Pidió permiso a la presidencia. Cruzó el albero que destellaba al sol, con pie firme. Llevaba la cabeza gacha, iba como ensimismado, silencioso, la muleta y la espada haciendo la cruz en la mano izquierda y la montera en la derecha. Se detuvo. Levantó la cabeza y miró hacia el cielo. Alzó la montera e irguió el cuerpo cimbrando la cintura. Sus ojos azules se confundieron con el cielo vestido de purísima, como el manto de la Inmaculada que vive en la Plaza de la Iglesia. Dejó la montera en los medios colocándola bocabajo con suavidad, casi con mimo, y se fue hacia el toro.
Cortada la oreja, el torero maduro se secaba el sudor con una toalla blanca entre barreras.
- ¿A quien le brindó usté esa faena tan íntima, maestro? preguntó uno del callejón
- A mi amigo Camarón.
Y siguió secándose el sudor con la vista perdida en el ruedo, al que estaba por saltar el quinto toro de la tarde.
Una tarde de Julio del año 2004 -el de su reaparición- en La Línea de la Concepción, el maestro José Mari Manzanares, alicantino y amante del cante grande, se acordó del gran maestro, y se lo quiso decir de una manera personal y entrañable. De la mejor manera que tienen los toreros grandes de expresar cariño, respeto o agradecimiento: brindándole un toro a su amigo Camarón.
tu as sido lo mas grande
FlaMeNkO asta morir razon de vivir
corazón flamenko de la cabeza a los pies
[/i]barriero asta la muerte www.cantautorelbarrio.com
[i]t kiero sara lo eres todo para mi[/i]