Llevo tiempo observando cierta invasión –o inclusión, si se quiere- del modelo productivo occidental y consumista en la literatura (aunque sea mucho decir) actual. Explico; si el mercado sirve al propósito de “comprar-tirar-comprar” que de sobra conocemos, haciendo gala de ello productos diseñados para averiarse cada cierto tiempo con el fin de que el usuario compre otro de nuevo, o directamente observamos la aparición de productos verdadera y frecuentemente inútiles (batatamantas de teletienda y pajilletor´s plus), estos principios no han sido ajenos a la tradición epistolar.
Siempre he defendido que tan digno es el lector que prefiere "Harry Potter", como el que disfruta con “Crimen y castigo” del genio Dostoievski; al final, la literatura sirve a un propósito de crecimiento intelectual y cultural, pero no hemos de descuidar el ámbito recreativo exponente de la creatividad/imaginación. Sin embargo, vengo observando autores del calibre de Laura Escanes, o Defreds (entre otros; los hay a patadas del estilo) cuya calidad literaria se me antoja verdaderamente pobre (adjunto pruebas); sin embargo, sus títulos copan las estanterías de las librerías, y más allá, se venden indiscriminadamente al público veinteañero. Y no serán enseñanzas que perduren durante años, pero cierto es que las ventas suben como la espuma.
Dicho esto, la cuestión que planteo es; ¿ha sido ajena la literatura a la cultura del consumismo de productos fáciles de digerir que aparece en otras ramas (música, alimentos, tecnología)? O, de contrario, ¿estamos en presencia de una forma de escribir que merece la misma aceptación que el resto?
Textos de Laura Escanes obtenido de su Instagram:
Esta soy yo.
Entre letras. Entre palabras.
Aquí me tienes.
Te entrego mi alma.
Co(n) razón
No hay corazón
que no tenga razón.
Texto de Defreds:
Me gustan las personas que se alegran de las cosas bonitas que les pasan a los demás. No hay mejor forma de ser feliz. Pocas, pero quedan.