La edad de oro de la televisión corre el riesgo de saltar por los aires por el exceso de contenidos. Hace más de un año, el presidente del canal estadounidense FX Network, John Landgraf, ya avisó de que "simplemente hay demasiada televisión". El productor norteamericano acuñó el término peak TV, traducible como pico televisivo, para describir la sobredosis de series, películas y documentales que hay hoy en día a disposición del gran público.
Una burbuja que no deja de crecer año tras año y que, según alertan los expertos, podría estar cerca de explotar. En 2016, la industria audiovisual norteamericana dio a luz 455 nuevas ficciones televisivas, frente a las 409 de 2015, y las "apenas" 211 que se rodaron en 2009. Sólo Netflix, produjo el año pasado 600 horas de contenido propio, cifra que prevé incrementar hasta las 1.000 en 2017. Además, la plataforma de streaming invertirá 6.000 millones de dólares este ejercicio en la compra de contenido original.
En España, con la llegada de Netflix, HBO y Amazon Prime Video, unido al catálogo de plataformas locales como Movistar+ o Wuaki TV, el usuario ha empezado a sentir escalofríos. ¿Cómo elegir qué ver y no morir en el intento? Bajo este título, la Fundación Telefónica organizó esta semana un encuentro con expertos del sector para analizar si la edad de oro de la ficción televisiva empieza a estar chamuscada. Las conclusiones fueron claras: hay demasiadas series y no hay forma de ver todo lo que ponen. "Nos cuesta vivir en un planeta en el que los días sólo duran 24 horas, pero biológicamente no podemos renunciar a ello. Por eso necesitamos la tecnología para elegir en qué invertir nuestro tiempo", señaló Francisco Asencio, responsable de Contenidos e Innovación de Tarkinia, una start up dedicada a la innovación en el sector audiovisual.
El problema, según explicó Elena Neira, consultora independiente y autora de los libros 'La otra pantalla' y 'El espectador social', está en la larga vida de los catálogos. "La burbuja audiovisual se ha provocado por el estiramiento de los catálogos. Hoy, las series de estreno compiten en audiencia con ficciones de hace 10 o 15 años", indicó. Y es que para ser un seriéfilo de pro ya no vale con estar al día con Juego de Tronos, House of Cards y El Ministerio del Tiempo, sino que tienes que haber empezado a ver West World, que te haya gustado la miniserie sobre OJ Simpson, ser un experto narcotraficante gracias a Narcos y, por supuesto, haberte tragado los 236 episodios de Friends y los 62 de Breaking Bad. Sobra decir que todo esto no sirve de nada a los ojos de la tribu televisiva si no conoces a Don Draper o si piensas que Fargo es un pueblo de Dakota del Norte.
La sobreoferta es tal que muchos usuarios han renunciado a elegir qué ver y se han entregado a los brazos de las máquinas o, lo que es lo mismo, a los complejos algoritmos de recomendación de las plataformas de streaming. "La gente no quiere tomar decisiones, necesitan herramientas que les digan lo que tienen que ver", expuso Berni Melero, CIO de Buaala, una app que aconseja al espectador los contenidos que tiene que ver en función de sus gustos y hábitos en Internet.
Además, la opción de poder ver las series dónde quieras y a través del dispositivo que mejor le venga en cada momento, está hinchando todavía más la burbuja de la televisión. Basta un ejemplo. En 2015, un 45% de los aficionados a Juego de Tronos decidió seguir la quinta entrega de la serie a través de Yomvi, la plataforma de vídeo bajo demanda de Movistar+, en lugar de acudir cada lunes a la cita con Jon Nieve y compañía. Los espectadores ya no quieren ajustarse a los rígidos horarios de los canales lineales y buscan conformar su propio menú a la carta, lo que está afectando a las cadenas desde el punto de vista creativo. El exceso de oferta hace que apuesten por producir ficciones, pero de menos capítulos. Los 25 episodios de la primera temporada de Perdidos, contrastan con los ocho de la última entrega de True Detective. ¿Será suficiente para pinchar la burbuja?