En poco más de una semana me voy a Tailandia, un viaje enfocado a los elefantes. Empezaré con un curso intensivo de manejo y conservación de elefantes, un voluntariado en un santuario de elefantes, y para terminar, unas dos semanas de turismo por el país.
El viernes 5 marcho hacia Tailandia, llegando al día siguiente vía Palma – Berlín – Abu Dhabi – Bangkok. Tengo reservado un hotel en Bangkok, donde me encontraré con los responsables del curso, para al día siguiente empezar. Y a la vuelta, día 1 de septiembre, por la misma vía.
La problemática
Para entender el objetivo de este viaje, hay que conocer la situación actual de los elefantes domesticados.
Durante años, se han utilizado los elefantes como mano de obra para la recolección de madera, deforestación y transporte de mercancías, siendo en la mayor parte de los casos, explotados para ello y viviendo en pésimas condiciones. Hace unos 20 años, el gobierno thai prohibió usar a los elefantes para dichas funciones, por lo que los mahouts y sus elefantes quedaron en paro y en una no mejor calidad de vida, no teniendo más remedio que mendigar por las ciudades y viviendo bajo un puente, utilizar a los elefantes como reclamo turístico, o abandonarlos a su suerte, con lo que dificilmente sobrevivirían al estar domesticados.
Algunos optaron por ir a las ciudades a mendigar comida para el elefante, o pedir limosna a cambio de fotos en zonas turísticas, lo que supone una vida de hambre, malas condiciones y estrés para el elefante, por no decir del riesgo de ser atropellados. A pesar de que mendigar por las calles de las ciudades está prohibido, sólo en Bangkok hay un control real contra ello.
El turismo supuso una de las soluciones para los mahouts, siendo en la gran mayoría de los casos una explotación del elefante. Montar sobre un elefantetues una de las actividades turísticas más conocidas, pero que más elefantes sufren, teniendo que trabajar durante más de 10 horas al día, sin descanso ni alimento suficiente. Con el paso del tiempo, terminan agotados y extremadamente débiles por tener que cargar con la silla para los turistas (de unos 50kg) y dos turistas más sobre la espalda, donde un elefante apenas puede cargar con 100kg de peso, al contrario del cuello y hombros, donde pueden cargar con hasta 500 kg.
Aún así, la explotación ilegal de los elefantes sigue en pie, ya sea en talas clandestinas, como cría ilegal, además de la caza furtiva de las crías la cual supone la muerte de toda una familia de elefantes adultos.
Elephant’s World, santuario de elefantes: Elefants World se fundó en 2008 en la selva de Kanchanaburi como un santuario para aquellos elefantes enfermos, mayores, discapacitados, maltratados, ilegales, callejeros, etc… que llegan al centro después de uan dura vida para recibir el descanso que merecen, en su hábitat natural. Es lo que vendría a ser, una protectora para elefantes, cuya principal norma es Aquí trabajamos para los elefantes. Al ser una organización sin ánimo de lucro, el 100% de su financiación proviene de las donaciones, tanto económicas como en forma de alimento para los elefantes que reciben.
Los mahouts y voluntarios se encargan de que los elefantes reciban los cuidados veterinarios que requieren, se los alimenta adecuadamente para su condición (ya que algunos no tienen ni dientes), y múltiples visitas, tanto de población local como de turistas concienciados, participando en la jornada de trabajo.
Aquí es donde estaré de voluntaria durante un mes, conviviendo con los elefantes, mahouts y el resto de voluntarios. Además, de que me será reconocido como prácticas en la universidad.
Más info:
http://www.elephantsworld.org/
https://www.facebook.com/elephantsworld?fref=ts
http://www.help.elephantsworld.org/
http://www.tripadvisor.es/Attraction_Review-g297924-d1892148-Reviews-Elephant_s_World_Day_Tour-Kanchanaburi_Kanchanaburi_Province.html
El viaje
Vacunas y botiquínAl hacer una larga estancia en un área rural, por no decir en medio de la selva, a parte de tener un contacto directo con la fauna, me he tenido que poner unas vacunas extras, y lleva un botiquín propio bastante completo, en caso de accidente, del que espero no tener que usar ni la mitad de cosas. Esto, habiendo hecho previamente una analítica de función renal y hepática (principalmente por el malarone), y serología.
