#182 Edu es todo lo que está bien en el mundo; una especie en extinción que es necesario preservar.
Pero me resulta fácil empatizar y entender de donde nace la arrogancia de Escohotado; incluso diría que en general supo mantener su ego atado mucho más en corto de lo que se le habría llegado a permitir. Casi todas las personas que conozco, y eso me incluye, seríamos mucho más insoportables si se nos transfiriesen algunas de las circunstancias que han marcado la vida de Escohotado. No siempre fue así.
Creo que es insano recibir de manera constante tal grado de adulación y servilismo. En la etapa anterior a la publicación del primer tomo de «Los enemigos del comercio», recuerdo que se permitía, socialmente hablando, discrepar de tal o cual opinión que tuviera en el campo de las drogas, que fue el momento en que di con él. Así pasaba en foros o listas de correo de la época, centradas en la cuestión de las drogas.
Es bastante ridículo que haya, literalmente, horas de vídeo dedicadas a elucubrar sobre si una cifra de LEDC se excedía en un 8 o en un 80 %. El mismo Eduardo Hidalgo, en Heroína, le corrige un dato en apenas unas líneas, y a otra puta cosa. Claro que él no pretendía enmendarle la obra a partir de un número, ni pasarse años presumiendo de ser quien desveló el error del 5 % de la pureza de la heroína callejera.
A eso me refiero con lo de entender un poco también su proceso. Piensa cómo te sentirías si una fundación que lleva el nombre de un filósofo como fue Gustavo Bueno (el bueno) dedicara tardes enteras a que diferentes ponentes disertaran durante dos horas sobre aquella coma de más o aquella tilde de menos. Y que, al final del día, ninguno haya querido o podido entrar a rebatir el verdadero fondo de la cuestión.
No sé, demasiado histrionismo. Lo comenté un día en el grupo de Facebook cuyo fin era debatir en torno al pensamiento de Escohotado, que arrancó bonito, después perdió lo de debatir y lo de pensar... y finalmente se quedó en campo de batalla entre podemitas y voxeros con muchas devociones y pasiones que ya ni siquiera tenían que ver con Escohotado. En algún momento previo a esa deriva final comentaba precisamente eso:
Cuando Antonio Escohotado se dedicó a traducir los «Principia», su tarea no consistió en pasar del latín al español las chorrocientas páginas del libro original y luego resolverlo todo con un «Newton dice...», sino que añadió un extenso comentario personal introductorio; una aportación propia a mayores.
Diría que la lectura crítica, el análisis y la posterior ampliación o revisión de la literatura son tres factores constantes en toda su obra. Resulta bastante explícito en algunos de los textos que se recopilan en la sección VII de «Frente al miedo», o en varias partes de «Realidad y substancia».
Por eso me resulta contradictorio el constante recurso al argumento «ad escohotadum» para zanjar una conversación que se da en este grupo, como si la obra de Escohotado fuese doctrinaria, o una colección de dogmas apilados uno tras otro. Por ejemplo, tras los tomos puramente historiográficos de «Historia general...», el autor cubrió la necesidad de una fenomenología, en la que Escohotado pasaba a ser fuente primaria.
Ese apéndice nunca me trasladó la sensación de ser un vademécum cerrado a futuros cambios. Sin ir más lejos, Eduardo Hidalgo publicaría en 2007 un monográfico sobre la diamorfina donde se permitiría el lujo de corregir un dato de toda la obra, el de aquel 5 % de pureza de la heroína callejera; sin desmerecer las otras 1.500 páginas en ningún momento. Y todos tan contentos.
Más productivo que atrincherarse en diferentes párrafos de su obra es aprovechar el interés generado por alguno de sus libros para seguir ahondando en la materia, o en otra transversal, por ejemplo a través de la bibliografía final, que en algunos casos supera el millar de referencias.
Y ahora que lo vuelvo a leer, creo que lo volvería a escribir igual.
Joder, menuda chapa, colega. Voy a incrustar un vídeo corto para ver si gano algo de público tiktoker, que colapsan a partir del tercer párrafo.