Los perros profesan una religión que adora incondicionalmente a un dios falible. Nadie nos querrá nunca como ellos.
Como probablemente tenga un puñado de años más que tú, permíteme aventurar que afortunadamente habrá otros perros en tu vida, que no serán Floki pero a su manera te colmarán del amor y felicidad.
Dejo aquí lo que Lord Byron escribió sobre su perro Boatswain, que expresa mejor que nadie lo que muchos sentimos.
Cerca de este lugar
reposan los restos de un ser
que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia,
el valor sin la ferocidad,
y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.
Este elogio, que constituiría una absurda lisonja
si estuviera escrito sobre cenizas humanas,
no es más que un justo tributo a la memoria de
Boatswain, un perro
nacido en Newfoundland, en mayo de 1803
y muerto en Newstead Abbey, el 18 de noviembre de 1808.
Cuando algún orgulloso humano regresa a la Tierra,
Desconocido para la Gloria, pero ayudado por su nacimiento
El arte del escultor agota las pompas de dolor
Y los ataúdes conmemoran a quienes descansan allí.
Cuando todo terminó, sobre la tumba se ve
no lo que él fue, sino lo que debió haber sido.
Pero el pobre Perro, en vida el amigo más fiel,
el primero en saludarte, el más dispuesto a defenderte
Cuyo honesto corazón es propiedad de su dueño
Quien trabaja, pelea, vive, respira por él
Cae sin honores, sin que nadie note su valía,
Y el alma que lo acompañó en la Tierra es rechazada en el Cielo
mientras que el hombre, ¡vano insecto!, desea ser perdonado,
Y reclama un Cielo exclusivo para él.
Lord Byron