HooK
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chorraditas

CONSUMO DE ALCOHOL

Causas, efectos secundarios y posibles
soluciones

  1. Síntoma: Pies fríos y húmedos.
    Causa: El vaso está siendo agarrado en ángulo incorrecto.
    Solución: Gira el vaso hasta que la parte abierta quede
    hacia arriba.

  2. Síntoma: Pies calientes y mojados.
    Causa: Ya te measte.
    Solución: Ve a secarte al baño más proximo.

  3. Síntoma: La pared de enfrente está llena de luces.
    Causa: Te has caído de espaldas.
    Solución: Posiciona tu cuerpo a 90º con respecto al suelo.

  4. Síntoma: Tu boca está llena de colillas de cigarros.
    Causa: Te has caído de bruces sobre el cenicero.
    Solución: Escupe todo y enjuágate la boca con un buen
    "gintonic".

  5. Síntoma: El suelo está borroso.
    Causa: Estás mirando a través de un vaso vacío.
    Solución: Más de tu bebida favorita.

  6. Síntoma: El suelo se está moviendo.
    Causa: Estás siendo arrastrado.
    Solución: Pregunta a dónde te llevan por lo menos.

  7. Síntoma: Reflejo múltiple de caras mirándote desde el
    agua.
    Causa: Estás en el inodoro, intentando vomitar.
    Solución: Metete el dedo (en la garganta).

  8. Síntoma: Oyes que la gente habla produciendo un
    misterioso eco.
    Causa: Tienes el vaso en la oreja.
    Solución: Deja de hacer el payaso.

  9. Síntoma: La discoteca se mueve mucho, la gente viste de
    blanco y la música es muy repetitiva.
    Causa: Estás en una ambulancia.
    Solución: No moverse. Posible coma etílico o congestión
    alcohólica.

  10. Síntoma: Tu padre está muy raro y todos tus hermanos
    te miran con curiosidad.
    Causa: Te has equivocado de casa.
    Solución: Pregúnta si te pueden indicar por dónde queda
    la tuya.

  11. Síntoma: Un enorme foco de luz de la discoteca te ciega
    la vista.
    Causa: Estás en la calle tirado y ya es de día.
    Solución: Café y una buena siesta.

El club de la comedia
Preguntas impertinentes de los niños
(El Club De La Comedia)

