Dos perros matan a 147 chotos en Motril
Los propietarios de la granja de animales afectada, que han perdido la crianza de un año, denuncian al dueño de los canes por su desatención.
«Vinimos el pasado viernes de madrugada a ordeñar y, cuando entramos en la finca, nos encontramos este panorama». María Angélica Correa señala, pitillo en mano, lo que hasta hace tan solo unos días era una bulliciosa instalación de la pedanía motrileña de Los Tablones en la que unos 150 chotos de varios meses brincaban con energía. Ayer, por el contrario, reinaba un silencio únicamente quebrantado por el llanto agónico de una de las crías que yacía inerte en el suelo, incapaz de levantarse. Fue una de las víctimas de la ira de dos perros que se colaron en la granja a través de un agujero y mataron a 147 animales. Una aniquilación en toda regla.
«Al llegar nos encontramos que los 50 metros de largo de la instalación estaban llenos de cadáveres de los chotos; en el interior vimos que estaban dos perros de presa grandes que se metieron y que mataron uno a uno a los animales mordiéndoles en el cuello... lo hicieron por matar, porque no se llegaron a comer a ninguno», explica María Angélica, jubilada que se dedica a echarle una mano a su hijo Antonio, propietario de la finca, en el cuidado de los chotos y que ahora están pasando por un duro trance. Conforme camina por el barrizal, un pequeño choto campa a sus anchas por el lugar. «Este se ha salvado porque se habrá metido en algún agujero, pero el resto han caído todos». Se trata del único superviviente: los otros dos que siguen con vida, el ya mencionado incapaz de moverse y otro que deambulaba sin rumbo, están en las últimas.
Justo al llegar al final de la zona habilitada para las crías, en la que también se encuentra un macho adulto que no podía arrastrar las patas traseras «debido a los mordiscos», María Angélica muestra la escena del horror. Amontonados en dos pilas, los chotos, marrones y negros, yacen inertes a la espera de que hoy un camión del seguro pase a retirarlos para evitar que se conviertan en un foco de insalubridad. De uno de ellos emerge un balido agónico, casi un último suspiro ante el inevitable desenlace. «Estaban esparcidos por el suelo, pero unos niños que suelen venir a jugar con ellos los vieron y empezaron a llorar, por lo que los recogimos», relata aún compungida.
En este suceso los grandes villanos son los dos perros que se introdujeron y desencadenaron tal matanza, pero la familia afectada tiene sospechas en un vecino, a quien atribuyen el «poco cuidado» de los canes. «Entraron por un agujero y atacaron a todo, incluyendo a mi perra Lola que intentó hacerles frente pero también acabó mordida... es que incluso cuando nosotros entramos se nos echaron encima, estaban llenos de sangre y muy nerviosos quizás porque no encontraban el sitio por el que habían entrado», subraya Correa, que destaca que esto pasó «porque son perros que están sueltos porque el dueño no suele atarlos».
Además, comenta que fueron en busca del supuesto propietario de los perros («que solo admite serlo de uno», añade), para pedirle responsabilidades. «Nos dijo en un principio que se haría cargo del 50% de los daños pero es que no sabía todo lo que había hasta que vino y dijo que no podía con esto», expresa María Angélica, quien muestra su recelo sobre la teoría que le dio el presunto dueño: «Si dice que solo uno de los dos perros es suyo, ¿cómo es que en ocasiones los ata en la puerta de su invernadero?». Ante esta situación, expone, no les ha quedado otra que denunciarle en comisaría.
Pérdidas
Los 147 chotos muertos son, además de una macabra escena, una pérdida económica sensible. «Teníamos un pedido para principios de abril para Málaga que se los iban a llevar; compraron a 80 euros por segaja y las pérdidas estarán en torno a los 10.000 o 12.000 euros porque esta es toda la crianza que teníamos para este año», especifica Correa mientras sostiene a uno de los supervivientes, ya moribundo.
Tras el duro golpe del que, tal y como asegura María Angélica, «no nos ha quedado otra que asumirlo», ahora les espera un arduo camino para volver a poblar la granja de chotos y regresar al punto de partida. «Ahora las cabras dan leche, así que hasta que no llegue abril o mayo no empezarán los machos a arrancarse... y luego hay que sumarles seis meses en criar, es decir, que ya hasta el año que viene nada», dice esta experta en la cría de chotos en cuyos ojos se refleja la pena por lo ocurrido en la instalación.
De camino a la entrada, el único choto intacto corretea entre los cadáveres para dar un trago. A su paso deja atrás a la cría inmóvil, que emite un balido cada vez más intenso. «Yo no puedo matarlo, soy incapaz».
Fuente: http://www.ideal.es/granada/costa/201602/23/perros-matan-chotos-motril-20160223004735.html
Multaza ejemplar debería caer sobre los dueños, unos perros con ese amor por matar no pueden estar sueltos sin que haya represalias. Mínimo lo que les ha costado en producción, que según la noticia ronda los 12.000€.