Afortunadamente, solo me queda un año de carrera ya, y no sufriré las consecuencias de Bolonia de lleno, pero sí que me ha pillado algo de refilón. Comento mi leve experiencia con Bolonia:
Tuve la desgracia de dar una asignatura de la carrera, Fonética, con un profesor que seguía la metodología de Bolonia. Estábamos obligados a asistir a clase, y nos mandaba cada dos semanas trabajos chorra de ir a por un libro a la biblioteca, hacer un resumen de un capítulo, y entregarlo.
Hice los trabajos bien, aunque harta de que me hiciesen copiar y resumir, como me hacían en Primaria. Asistí a clase para que no se me penalizase con la puntuación, aunque, como no me gustaba como explicaba el profesor, iba simplemente por ir, pero no hacía nada en clase, me aburría soberanamente y estaba perdiendo esas horas.
Luego, hice el examen, y por fin acabó la dichosa asignatura. Los contenidos de la asignatura no me habían motivado nada porque en clase me aburría, no entendía nada, e hice el examen como pude.
Resultado: acabé asqueada la asignatura, saqué nota baja (un 6), no aprendí nada, y mi contacto con la fonética fue negativo. Me dolió bastante, porque, aparte de no haber aprendido nada, le cogí manía a la fonética, y, a pesar de haber asistido a clase en contra de mi voluntad, y haber hecho todos los trabajos, saqué poca nota y no aprendí apenas.
Si la asistencia al menos no hubiese sido obligatoria, y no hubiera perdido el tiempo haciendo trabajos de mierda, al menos hubiera tenido más tiempo de prepararme por mi cuenta, y seguramente hubiera aprendido algo.
Ahora comento otro caso de una asignatura de las de toda la vida, llevada por la profesora al "modo tradicional": Temas y problemas de la literatura medieval.
La asistencia no era obligatoria, ibas si querías, y si no ibas, no te penalizaba. La profesora se curraba un montón las clases, nos dejaba participar activamente. Propuso un trabajo voluntario para subir nota, y quien no lo hiciese no se penalizaba, pero sí se premiaba a quien lo hiciese.
Asistí a todas las clases porque me encantaba, no iba obligada, sino por iniciativa propia. He aprendido un montón, hice el trabajo voluntario porque estaba muy motivada, y de verdad le cogí gusto a la asignatura.
Resultado: he aprendido muchas cosas que me están resultando de gran utilidad este año, y saqué un 9,5 de nota final.
Conclusión: odio Bolonia, y no quiero oír hablar de esto ni en broma. Mis relaciones con la Fonética han mejorado gracias a una profe de Historia de la Lengua que tengo este año, que no sigue Bolonia, que es un encanto, y nos hace que nos motivemos un montón con la asignatura.