Pero siempre hay un refugio donde encontrar algo que sea auténtico. Una charla íntima con un amigo ante quien nos despojamos de nuestra estúpida fatuidad, en quien encontramos calor y comprensión, con quien el egoísmo mezquino es impensable. Un refugio donde el vino y los libros le dan a la vida un significado distinto. Ahí hemos fabricado algo, que la doblez no puede tocar. En ese refugio estamos a nuestras anchas