El otro día al hilo del concierto de Taylor Swift, salió brevemente el tema de los macrofestivales (que al final es como un macro-concierto pero más días) y yo ya venía calentito con este tema. Recientemente leí Macrofestivales de Nando Cruz, un periodista musical con muchas tablas en cuyo libro desgrana como estos festivales se han convertido en eventos que realmente atentan contra la música en vez de promoverla.
¿Que fanático de la música no ha ido a un macrofestival? Quien más o quien menos se ha tragado un BBK, un FIB, un Resu, un Primavera o un Viña y los más aventureros se han ido a un Glastonbury, un Hellfest o un Tomorrowland. A todos nos hace ilusión ir a un festival para ver grupos que no tenemos oportunidad de ver en otros contextos pero realmente...¿Estamos ayudando a los músicos yendo a estos eventos? ¿Estamos promoviendo una escena local con ello?
La respuesta es no. Los macrofestivales no son realmente eventos culturales si no eventos turísticos. Los promotores suelen pagar estudios sobre el impacto de estos eventos y por norma, se subraya el impacto positivo en ocupación hotelera, hostelería y beneficio neto para los inversores...¿Y la música? Ni está ni se le espera. Vayamos anotando la lista de problemas de los macrofestivales. Se viene un tocho increíble, lo digo para que a nadie le pille de sorpresa:
- Empiezan a aparecer prácticas cada vez más monopolísticas. Las promotoras pequeñas acaban vendidas a promotoras grandes (esencialmente de EEUU, como Live Nation) y esto tiene un impacto sobre los grupos que se contratan y el caché que se paga. Los promotores tienen tanto poder que llevarse mal con un promotor grande puede suponer no tocar en sus giras ni borrachos y cuando esas giras suponen varios festivales por Europa por ejemplo, eso es palmar MUCHA pasta.
- Cuando se firma por aparecer en un festival, se firman también contratos de exclusividad que impiden a las bandas girar por la misma ciudad o incluso girar por si mismas en el mismo país. A veces esto implica que no puedas girar durante 3 meses antes y 3 meses después, pero la enorme logística de una gira impide también que estos grupos vuelvan meses después, fuera del circuito de festivales
- La administración pública española financia los macrofestivales sin llevar a cabo ningún control pormenorizado del gasto. Se suele tirar dinero a las promotoras con los ojos cerrados y además se suelen pagar cachés sobredimensionados. España es famosa por "pagar de más" y además ya se han dado casos de "puertas giratorias", sobre todo a nivel de ayuntamientos.
- Los cachés son tremendamente dispares. Un cabeza de cartel puede cobrar 200, 300 o 500k si son extranjeros (los locales cobran mucho menos) y se usa dinero de los inversores para pagar por adelantado y garantizar la presencia de estas bandas. A la vez una banda local puede pedir 500€, que le ofrezcan 400 por tocar a las 3 de la tarde y además cobrar meses más tarde. Una cancelación en un macrofestival en Europa por ejemplo, puede provocar un efecto dominó por el que ese mismo grupo no gire por España ya que no le sale rentable.
- A consecuencia de los puntos anteriores, el circuito de salas queda abandonado y esto es letal para las escenas locales. Donde antes un grupo extranjero te montaba fechas en Sevilla, Bilbao, Madrid, Barcelona, Valencia y Coruña como poco, ahora con suerte te monta una fecha en sala/pabellón porque le cuadra entre festi y festi, si es que les dejan. Debido a la inflación, se están dando prácticas abusivas en las salas que hacen que cobren un porcentaje de las ventas del merchandising de la banda, cosa que se podría evitar financiando este tipo de escena.
- Los festivales están diseñados para sacarte la guita desde el minuto 1. Las pulseras cashless, que son el método principal de pago en festivales, tienen un sistema de devoluciones enrevesado que suele hacer que no puedas reclamar el dinero sobrante y vaya a parar siempre a los organizadores. Es bastante normal que las devoluciones solo se permitan a partir de un mínimo y que el tiempo de reclamación sea muy limitado. Los vasos reutilizables se venden como una medida ecológica que realmente no lo es, porque si lo fuera, devolverías el vaso al final del festi y recibirías de vuelta el euro que cuestan.
- Mucha gente va a los macrofestivales y pilla buenos sitios sin tener interés real en los grupos que están tocando por lo que te encuentras a gente de espaldas al grupo y hablando todo el rato o incluso sentados en el suelo. Los setlist además suelen ser mucho más cortos y suelen ir a piñón fijo sin setlist arriesgados o con guiños a los fans.
- La organización en múltiples escenarios para cuadrar los horarios de las tropecientas bandas hace que sea habitual los solapamientos y lo normal es que toquen de forma simultánea varios grupos que querrías ver impidiendo que disfrutes del cartel como te lo venden. Cuando no se solapan, a lo mejor tienes que recorrer suficiente distancia y esquivar tanta gente que es probable que pilles el siguiente concierto empezado. Recordemos que el Primavera Sound ha llegado a tener 2km de punta a punta.
