Traducido rápidamente y con anacolutos seguros de: http://www.rotten.com/library/crime/drugs/sugar/
Nunca darías heroína a un niño de cuatro años, o al menos supongámoslo, enfermo cabrón. Pero no dudas a la hora de darle a ese niño dosis heroicas de la droga recreativa más extendida de la historia de la humanidad, el azúcar, una sustancia altamente adivtiva, alteradora del ánimo, peligrosa para la salud y que lleva al comportamiento antisocial. Y claro, después de darle azúcar al crío, lo hinchas a ritalín para que se esté quieto. Hijo de puta.
En la calle se puede conseguir por los nombres de glucosa, sacarosa o fructosa, y puede venir en forma de cristales, polvo o líquido. Lo normal es consumirlo oralmente y acompañado, aunque no siempre, de algún tipo de comida.
El azúcar está presente en muchas frutas y vegetales. En su forma natural es mayormente inocuo. Pero los azúcares refinados son otra historia. El azúcar ha estado disponible en formas relativamente puras por siglos, pero no fue hasta la irrupción de la maquinaria industrial de la esclavización en masa y los bizarros experimentos de cruces de remolachas cuando nuestro dulce amigo se convirtió en el elemento ubicuo de nuestra dieta. Desde el S.XIX ha habido constantes mejoras tecnológicas en el proceso de refinado. La mayoría de estos procesos pasan por aplastar la planta en cuestión hasta convertirla en pulpa, pasar la pulpa por cadenas de filtros y evaporar lo restante para producir un residuo cristalino, que puede ser pulverizado o disuelto en agua.
Como cualquier droga, su potencia aumenta fuertemente cuando está refinado. La mayor parte de los azúcares refinados usados en los EE.UU. vienen del maíz, pero también puede provenir de la ramolacha, caña de azúcar, savia de arce, miel, y casi cualquier tipo de fruta.
A menudo sólo se requiere una pequeña dosis de azúcar para notar el subidón. El umbral es distinto para cada persona, pero obviamente, a mayor dosis, más notables son los efectos. Éstos incluyen euforia, incremento de energía, irritabilidad, mayor ritmo cardíaco, insomnio, temblores, aumento de peso, úlceras, daños dentales y sistema inmune deprimido.
Algunos psicologos han argumentado que son simples efectos placebo, basados en lo que usuario y observador esperaban. No hay datos fiables acerca de si esos psicólogos son usuarios de azúcar habituales, pero por sus palabras, las probabilidades de ello son realmente altas. El americano medio ingiere cerca de 80 kilos de azúcares añadidos al año, según la Organización Mundial de la Salud. Por 'añadido' se entiende ese azúcar que no se encuentra naturalmente en el alimento.
Si aún no te has convencido de que el azúcar es una droga, te sugiero que tomas un par de cucharadas de la sustancia en un estómago vacío.
El azúcar refinado es extremadamente adictivo. No adictivo en el sentido de que simplemente te gusta, sino adictivo en el sentido de que tu cuerpo sufre un síndrome de abstinencia cuando es eliminado de tu dieta. Aunque el azúcar no tiene una capacidad adictiva como la de, por ejemplo, el crack, estudios recientes indican que el azúcar refinado activa receptores opioides, los mismos que con la heroína o la morfina, aunque con mucha menor magnitud.
La adicción a una droga se define por un proceso de tres estados que incluyen incremento en el consumo, síndrome de abstinencia cuando la dosis no está disponible, y el deseo de recaer incluso cuando la droga ha desaparecido del cuerpo. Dejando a un lado las experiencias habituales en el trato con consumidores de azúcar, estudios clínicos en ratas han mostrado el patrón adictivo en acción. Mientras más refinado es el azúcar, más intensa es la adicción.
El síndrome de abstinencia incluye apatía, temblores, dolor de cabeza y depresión. Por lo general, estos efectos son ligeramente inferiores a los de la abstinencia de la cafeína.
Nadie está en contra del uso responsable del azúcar refinado por parte de adultos. Precisamente por esa razón, muy poca gente está en contra del uso moderado y responsable de azúcar refinado por parte de niños: el azúcar es una sustancia natural presente en una dieta equilibrada.
El azúcar es un problema social por tres importantes razones. La primera, la sociedad niega las propiedades adictivas del azúcar. La segunda, el azúcar refinado está disponible por todos lados, en una forma casi sin adulterar. La tercera, los productos con altas cantidades de azúcar refinado están arrolladoramente dirigidos a los niños por adultos sin reparos morales acerca de usar sofisticadas técnicas psicológicas para manipular críos de 6 años.
