En Abril de 1856 los panameños andaban muy tocados con los estadounidenses por su actitud prepotente ante la población panameña, y una noche en la que un tal Jack Olivier se pegó una juerga monumental, no tuvo otra que ir completamente borracho de madrugada y encapricharse de un trozo de sandía del humilde puesto de fruta de Manuel Luna. El americano, tan ebrio como agresivo, se negó a pagarle los cinco céntavos que costaba aquella rodaja de sandía, lo que provocó la reacción del bueno de Manuel, defendiendo lo que era suyo.
Los insultos de Jack fueron argumentados por la navaja y la pistola de sus dos acompañantes, que no dudaron en intentar amedrentar al tendero, pero los pocos viandantes que fueron testigos de la escena actuaron enfurecidos en defensa de Manuel, lo que provocó una gran pelea con una fuerte revuelta callejera, justo en el momento que en la anexa estación de ferrocarril llegaba un convoy proveniente de la ciudad de Colón con unos mil estadounidenses.
La gran pelea se convirtió en una batalla campal en la que se pasó de las piedras y los cuchillos a las carabinas y los cañones, convirtiendo la estación de tren en una pequeña fortificación en pleno frente bélico. Fué el episodio que desató la breve guerra panameño-estadounidense que concluyó con la invasión de estos últimos sobre el pequeño estado.
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