- La cantidad de gente hace que muchas veces sea inasumible ver de verdad a un grupo. Lo más probable es que lo veas bien lejos y desde una pantalla gigante. Además, esos vídeos post-festi que se muestran en YT están muy bien, pero también estaría guapo que sacaran vídeos de los baños, de la gente cociéndose a pleno sol en verano o de aquellos que se van a por una cerveza en la parte más relajada de un concierto y se ven atrapados en una tremenda cola para pagar una bebida en la barra.
- El sonido cruzado es real, puedes estar escuchando a un grupo con un montón de ruido de fondo e incluso con el sonido de otro escenario invadiendo aquél en el que te encuentras en ese momento.
- Los festivales se extienden cada vez más. El Resurrection Fest, el Primavera Sound o el Mad Cool ya duran 4 días en vez de 3 y están activos absolutamente a todas horas. Su objetivo no es que escuches muchos grupos, si no que consumas el producto del principal patrocinador del festi: Estrella Damm en el Primavera, Mahou en el Mad Cool o Estrella Galicia en el Resurrection Fest. Han descubierto que si realmente vas a ver un concierto, lo que haces es ver el concierto y no beber cervezas non-stop, así que eso no se puede permitir.
- Los locales se ven afectados por la suciedad, el tráfico, el incremento de precios, el transporte público colapsado y por estructuras festivaleras que dividen a la población según la imagen que se intente mostrar. Los vecinos de La Mina y El Besòs y el Maresme están hasta la polla porque el Primavera actúa en cierta forma de barrera natural para ellos.
- Los festivales generan una cantidad de mierda y contaminación desmesurada. Hablamos de decenas de miles de toneladas de basura y emisiones de carbono fruto de los desplazamientos. No se donde leí hace poco que más de un 60% del público del Primavera era extranjero, a ver si lo vuelvo a encontrar pero eso da una pista de todos los desplazamientos que supone.
- Se pagan sueldos de miseria a la gente que atiende en las barras (que no tienen derecho ni a bocadillo ni a alojamiento) y a la gente en control de accesos que en muchas ocasiones se les encasqueta funciones de seguridad que no están preparados para asumir. Las cuadrillas de montaje son en su mayoría gente joven o extranjeros a los que no se les apoquinan por norma todas las horas que trabajan, salvo para los roles especializados (como trabajo en altura). Hay relatos de trabajadores de barra que han aprovechado la ausencia de un encargado para largarse a disfrutar del festival y no volver más al puesto de trabajo.
- Los cabezas de cartel se repiten más que el ajo porque no hay relevo generacional, no ya de bandas si no de público. Los festivales exigen un gasto económico brutal que en muchas ocasiones solo se pueden permitir personas de mediana edad con un empleo estable y la gente joven no suele entrar en ese perfil. Es por eso que es bastante normal ver a bandas con 20-30 años de carrera encabezando los carteles.
- Esto quizás sea un pelín más abstracto pero en el afán por meter a todo Dios en un festi, se dan contextos realmente anti-climáticos donde bandas que funcionan mejor en sala o un pabellón mediano, se plantan en un festival donde la atmósfera está lejos de ser la idónea. Es algo que he pensado recientemente con Lana del Rey en el Primavera, el contexto más infumable posible.
Todo esto sin meterse en otros berenjenales como pases de invitados, zonas vip, postureo de redes sociales y demás, pero es casi lo de menos.
También quiero decir que no todos los macrofestivales son exactamente iguales, algunos hacen esfuerzos por cambiar algunas cosas. No sé cual era de estos dos pero el Canela Party o el Sonorama pagan sueldos decentes y dan comida caliente a los currelas y el Rototom hace un esfuerzo por ser sostenible y generar empleo y escena local. En cualquier caso son las excepciones.
Hay otros modelos atractivos que funcionan mejor como los ciclos de conciertos, los festis de un solo día que son mucho más temáticos o cosas como el Sound Isidro que mezcla bandas locales en salas o conciertos gratuitos en pueblos de todo Madrid. La conclusión en cualquier caso es que los macrofestivales son eventos masivos de consumo enfocados al turismo y que no solo no hacen nada por la escena musical si no que se la cargan. Viven del FOMO y ya es costumbre ver a gente flexeando de su último festi en redes sociales más personales (Instagram, Tik Tok) a la vez que se cagan en todo aspecto imaginable del festival en otras redes más dadas a ello (como Twitter).
Todos hemos disfrutado de muchos conciertos en festivales, es innegable, pero hay que ser conscientes del precio que supone este modelo (y con "precio" no me refiero el coste literal, que también xD). Cada vez es más difícil ver a tus grupos favoritos sin apoquinar un pastizal, que no solo es la entrada de un día si no quieres apoquinar todo el abono, el desplazamiento al festi y el coste prohibitivo de la comida y bebida, etc. También es la idea de que hay grupos que jamás verás en una sala o en un pabellón lleno de fans del grupo si no acabas por ir a un evento de estos del demonio.
Mi novia me regaló la entrada de un dia del Tomavistas para ver a Dinosaur Jr porque me hacía mucha ilusión pero no me animaba a comprarla. Vi que se saltaban del setlist dos temas, vi como había un corrito sentado en el suelo mientras sonaba Start Choppin', tenía delante a un grupo que ni miraba ni paraba de hablar y vi como una muchacha decía "me aburro" pero ahí estaba grabando. Legítimo supongo pero...¿No habría sido mejor de otra manera?
Ale, ahí queda.