Las vacunas:
Botiquín:
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Betadine, para limpiar y desinfectar heridas
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Gasas estériles, tiritas resistentes al agua, apósitos para ampollas (son la gloria cuando te salen ampollas, seriously)
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Ibuprofeno y paracetamol
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Termómetro
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Suero oral, para evitar la deshidratación en caso de diarrea
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Fortasec
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Diprogenta, para las picaduras de insectos
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Cetirizina, antihistamínico para reacciones a picaduras
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Ciprofloxacino, antibiótico para diarrea extrema o infección de orina.
A parte de eso, me voy con un seguro sanitario, por si las moscas, cortesía de la universidad.
Manejo y conservación de elefantes: focalizado en los elefantes, su biología, ecología y cura veterinaria mediante sesiones teóricas y prácticas, pero con una pequeña parte sobre el ecositema de pluvisilva y biodiversidad. Pasaremos por tres parques nacionales, Khao Yai, Erawan y Sam Roi Yot, visitando centros de conservación, recuperación, rehabilitación e investigación, así como expediciones y safaris diurnos y nocturnos por la selva, impartidos por doctores especialistas en el campo, veterinarios y responsables de los centros.
De turismo: en un principio planeo pasar por Bangkok, Ayutthaya, Sukhotai, y si el clima se porta, Chiang mai. Pero como nada de esto es sobre seguro, con guía en mano, iré donde el viento me lleve. Puede que termine en Hua Hin (aunque la playa no es lo mío), o que siga el curso del río Mekong.
No creo que pueda ir haciendo crónicas sobre la marcha, no me llevo ordenador, y no creo que pare mucho por los ciber cafés –o lo que sea que haya por allí– más que para contactar con la família, así que hasta la vuelta, nada. Eso si, alguna cosilla supongo que iré contando.
Y ya de vuelta...
Elephant's World, una experiencia única
spoilerA cualquier persona que vaya a Tailandia, le recomiendo pasar por Elephant’s World. No es sólo por ver los elefantes, sino por tener un contacto directo con elefantes rescatados a los que se les da el trato digno que se merecen, y la maravilla del lugar donde se encuentran. Todas las personas que he conocido, que han visitado y a quien les he recomendado ir, se han ido con una sensación de paz, felicidad, queriendo quedarse más tiempo.
A kilómetros del pueblo más cercano, entre montañas, bosque y junto al río se encuentra Elephant’s World, un pequeño paraíso donde personas y elefantes conviven en armonía, sin preocuparte del mundo exterior, sin internet, con apenas electricidad (teniendo que hacer cola para cargar el móvil) y viviendo con lo justo que se necesita. Durante un mes, he convivido con otros voluntarios y los mahouts, compartiendo tareas, cultura y noches de guitarra y cerveza. He tenido la oportunidad, no sólo de tener un contacto muy cercano con los elefantes, sino con la gente y los mahouts, conocerlos a ellos y su pasado. Algo digno de repetir y gente a la que echar mucho de menos.
En Elephant’s World hay 10 elefantes, 9 de ellos adultos y un bebé de un año y medio, de los que únicamente dos son machos. Cada uno de ellos tiene un pasado diferente, aunque para la mayoría de ellos, de abuso, explotación y trabajo hasta el agotamiento. Un ejemplo, es Malee, que fue atropellada por un camión en Bangkok cuando se dedicaba a mendigar comida junto a su anterior dueño, y tuvo que seguir trabajando durante años en los campos de trekking; o Lam Duan, completamente ciega, de un ojo al atacarle su anterior dueño con el gancho y del otro al clavársele una rama durante un trekking. Cada uno de los elefantes tiene su propio mahout, la persona que monta y dirige el elefante, con quien hay un vínculo especial, de confianza. Aprender a distinguir los elefantes, especialmente cuando el mahout no está a su lado, es algo que lleva su tiempo. Rom Sai, Jonh, Wasana, Sipra, Samboon, Kamoon, Malee, Au Pan, Songkran, Lam Duan, todos tienen algo que les diferencia del resto, diferentes cicatrices de su pasado, diferente carácter.
Las tareas como voluntario dependían del día, básicamente preparar la comida para los elefantes: cestas de fruta para la mañana y tarde, cocinar bolas de arroz pegajoso para aquellos elefantes mayores de 60 años y sin dientes, guiar a los visitantes y explicarles a cerca de los elefantes, ir a cortar árboles de banana salvajes o hierba para alimentar a los elefantes… siempre alrededor de los elefantes, observandolos de cerca, su comportamiento, su mímica, verlos disfrutar revolcándose en el barro cuando llueve, llegándolos a alimentar directamente a la boca. Para aquellos elefantes que requerían atención veterinaria, ya fuera para una extracción de sangre o para curar heridas, atenderlos era toda una aventura, y se requería la ayuda de varios mahouts, técnicos veterinarios y los voluntarios.
