Tal día como hoy hace 40 años unos militares decidieron dar marcha atrás en el progresivo avance de la historia e intentar devolvernos a la época más oscura de nuestra nación política. Golpistas nacionalistas, como los que 40 años antes habían arrasado y matado a media España.
Ese, en el que unos nacionalistas intentaron secuestrar la soberanía nacional expresada en nuestras Cortes, España volvió a echarse a la calle, plantó cara y venció. En la memoria de todos está esa imagen del fúnebre cortejo arcaizante de unos guardia civiles, perpetrando lo que seguramente sea uno de los episodios más ridículos y vergonzosos de la historia de nuestro país, amenazando a los diputados, con Suárez y Carrillo aguantando en sus sillones y Gutiérrez Mellado plantándoles cara.
Solo en Valencia el infame Milán del Bosch se levantó contra la nación española, pero la historia lo mandó al más profundo de los rechazos, desprecios y olvidos.
Ese día la sociedad civil española se demostró ajena a las militaradas de raigambre decimonónica, pegados a sus transistores, se demostró que el país estaba dispuesto a asumir su lugar en Occidente, de la mano de la modernidad, dejando de lado el reaccionarismo propio de los nacionalismos. Así diferentes medios tuvieron la valentía de posicionarse en unos momentos de incertidumbre, no cayendo presa del terror que se alzaba:
Por otra parte, por mucho que seamos republicanos o por todo lo que después haya pasado, no hay que olvidar el papel que jugó la monarquía, pese a que algunos hayan tratado de oscurecer este papel, poniéndose del lado de la democracia liberal cuando más se necesitaba. No hay que sectario y reconocer el papel jugado por cada cual en el momento histórico en el que uno se tenía que posicionar y tomar decisiones trascendentales. Sinceramente, creo que en esos momentos Juan Carlos marcó nuestro devenir en muchos sentidos:
Creo que es de recibo recordar lo que pasó entonces en unos momentos de incertidumbre, donde el orden constitucional del 78 se tambalea ante el descrédito de los partidos políticos que forjaron una estabilidad de 40 años; ante el descrédito de una monarquía (descrédito que ella solita se ha fraguado) que ayudó a imponer una democracia de orden moderno: y ante unos nacionalismos terroríficos a ambos lados del espectro, de corte nacional populistas, que quiere volver a robar la soberanía nacional de los españoles.
Por lo tanto, como sujeto que no es nada ante el mundo, pero que se funde en una ciudadanía que toma cuerpo como sujeto individual y a la vez colectivo, cuya voz hace resonar la de casi 50 millones de personas, creo que es nuestro deber con la historia recapacitar sobre lo que está pasando, sobre cuál es nuestro lugar en el mundo, y el deber que tenemos con los que vienen de legar a los que vienen después de nosotros una estabilidad y una prosperidad parecida a la que a nosotros nos dejó esta gente, y que desde 2008 parece que se está esfumando.
Y con todo esto no quiero idealizar lo que ha sido el orden 78, pero sí quiero señalar, por otro lado, lo que podría haber sido y dar las gracias. Así como poner sobre aviso a la gente que ahora tenemos que tomar las riendas del país como ciudadanos, y recordar que los lobos están siempre al acecho.