Porque el informe, elaborado por un equipo de investigadores de la London School of Hygiene and Tropical Medicine (Gran Bretaña), lejos de decir que la exposición microbiana no es importante, concluye que la pérdida de contacto con los «viejos amigos» microbianos puede ser un factor fundamental relacionado con el incremento de una gama aún más amplia de enfermedades graves. Así, el texto sugiere que además de las alergias, hay otras «enfermedades inflamatorias crónicas» como la diabetes tipo 1 y la esclerosis múltiple, que parecen tener su origen en problemas de regulación de nuestro sistema inmunológico. Las deficiencias en la exposición microbiana, dicen, podrían ser claves en el aumento de las alergias y de las enfermedades inflamatorias.
Sally Bloomfield explica que «la idea de que la exposición a los patógenos es esencial para la regulación del sistema inmune es correcta. Ahora bien -dice Sally Bloomfield- la teoría de que los niños que tienen menos infecciones, debido a que los hogares son más higiénicos, son más propensos a desarrollar asma y otras alergias, no se sostiene». Es decir, los autores se suman así otros investigadores que hablan de «la importancia en el desarrollo del acondicionamiento inmune», como hace poco se señalaba en un estudio publicado en Science.
Teoría simplista
Otra de las autoras del informe, Rosalind Stanwell-Smith, considera que debido a la gravedad de las alergias y las enfermedades inflamatorias crónicas, «es el momento de reconocer que no es lo más indicado sustentar una aproximación simplista sobre el hogar y la higiene personal como la causa del problema; así, desviamos la atención en la búsqueda de soluciones viables y de las causas verdaderas, probablemente, mucho más complejas».
Para Graham Rook, coautor del informe, el aumento de las alergias y las enfermedades inflamatorias parece, al menos en parte, debido a que «hemos ido, poco a poco, perdiendo el contacto con una serie de microbios con los que había ido evolucionando nuestro inmunitario desde la Edad de Piedra. Y ahora estamos padeciendo las consecuencias de esto, pero -añade- también impulsado por una predisposición genética y una serie de factores de nuestro estilo de vida, que can desde la alimentación, la contaminación, el estrés o la inactividad». Según Rook, es posible que algunas personas no han regulado adecuadamente su sistema inmunológico y por ello «son menos capaces de hacer frente a estos otros factores».
Las razones de estos cambios, según Stanwell Smith, radican en que «desde 1800, cuando las alergias comenzaron a ser más visibles, la mezcla de microbios con las que hemos vivido, hemos comido, bebido y respirado ha ido modificándose». Para el investigador, en estos siglos se han producido importantes avances para luchar contra las enfermedades infecciosas: agua potable, alimentos seguros y alcantarillado, y tal vez el uso excesivo de antibióticos. «Todas estas medidas, vitales para protegernos de las enfermedades infecciosas, también han alterado a nuestros 'amigos' microbios que habitaban en el mismo entorno».
Casas higiénicas
Pero también, afirma el informe hemos perdido el contacto con nuestros «viejos amigos» de otras maneras: nuestras casas tienen una mezcla diferente y menos diversa de microbios que los del pasado. Y esto, subraya, no tiene nada que ver con los hábitos de limpieza: porque, incluso en aquellos hogares más limpios de aspecto, todavía abundan las bacterias, virus, hongos, el moho y los ácaros del polvo.
«La buena noticia -dice Bloomfield- es que no tenemos que elegir entre las enfermedades infecciosas o las alergias y enfermedades inflamatorias. La amenaza de las enfermedades infecciosas está aumentando debido a la resistencia a los antibióticos, a la globalización y al envejecimiento de la población; así, una higiene adecuada es todavía más importante para todos nosotros».
Sin embargo, el informe no da ninguna pista sobre cómo revertir el aumento de las enfermedades alérgicas. Para Rook, «hay un montón de ideas que están siendo exploradas pero relajar nuestra higiene no nos va a reunir con nuestros «viejos amigos», más bien, nos expone a nuevos enemigos como, la E. coli O104».