En los últimos días, un caso de estafa ha sacudido las redes sociales en España (el tuit inicial acumula ya 3,2 millones de visualizaciones) y ha alcanzado ya los platós de televisión: Valeria Castro decidió hacer pública en la red social X la dolorosa experiencia de su suegra, a quien le han robado más de 30.000 euros a través de un ejemplo del 'timo del hijo en apuros' que tuvo éxito no sólo por la habilidad de los estafadores... sino también la preocupante negligencia de los empleados de su entidad bancaria.
Los primeros pasos del fraude
Todo comenzó con un mensaje de WhatsApp aparentemente inocente que la suegra de Valeria recibió desde un número desconocido: el mensaje, supuestamente enviado por su hijo, explicaba que había tenido un problema con su teléfono y que, a partir de ese momento, debían comunicarse a través del nuevo número que estaba usando. La coincidencia de que el hijo había estado experimentando problemas con su móvil durante semanas fue suficiente para que la víctima cayera en la trampa sin cuestionar la autenticidad del mensaje.
Una vez establecido el contacto y ganada la confianza de la suegra, los estafadores comenzaron a desplegar su plan: el falso hijo solicitó una transferencia urgente, alegando problemas para acceder a su aplicación bancaria. La suegra, preocupada y dispuesta a ayudar, intentó realizar la transferencia, pero debido a su falta de conocimientos técnicos para hacerlo a través de la banca online, los estafadores tuvieron que pasar a su Plan B.
La no-intervención del personal del banco
Aquí es donde la situación tomó un giro aún más preocupante. Al no poder realizar la transferencia por sí misma, la víctima fue instruida por los estafadores para que acudiera a una oficina de Caixa Popular, donde un gestor la asistiría. Lo que sucedió a continuación fue una cadena de errores y omisiones por parte del banco que deja en duda bien la calidad de sus protocolos de seguridad, bien su aplicación a la hora de la verdad.
En la oficina, el gestor de Caixa Popular procedió a realizar varias transferencias sin solicitar la identificación de la víctima ni verificar la legitimidad de las cuentas de destino, y sin alertar sobre las sospechosas circunstancias que rodeaban las transacciones. A lo largo de 45 minutos, se autorizaron cinco transferencias a cuentas diferentes, todas a nombre de una tal María José Fernández, distribuidas en cinco bancos distintos.
La pata ya está metida
A pesar de que el gestor empezó a sospechar tras la cuarta transferencia, continuó ejecutando las instrucciones de la víctima sin cuestionarlas adecuadamente. Incluso, estuvo dispuesto a realizar una sexta transferencia por un monto de 10.033 euros, hasta que se descubrió que no quedaba más dinero en las cuentas. Fue en este punto cuando un familiar de la víctima, alarmado por la tardanza, intervino y le 'cantó las cuarenta' al empleado del banco, revelando la obvia estafa.
Tras darse cuenta del fraude, se solicitó la anulación de las transferencias, pero el gestor de Caixa Popular explicó que, al ser 'transferencias inmediatas', era improbable que se pudieran recuperar los fondos. Esta explicación fue recibida con incredulidad por la familia, quienes consideraron que el banco había actuado con una negligencia imperdonable.
Me a dado coraje lo hijo de putas que son los estafadores y la ineptitud del empleado del banco. La mujer tiene que estar destrozada y a ver ahora para recupera el dinero