Trabajabamos hasta aproximádamente las 16h, y después teníamos la tarde libre, que solía empezar con una ducha en el río, ir al mercado de Lad Ya los domingos, jugar a volleyball en el poblado de los mahouts, llegarles a cocinar una tortilla de patatar a los mahouts o incluso ir a ver un campeonato de Muay Thai con los mahouts, ya que el hermano de uno de ellos luchaba.
Como voluntarios, teníamos la oportunidad de ir junto a los mahouts al bosque por las tardes o mañanas, donde los elefantes pasan la noche e ir o volver montados en ellos. Además de poder nadar con los elefantes.
Los mahouts, aquellos personajes con quien convivir es estar todo el día de broma, riendo, personas humildes con quien a menudo la comunicación es difícil debido a su bajo nivel de inglés. Cada noche venían, a tocar la guitarra, cantar, beber cerveza (con hielo, la única forma de enfriarla!), jugar a cartas… o simplemente a disfrutar de la compañía de ‘English people’ como denominan a los europeos, indiferentemente del país de orígen, hablar con nosotros, bromear. Con el tiempo, se estrechan los lazos, se coge confianza, y se gana su amistad, te hablan de su pasado, algunos de ellos refugiados Karen que en su adolescencia fueron soldados y lucharon contra el ejército birmano, o te confiensan momentos de tensión, en los que temieron por su vida, como Deedo, mahoiut de Rom Sai, elefante macho que una vez en el bosque le intentó atacar y si no hubiera trepado a un árbol, habría muerto. Jay, el silencioso mahout de la dulce y dócil Songkran, siempre junto a May, mahout de Samboon, ambos siempre tocando la guitarra. O el pícaro Lek, mahout de Wasana, quién no perdía una oportunidad de flirtear con las voluntarias.
La última noche de cada voluntario es una fiesta, generalmente junto al río, con una fogata y barbacoa, o en un bar, donde la mayoría de los mahouts se unen, para disfrutar, beber gratis, y salir de la rutina. Para todos los voluntarios irse es difícil, durante un mes se conoce gente muy especial y se vive en un lugar de ensueño.
Parque Nacional de Khao Yai
spoilerCon una altitud máxima de unos 1400 m, el parque Nacional de Khao Yai es uno de los mayores reservorios de biodiversidad en Tailandia. Su extensa plurisilva, declarada patrimonio de la humanidad por la unesco, tiene un clima fresco y húmedo, las noches necesitávamos chaqueta y no hubo día que no termináramos calados por las lluvias monzónicas.
Dormíamos en unos bungalows en un claro en medio de la selva, por lo que las noches recibimos múltiples visitas de muntjacs, e infinidad de mariposas nocturnas atraídas por la luz, miles de ellas aún sin identificar, a cada cual más impactante. Y las mañanas los gritos de los macacos servían como despertador.
Hicimos una expedición guiada por la selva, donde tuvimos oportunidad de sentirnos rodeados por la naturaleza y sus sonidos, ya que oímos más animales de los que vimos, a pesar de sus múltiples rastros, debido a la frondosidad y espesura. Quedarse en silencio, y escuchar el potente aletear de los cálaos, ser objetivo de frutas por macacos y gibones u oirlos desplazarse de rama en rama, ver rastros y marcas de osos malayos, una enorme diversidad de insectos, aves, y árboles imponentes… pero a la vez, ser víctima de mosquitos y sanguijuelas trepando por los pantalones.
Mereció la pena, aunque la mayor parte de la fauna fuera más fácil de ver desde la carretera que desde la misma selva.
Es uno de los pocos lugares donde todavía hay tigres y elefantes salvajes, los elefantes se pueden ver en las zonas despejadas donde acuden a comer tierra enriquecida en sales y minerales pero ninguno de los días que pasamos en Khao Yai se dejaron ver, cuestión de suerte.
Hicimos un intento de safari nocturno, cuando la mayor parte de mamíferos se dejan ver, ciervos sambar y muntjac, puercoespines y elefantes entre otros, pero quedó en un baño al aire libre debido a la potencia de la lluvia.
