre una sociedad desarrollada y otra de carácter arcaico, con unos valores ultraconservadores religiosos.
La cuestión de fondo es que hay que ser ecléctico y defender la identidad en su faceta política.
Y bueno, llevo como 1 escribiendo en el móvil, así que a tomar por culo que ya no me acuerdo ni de lo que he escrito. Por cierto, creo que precisamente ayer hablaba de este tema con @Daruma.