Productos con azúcar puro son una epidemia en los EE.UU, así como en la mayoría de los países desarrollados. La gran mayoría de las bebidas refrescantes son simplemente sirope de maíz, mucha fructosa, y el suficiente agua de más como para hacer el mejunje potable, además de algún aroma como pretexto de que a la gente le guste. A menudo estas bebidas se combinan con alta cantidad de cafeína, aumentando el efecto estimulante y el potencial adictivo.
Los cereales de desayuno están también cargados de azúcar, y comunmente promocionados por duendecillos y conejitos que urgen a los niños a recorrer cualquier distancia para conseguir su amado, querido azúcar. Algunos cereales, como los Cheerios o los Corn Flakes, incluyen azúcar añadido y natural en el mismo producto, y luego son servidos con cucharadas enteras de azúcar refinado sobre ellos. Algunos otros productos, mucho más maquiavélicos, incluyen golosinas azucaradas entremezcladas con los sanos trocitos de trigo o maíz, los cuales también han sido endulzados.
Además de refrescos, cereales, el azúcar también está disponible en un cómodo y portable formato: los portacaramelos Pez. Bombones, chocolatinas y barras energéticas, hechas de chocolate, materia portadora de cafeína, de por sí adictiva, junto con tamañas cantidades de azúcar. Para el verdadero yonki, el azúcar se obtiene cen los chicles de bola y los tubos de pica pica. Esos tubos de pica pica, son simples tubos llenos de azúcar en polvo refinado con algo de colorante alimenticio. El polvo de esos tubos se vierte sobre la boca, recordando la imagen de un cocainómano usando un tubo para meterse una raya.
El azúcar es una droga puente. Se puede mezclar con muchas otras drogas para un mayor efecto. Se puede mezclar con chocolate y marihuana para darle la forma de un brownie. El azúcar era el compañero de la cocaína en las primeras fórmulas de la Coca-Cola, allá por 1885: la cantidad de coca en la bebida fue disminuyendo hasta desaparecer por la mala publicidad, y para compensarlo, la cantidad de azúcar fue creciendo. Una lata de Coca-Cola de 33cl contiene cerca de 10 cucharadas de azúcar.
Algunos cigarrillos y puros tienen azúcar en la punta, para un placentero cóctel de nicotina y sacarosa. La heroína se suele cortar con azúcar para reducir su potencia. La LSD líquida se puede verter sobre un azucarillo cúbico para obtener una dulce y alucinógena golosina.
Por si fuera poco, el azúcar también es pasarela a drogas alteradoras de la mente con receta. Mientras el consumo de azúcar en niños estadounidenses ha ido creciendo, del mismo modo ha ocurrido con los diagósticos de hiperactividad y déficit de atención, antes casi inexistentes.
La industria azucarera insiste en que no hay relación alguna entre hiperactividad y trastornos de la atención con el azúcar. Sin embargo, las prescripciones de Ritalin aumentaron un 400% de 1990 a 1996. De 1978 a 1999, el consumo de azúcar típico aumentó un 200%. La correlación es evidente.
De hecho, y de acuerdo al libro de 2001 "Fast Food Nation", un quinto de los niños de 1 a 2 años de edad bebe refrescos. Fabricantes de refrescos como Dr. Pepper y Pepsi han incluido en sus anuncios biberones, y sorprendentemente, algunos padres son lo suficientemente idiotas como para morder el cebo.
Gracias a estos malos padres, combinados con dos o tres generaciones de niños alumentados con cereales hiperazucarados, los estadounidenses consumen más de 8 millones de toneladas métricas de azúcar añadido y siropes altos en fructosa cada año. Eso son 17.6 millones de libras, 1.7 billones de cucharaditas de droga.
Con tal demanda, se podría pensar que la industria azucarera estaría contenta andando hacia el banco. Sí, se podría pensar si uno fuera tremendamente ingenuo y desinformado acerca de cómo actúa el gobierno de EE.UU. Los jefes de la industria azucarera hacen una excursioncita anual al congreso, donde sus representantes gritan y patalean sobre lo difícil que les es ganar dinero, y todo eso. Pues poniendo impuestos a la industria azucarera. Los impuestos al maíz son del orden de miles de millones de dólares. Ese dinero llega, de forma directa o no, de promocionar el consumo masivo de azúcar entre bebés y críos.
Aunque la presencia de nuevos tipos de azúcar refinado hace difícil ser preciso, sólo se espera que el consumo de azúcar crezca en los próximos años. Quizá el siguiente paso sea proporcionar al feto inyecciones intravenosas de nuestro dulce amiguito. ¿Por qué negarle una Pepsi? ¡Oh, Nuevo Mundo, que tiene tal gente en él!
Texto irónico. O no. ¿Recordáis cierto capítulo de Los Simpson?