Bat Cave: en los exteriores del parque nacional se encuentra la Bat Cave, donde al anochecer, millones de murciélagos salen en bandada durante más de 45 minutos , asemejandose a un humo saliendo de la montaña. Dolor de cuello asegurado, pero algo impresionante durante los primeros minutos, luego ya se hace algo monótono
Kanchanaburi y Parque nacional de Erawan
spoilerPartiendo de Khao Yai y con unas 6 horas de carretera por delante para llegar a la región de Kanchanaburi, donde nos dirigíamos al Parque Nacional de Erawan para seguir con la diversidad faunística y elefantes, aprovechábamos los templos de por el camino para parar y estirar las piernas. A cada cuál, con estatuas de Budha diferentes, misas.
Llegamos a la ciudad de Kanchanaburi con el tiempo suficiente de dar un paseo, ver el famoso puente sobre el río kwai, aguantando una de las muchas lluvias monzónicas, uno de sus templos chinos, y los mercados nocturos.
Kanchanaburi es una ciudad animada, no faltan las guesthouse y bares en la zona de Mae Nam Khwae, ofertas de actividades. Allí nos dimos un banquete con una parrillada al estilo thai, o lo que sea que fuere, una parrilla bajo la que se pone carbón, con un surco alrededor donde añadir caldo y hacer sopa, y una plataforma donde asar la comida. Gracias que teníamos a Moo con nosotros y nos hizo de chef esa noche. Nótense los doraemos y angry birds de tofu.
Parque Nacional de Erawan: pasamos dos noches los bungalows del parque, con unas vistas increíbles a las montañas, víctimas de los voraces mosquitos y equipados con nevera (cerveza fría!).
Las noches, como en Khao Yai, son ligeramente frescas, plagadas de mosquitos, y con el sonido de ranas y perros callejeros. Tuvimos la suerte de encontrar un digno ejemplar de escorpión.
Lo más conocido del parque son sus cataratas de 7 niveles, en las que el último nivel recuerda a la cabeza de Erawan (deidad con 3 cabezas de elefante). O eso dicen... Se trata de un trekking ligero de unos 2 kilómetros. Oímos muchos rumores a cerca de su dificultad, que se reduce a un suelo húmedo y por el que a veces hay que ayudarse de las manos, pero nada que no se pueda superar con buen ritmo y calzado. Una vez se llega al séptimo nivel, se agradece un buen chapuzón en las aguas cristalinas.
Y encontrar por el camino ofrendas a árboles sagrados.
A parte de ser un lugar impactante en cuando a su paisaje, es una oportunidad más para ver al Macacus rhesus en su hábitat natural, e incluso con crías, junto a una enorme cantidad de mariposas.
Petchaburi, macacos y santuarios
spoilerTham Khao Luang: Partiendo de Erawan dirección sur hacia Hua Hin, pasamos por Petchaburi a visitar un santuario en una cueva, el Tham Khao Luang. Lo primero en llamar la atención son los abundantes macacos en su exterior. Una de las problemáticas con este tipo de fauna es el hecho de que se hayan acostumbrado a recibir comida de la gente, ya que incluso había vendedoras de fruta y verduras para los monetes. Esto provoca que los bichos se acostumbren a persona que ven, persona que tiene comida. Que te vean con algo apetitoso en las manos, es toda una tentación para ellos, la manada centrará su atención en ti, no dudarán en intentar robártelo, y acercarse a cualquiera de ellos mientras tiene algo de comida entre las manos provoca una respuesta agresiva. Aunque si, es muy bonito poder ver a los macacos de cerca, deja de serlo cuando te enseñan los dientes amenazantes o intentan arrancar algo de las manos. Por no decir que pueden ser transmisores de enfermedades como la rabia.
Eso, y que pueden desarrollar obesidad.
El santuario se encuentra en una cueva natural, al que se accede por una inclinada escalera de irregulares escalones. En la entrada está la tumba de Rama IV, y su cámara interior está llena de estalagmitas, hileras de budas, y un enorme buda reclinado. Lamentablemente, he tenido problemas con la tarjeta de memoria, y las fotos que tengo no hacen justicia a la cueva, en parte por la falta de iluminación.
Wildlife Friends Foundation: nuestra siguiente sesión, dirigida a la recuperación de fauna salvaje y su reintroducción al medio natural siempre y cuando es posible. Es un centro que se dedica a rescatar animales que han sido heridos, cazados de forma ilegal para luego ser vendidos en el mercado negro, o usados como reclamo turístico. Tienen una enorme diversidad de aves, entre, monos, osos malayos, etc... Algunos ejemplos, un cálao con un ala rota, un macaco al que encontraron con sólo una extremidad y dos dedos, osos malayos de venta en el mercado negro...
Les proporcionan hábitats lo más adaptados posibles a sus condiciones y hábitat natural. Es posible voluntariar con ellos.
http://www.wfft.org/