Mi señor, mi rey, poned en vuestra poderosa espada mis humildes pero sabias palabras. Por los siglos es sabido que, si mantenéis al pueblo bajo el yugo de la pobreza de pensamiento y la ignorancia, obtendréis un pueblo sumiso como el más necio de vuestros bufones.
Ofreced a vuestro pueblo sabiduría, y se rebelará contra vos.
(El consejero del rey, edad media).