Estoy pasando unos días en casa de mi hermana, y mi sobrino me tiene alucinado. ¿Ustedes se han fijado en que los niños hacen preguntas mucho más inteligentes que los mayores? Tú, cuando los recoges del cole, les dices: «¿Te has comido el bocadillo?» «¿Has jugado con la plastilina?». Ellos, en cambio, te plantean cuestiones como: «¿Por qué el mar no se sale?» «¿Los pájaros de España son españoles?» «¿En el cielo hay supermercados?». Y es que los niños todavía no tienen prejuicios, por eso preguntan todo lo que quieren sabor y no les da vergüenza.
He descubierto que un niño tiene tres lugares en los que se pone especialmente preguntón. El primero es la cama. Cuando le vas a acostar, como no se quiere dormir, te acribilla a preguntas:
-Tío, ¿los conejos se lavan los dientes? -SÍ, venga, hasta mañana...
-Julio, ¿por dónde mean los peces? -Por un agujerito, venga, a dormir...
-¿Y por qué los animales no llevan gafas, Julio? -¡Porque duermen mucho y no tienen la vista cansada!, ¡duérmete!
Y a las tantas de la madrugada, se va corriendo a tu habitación, te despierta y te dice:
-¿A que no se dice puta, cabrón y gilipollas? ¿A que no? ¿A que no? ¿A que no?
Su segundo lugar favorito para hacer preguntas es el asiento de atrás del coche. El otro día íbamos con su padre y de repente suelta:
-Papá, ¿por qué no tienes pelo en la cabeza? -Anda, niño, cállate y mira las nubecitas... ¡Y sí tengo pelo, carne!
Y el tercer sitio donde los niños se ponen filosóficos es el baño. Es sentarse en el váter y empezar a surgirle dudas trascendentales:
-Tío, ¿de qué color es la piel de Dios?
-Dios no tiene piel, cariño, es etéreo...
-¡Ah, etéreo! ¡Como el radiocasete!
Y cuando termina se queda mirando lo que ha hecho y te suelta:
-Tío, ¿los negros cagan blanco?
Lo malo no es cuando no sabes qué contestarles, le malo es cuando te ponen en un compromiso. El otro día, estábamos toda la familia en casa de la abuela y mi sobrino se encaprichó de la figurita de Lladró:
-Abuela, ¿me la das?
-No, hijo, cuando me muera será para ti. -¡Ah! ¿Y cuándo te mueres?
Pero no es que los niños sean crueles, es que necesitan informarse:
-Abuelo, ¿tú tienes los dientes de plástico como los que venden en el quiosco?
No hay maldad, es simple curiosidad:
-Mamá, ¿si mi hermano tuviese un accidente, su habitación seria para mí?
Y es que aunque los niños digan que quieren ser bomberos o médicos o policías... la realidad es que todo niño lleva dentro un periodista nato. Un niño necesita información, porque la infancia es una etapa muy angustiosa y llena de dudas. Yo, de pequeño, lo pasé fatal. Un día le pregunté a mi madre:
-Mamá, ¿de dónde salen las chuletas? Y ella me dijo:
-Son corderitos, cariño. ¡Los corderitos! ¡Como el de Norit ... !
Pillé un berrinche...
Pero en esta etapa, sin duda, la pregunta más angustiosa para un niño es la siguiente:
-Papá, ¿quién puede más, Superman o la Masa? Y sobre todo:
-Papá, ¿quién puede más, la Masa o tú?
El niño tiene tantas dudas, que a veces te pregunta las cosas cuando ya las ha hecho: «Mamá, ¿a que no pasa nada si tiro los macarrones por la ventana?» «Mamá, ¿a que no pasa nada si las gafas de papá se rompen?» «Mamá, ¿a que no pasa nada si me meto un garbanzo en la nariz y me lo empujo para dentro?, ¿no pasa nada, no?».
Hay unas preguntas para las que los padres se creen que están preparados: las de sexo. Porque se han comprado un libro tipo La aventura de nacer donde vienen dibujitos del espermatozoide, el óvulo y un primer plano en escorzo del zigoto. Todo muy bien explicado. Y cuando acaba de ver el libro, el niño dice:
-Vale, papá. Pero, ¿qué es una paja? ¿Tú te haces pajas, papá?
Los niños practican también el periodismo de investigación:
-Papá, dice Borja que el coche de su padre es mejor que el tuyo.
-¡Vamos, anda! El papá de Borja es gilipollas. -Pues dice que el suyo es un dieciséis válvulas y que vale cuatro millones.
-¿Ves como es un gilipollas? Cuando te diga eso, le dices que el nuestro vale seis millones.
Entonces el niño se va a contrastar la información con otra fuente:
-Mamá, ¿sabes cuánto vale el coche de papá?
-Sí, cuatro millones.
-No, mamá, ése es el de Borja, papá me ha dicho que el nuestro vale seis millones.
-¿Seis millones? ¡Tu padre es gilipollas!
-No, mamá, el gilipollas es el papá de Borja.
-¡Y tu padre también!
Y el niño, con todos estos datos, abre su informativo al día siguiente diciéndome:
-Tío, ¿todos los padres son gilipollas?
Pero él no se queda con los titulares, él sigue investigando:
-Julio, ¿cuánto vale tu coche?
¡A ver qué le contesto, para que no piense que soy como su padre y como el padre de Borja!

REACCIONES ESTUPIDAS
ANTE EL MIEDO

Qué malo es el miedo, ¿eh? Los seres humanos no estamos preparados para el miedo, no nos sabemos comportar con dignidad. No hay más que ver la cantidad de gilipolleces que hacemos cuando tenemos miedo. Porque vamos a ver, tú estás por la noche en la cama y oyes un ruido extraño, ¿y qué haces? ¡Te tapas con la sábana! ¡Muy bien! ¿Qué pasa, que la sábana es antibalas? ¿Que si viene un malo con un cuchillo no va a poder atravesarla, se le va a doblar la hoja? ¡Hombre, por favor!

¿Y cuando nos da por mirar debajo de la cama? ¡Hombre, que ya tenemos una edad! Además, suponiendo que haya un asesino debajo de la cama, ¿qué ganas mirando? ¡Que te mate antes! Muy bien, fantástico. ¿Se imaginan que un día nos encontrásemos a
alguien debajo de la cama? ¿Qué le diríamos?:
-Buenas noches... ¿Qué? Asesinando, ¿no?
-A ver, hay que ganarse las lentejas.
-¡Pero hombre de Dios! Salga de ahí que se va a quedar frío. Ande, suba, que va a coger asma con tanta pelusilla. Máteme en la cama, que estará más cómodo.

