Estimados mediavidensis,
me gustaría traer un debate, a ver qué opináis: ¿Es cierto que conforme nos hacemos mayores la intensidad de aquello que sentimos, la intensidad, insisto, disminuye?
Recientemente me he topado con muchos documentos míos del pasado y, joder, qué intensidad. Tanto cartas que hube mandado como las que hube recibido. Con diferentes personas. Notas también. Todo era tan intenso que al tirarme en cama para dormir me sentí totalmente abrumado, superado por la evocación de aquello sentido.
Ahora que lo pienso, me ocurre algo parecido cuando leo mis propias poesías. Me saturo si leo más de tres o cuatro seguidas. No me pasa de forma tan manifiesta si son de otros.
Opino que lo que vivíamos suponía dicha intensidad porque no teníamos tantas otras experiencias con las que contrastar. Que conforme nos hacemos mayores vamos llenando un saco de vivencias y experiencias donde la genuinidad de cada una se diluye por la existencia de compañeras pasadas semejantes.
¿Qué pensáis vosotros?