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A mí me gusta la cultura. Me gusta la música, la literatura, el teatro. Con criterio de buen padre, coherente con lo que pienso y con mis valores, apunté a mi hijo el mayor al Conservatorio hace ya 7años. Mi mujer eligió para él la flauta, un instrumento que, con ese timbrito... ha sido un desafío de soportar, to be honest. En realidad no ha sido para tanto: le imaginaba interpretando un solo de Daphnis et Chloe de Ravel con la Sinfónica de Berlín y se me pasaban las ganas de estamparle la flauta en la sien. La cultura cuesta, es un camino tortuoso, de mucho sacrificio y esfuerzo intelectual... la cultura es de alfas.
Anoche me despertó un ruido en la cocina. Pensé que sería algún insecto, atraído por los gofres veganos que mi mujer hace DIA tras DIA con taaanto cariño y que nunca se come porque saben a criadilla de homeless. Me acerqué en mitad de la noche, y lo que vi me golpeó cual puño de Poseidón en cojón desprevenido: Mi hijo, comiéndose una lata de atún de las grandes del Mercadona, a las 3 de la mañana, con una cuchara sopera. Encendí la luz y allí le sorprendí, como "Saturno devorando a sus hijos", escondiendo la lata: con una expresión entre avergonzado, demente y provocado. "No pienso estar catabólico...", respondió a mi silencio de decepción. "...Y la flauta es de maricones", sentenció desafiante. Y se fue a su cuarto, andando como sobre zancos, con esas piernas de cuerpo-escoria que heredó de mí y de las que no le salvará ni el equipo médico de Lance Armstrong. De maricones es la flauta, dice el niño, qué será entonces ponerse de cuclillas en el gimnasio. La sentadilla: el twerking masculino. Los gimnasios: basílicas del amaneramiento, templos de somoditas. Me cago en mi puta vida de maricones dice el soplaflautas.
Mi mujer se ríe y dice que el niño está ya más fuerte que yo, que "va a sacar musculito'. Y me estruja el brazo con una mueca. Y a mi me dan ganas de remangarme el pijama y soltar un rebaño de hostias a la pared de salir en los sismògrafos con epicentro en mis nudillos. "Tú si estás más fuerte ahora", le contesté yo a mi mujer, con un hilillo de voz pero audible. Sin miedo. A dormir al sofá. Pues me voy al sofá con dos cojones. Con mis libros, con mi discografia completa de sonatas para flauta, con mi Xiaomi y envuelto en la manta cual alfa en su crisálida. Se viene pajote.
El niño me dice que quiere unos batidos, de esos placebo, con botes grandes y etiquetas chillonas en plan "MAXIMUM VOLUME GOLIAT" de Vainilla. Y sé que aquí hay mucho acróbata de mancuerna que me puede ayudar. Venga decidme algo barato y que no funcione. Y decidme cremas para los cayos también, no se cuánto me queda de sofá y a mi edad tengo la polla como una escofina.