Otra reacción estúpida ante el miedo es mirar dentro del armario, que ya es el colmo. Porque, vamos a ver ¿a alguien le cabe un señor dentro del, armario? Pero si el día que planchas no sabes dónde meter toda la ropa, ¿Como se va a meter un tío ahí dentro?
Otra situación. Oyes un ruido raro en casa y te levantas, acojonado, en calzoncillos, y preguntas:
-¿Hay alguien?
¿Pero qué crees, que si hay alguien te va a contestar? Lo mejor es cuando llegas a la conclusión de que si hay alguien sólo puede estar detrás de la puerta del cuarto de baño, porque lo demás ya lo has registrado y, ¿qué haces? Asomas la cabeza poco a poco, más que nada para que, si hay alguien, te dé a gusto. ¡Ay!

Otra. Vas en un coche y de repente el conductor empieza a correr como si fuese Carlos Sainz, pero sin Carlos y sin Sainz, y tú acojonado. ¿Qué haces? Lo normal, protegerte: te agarras a la asita de plástico que hay encima de la puerta. Ya se puede estampar si quiere, que tú vas cogido a la asita...
En esta situación, las madres lo que hacen es que se agarran al bolso y se lo ponen delante, como si fuera un airbag.

¿Y cuando vas en bicicleta bajando una cuesta y aquello se embala? ¿Qué es lo que se te ocurre? Quitar los pies de los pedales. ¡Muy bien, muy inteligente! Cuando te descontrolas del todo, sueltas también las manos del manillar. Eso es. Pero ¿qué crees que va a pasar? ¿Que vas a salir volando como E.T.?

Cuando nos van a poner una inyección, ¿qué hacemos? Poner el culo tan duro que la aguja rebota. Sabemos que duele más, pero no podemos evitarlo. Y es que el miedo nos incita a hacer una idiotez detrás de otra tienes que bajar al garaje y no hay luz, Empiezas a pensar en fantasmas o en si habrá alguien escondido y, ¿qué haces? Cantar. miedo, tengo miedo, no lo sabes tú muy biebebeben! Eso es, da más datos. Lanza una bengala.

¿Y qué pasa si vas por la calle y de pronto ves a alguien y piensas que te va a atracar? Pues te cambias de acera. Seguro que si es un atracador, pensará: «mierda, otro que se me ha cruzado de acera, qué nochecita llevo». Pero ¿por qué hacemos esto? ¿Qué pasa, que los atracadores sólo atracan en la acera de los pares? ¡Ay!

El otro día iba en el ascensor con una mujer a la que no conocía de nada y de repente el ascensor hizo un extraño: «Brramb». ¿Y qué hizo la señora? ¡Agarrarse a mí! Es una reacción típica de las mujeres. Deben de pensar que los hombres no caemos cuando se descuelga un ascensor.

No hay que olvidar que unidas a nuestras reacciones estúpidas están las que tiene el cuerpo por su propia cuenta. Una de ellas es temblar. Si por ejemplo hay un ladrón en casa y nos escondemos debajo de una manta, el hombre no tiene problemas para encontrarnos. Nos ponemos como un móvil en posición vibrador.

Otra reacción estúpida es la de quedarte paralizado. Si viene un coche hacia ti y está a punto de atropellarte, esto es todo lo que se le ocurre a tu cuerpo, quedarse quieto.

Más reacciones que tiene el cuerpo por su cuenta: gritar. Claro que sí, muy lógico. Si estás friendo un huevo y se te prende la sartén ¿qué se te ocurre? Gritar. Te pones a gritar como un loco:
-¡¡Que se me queman los huevos!!
Y si viene otra persona, se une a ti con sus gritos:
-¡Que se te queman los huevos!
Pero ¿qué pretendemos? ¿Apagar el fuego a gritos? ¡Hombre, por favor!

Y luego está lo de cagarse de miedo. ¿Habrá algo más estúpido y más inútil que cagarse de miedo? Bueno, sí, morirse de miedo. Ahora eso sí, ¡que me esperen muchos años!

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