Unas 200 personas de etnia gitana asistían a la celebración en un restaurante del polígono de Raos cuando una riña por celos dio paso a una batalla campal.
El hostelero de 52 años Jesús Puertas Arias falleció el viernes por la noche cuando intentaba proteger su restaurante, el Áncora, de los efectos de una batalla campal desatada en su local durante la celebración de un bautizo. Los primeros agentes del Cuerpo Nacional de Policía que llegaron al escenario de la reyerta, en el polígono de Raos (Camargo), se encontraron a Jesús Puertas tirado en las escaleras de entrada al restaurante. Pasaban unos minutos de las doce de la noche y, tras comprobar que no presentaba signos vitales, llamaron a una ambulancia.
Los sanitarios de la UVI móvil del 061 de Santander comprobaron que el hostelero se encontraba en parada cardíaca y le realizaron maniobras de reanimación durante media hora aproximadamente. Finalmente le declararon cadáver y llamaron a la Policía Judicial. Fuentes policiales explicaron a este diario que el propietario del establecimiento no presentaba signos aparentes de violencia y que las primeras valoraciones del médico forense apuntan a una insuficiencia cardiorrespiratoria ocurrida de manera natural como causa más probable de la muerte. En todo caso, al haber fallecido durante la trifulca entre los invitados al bautizo, se ha solicitado una autopsia al Instituto Anatómico Forense para descartar un homicidio.
Resto de la noticia (tochaco pero lo más importante en negrita):
Investigadores de la Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía siguen tratando de esclarecer los hechos. Las primeras pesquisas indican que la multitudinaria pelea comenzó por un episodio de celos. Al parecer, uno de los invitados sacó a bailar a una mujer, y el marido, ofendido, pegó un puñetazo al hombre que había invitado a bailar a su esposa. La celebración, en la que participaban cerca de 200 personas, la mayoría de etnia gitana, se convirtió en un altercado en el que volaron sillas, mesas, vasos y botellas.
Jesús Puertas intentó desalojar su local apagando la luz. Los clientes reaccionaron con insultos y amenazas, pero fueron saliendo del restaurante para seguir la pelea en la calle. Cuando la mayoría había abandonado el local, el propietario cerró la verja metálica que da acceso al recinto con la intención de que nadie entrara en el establecimiento, y en ese momento se desplomó sobre las escaleras exteriores que conducen a la puerta de entrada.
Mientras tanto, los contendientes abrían sus coches y sacaban barras de hierro, palos y navajas. Fuentes cercanas al caso aseguran que uno de los invitados llegó a empuñar una pistola, que luego fue hallada dentro de uno de los vehículos, comprobándose entonces que se trataba de un arma de fuego simulada.
La reyerta comenzó a disolverse cuando apareció el primer coche patrulla en la calle Marcos Ruiloba Palazuelos. Los policías se encontraron con gente escapando a la carrera y otros que se subían a coches y furgonetas para huir del restaurante, así que trataron de meter a todo el mundo en el local para poder identificar a los participantes que seguían en los alrededores y tomarles declaración. Al mismo tiempo, dieron aviso al resto de patrullas de Policía Nacional y Local que se dirigían a Raos a toda velocidad para que interceptaran a cualquier vehículo que saliera del polígono.
Interceptados en Torrelavega
La Central Operativa de Servicios de la Guardia Civil, ante las dimensiones de la batalla, envió agentes al lugar de los hechos, pero a su llegada la Policía Nacional tenía la situación bajo control, así que salieron en persecución de dos furgonetas que habían huido hacia Torrelavega. Al llegar a la capital del Besaya vieron que ya habían sido interceptados por agentes del CNP y de la Policía Local de Torrelavega.
Un hostelero muere de un infarto al tratar de impedir una reyerta entre invitados a un bautizo
La Policía requisó varios vehículos, en los que se hallaron la pistola simulada y una virola, y teléfonos móviles. También identificó a decenas de personas pertenecientes, según fuentes policiales, a conocidos clanes de la región. Hasta el momento no se ha practicado ninguna detención y el Cuerpo Nacional de Policía solo tiene constancia de un herido, un joven que se presentó en el Hospital de Valdecilla con la nariz rota.
El restaurante Áncora se encontraba ayer cerrado y, desde el exterior no se apreciaban daños en el local. El único indicio de lo ocurrido la noche del viernes era un cartel con el mensaje ‘Cerrado por defunción’.
El pan de cada día. La impunidad de según que colectivos es ofensiva para el conjunto de la ciudadania.
Que descanse en paz, esta pobre persona.