#34 Depende del juego. Considero que se potencia cuando es más juego, es decir, cuando la competencia (con uno mismo o los demás) se hace más patente y se torna en una especie de vasija que nunca se puede llenar porque sus creadores le han hecho unos agujeros (más patente en los juegos que se denominan como de servicio), no hay saciedad posible.
Entonces, es el cóctel perfecto para alienarse pero quien juzgue al videojuego en sí como alienante solo está dejando entrever su prejuicio al medio. En relación a esto, puede servir lo que se dice en un artículo que reseña Neurogamer: Cómo los videojuegos nos ayudan a comprender nuestro cerebro de Pablo Barrecheguren:
Como siempre, y esto es algo que he tardado en decir, todo depende de a qué videojuego juegues. Cuando se habla de violencia y videojuegos sólo se habla de videojuegos que contienen violencia, y se toma la parte por el todo condenando universalmente al medio. Pero es un medio muy plural, y nuestro cerebro no está sólo sujeto a ataques videolúdicos, sino que pueden ser otra cosa. Aquí es donde está la nota de optimismo y esperanza de Pablo Barrecheguren: igual los videojuegos no mejoran nuestro cerebro, pero nos afectan, y pueden hacerlo muy positivamente, como refugio frente a otros problemas, como espacio de tranquilidad, como espacio terapéutico. El autor nos cuenta su experiencia con Firewatch (Campo Santo, 2016), pero es algo que probablemente todo el mundo ha sentido con algún otro título. También pueden ser un espacio de encuentro, para personas que no tienen otro medio para conectar. El problema, como siempre, no es de los objetos (de los videojuegos), sino de cómo se usan.
Además, el autor del ensayo tiene un vídeo acerca de la adicción de los videouegos: